06. Sentimientos encontrados

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Baji empuñó con fuerza el mango de su moto, hasta el punto de que sus nudillos se tornaron blancos. La vuelta al estacionamiento donde estaban todos los miembros de Toman se le estaba haciendo eterna, todo lo contrario a cuando manejó contigo.

Su mente iba a mil por hora, al igual que su corazón. No sabía por qué, pero no podía dejar de pensar en todo lo vivido horas atrás. Y sobre todo, lo que más le molestaba, era que no podía sacarte de su cabeza.

Se sentía tremendamente frustrado por ello. No poder tener el control sobre sí mismo era una de las cosas que más le impacientaba.

Y eso, ahora...

Era tu culpa.

No podía mentirse a si mismo. Le llamaste la atención desde el primer momento en que tus ojos chocaron con los suyos. Tal vez por el brillo que desprendían tu mirada a esas horas de la noche, tal vez por ser víctima de pandilleros como él, que se habían desviado del camino, y que no le importaban cometer crímenes atroces como lo estaban apunto de hacer contigo.

No lo sabía, pero hubo algo en ti que lo atrapó, e hizo que no pudiera quitarte el ojo de encima en toda la noche.

Aunque fuera un experto en ocultarlo.

Baji te había estado observando, y aunque no lo comentó con nadie, no podía negar que le pareció increíble tu forma de sobrellevar las cosas.

Acababas de ser traicionada por tu mejor amiga, y aun así, en ningún momento en el que estuviste con él y Chifuyu, mostraste debilidad. Te mantuviste fuerte en tu sitio aunque estuvieras destrozada física y psicológicamente, aunque te sintieras perdida en tus propios pensamientos.

Y lo que más le impactó. Siempre con una sonrisa en tu rostro.

Cualquier persona normal se hubiese vuelto loca si hubiese estado en tu lugar. Sin embargo, tú, a pesar de todo lo que te había sucedido, en ningún momento les pusiste mala cara. Todo lo contrario. Seguías sonriendo y siendo igual de amable con ellos, a pesar de ser unos simples desconocidos. Tampoco te importó que fueran unos pandilleros, como los chicos de Moebius que te habían hecho daño. Les diste una oportunidad a Chifuyu y a él, y no los juzgaste ni te dejaste llevar por las primeras impresiones que te pudieron causar.

Baji detuvo su moto y observó el semáforo en rojo, pensando porque se había parado. Él no solía respetar las normas de circulación cuando iba solo por la carretera y no veía a ningún civil con intención de cruzar la calle.

Pero esta vez si lo hizo. Necesitaba un respiro.

Dio un gran suspiro y masajeó sus cervicales. Volvió a poner su mirada al frente y su mente lo volvió a transportar al pasado. Específicamente a ti.

Le pareció increíble que, durante toda la mitad del trayecto, su mente no hubiese estado puesta en la carretera, dejándose llevar por la adrenalina de ir a toda velocidad mientras el viento impactaba contra su cara y azotaba su larga melena.

Esta vez era diferente. La adrenalina que sentía en la boca de su estómago no era por el exceso de velocidad que recorría las calles, si no por que tú estabas en su mente.

Cuando el semáforo se puso en verde para los conductores, arrancó y se esfumó velozmente.

Mientras su motor iba en marcha, llegó a la conclusión de que lo que más le impactó de ti fue la grandiosa valentía que habías tenido al defender a tu amiga aunque estuvieras muerta de miedo, a pesar de estar rodeada de más de cinco tíos que te sacaban, probablemente, tres cabezas.

A Baji no le faltó conocer nada más de ti para saber que eras una persona buena y leal, que anteponía a los suyos antes que a si misma. Y eso le erizó completamente la piel, por que se vio reflejado en ti. Excepto por tu carácter, que en ese ámbito, le parecía todo lo contrario al suyo. No parecías una chica impulsiva como él, a menos que se tratara de situaciones extremas como la que acababas de vivir. Ni tampoco borde. Eres demasiado agradable, incluso con los idiotas de Draken, Mitsuya y Pachin. Y si ya hablaba de tu paciencia... Entonces erais polos opuestos. Baji tenía muy poca. Si estaba molesto o tenía hambre, podía golpear perfectamente al primero que se cruzara por su camino. 

Intocable - Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora