21. Reencuentro inesperado

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Te quedaste sin palabras. La música que resonaba por los altavoces y retumbaba en el suelo, haciéndolo vibrar con intensidad, pareció cesar. Tu cuerpo se quedó paralizado, observando a la persona que tenías enfrente de ti, quién te miraba con una expresión completamente calmada pero a la vez excitada en su rostro, como si, al contrario que a ti, le resultara muy satisfactorio encontrarte inesperadamente en aquel lugar.

—¿Qué...?

—¿Qué estoy haciendo aquí? —siguió por ti, con una sonrisa de oreja a oreja que te erizó la piel. Al ver tu cara de perplejidad, se acercó más a ti y habló más alto para que pudieras escucharla mejor sobre el bullicio de la música—. ¿Por qué no mejor vamos a un sitio más calmado y me cuentas que es lo que te trae a ti por aquí? Estoy igual de sorprendida que tú al encontrarte en un lugar como este.

Abriste la boca sin saber muy bien que decir, ya que todo aquello te había pillado por sorpresa, pero antes de decir una sola palabra, Jin paso por tu lado, echándote una mirada de soslayo, diciéndote de esa forma que la siguieras, y acto seguido se encaminó hacia la sala abierta de afuera, el jardín, donde la gente solía salir a fumar o respirar un poco de aire fresco.

Al principio titubeaste, pero algo en tu interior hizo que tus piernas se pusieran en marcha, y antes de darte cuenta de lo que estabas haciendo, ya la estabas siguiendo. Quizás fue la curiosidad de lo que quería hablar contigo, o tal vez las ganas de pedirle de una vez por todas una explicación de por que había hecho lo que hizo aquel día en aquel descampado.

Cuando saliste afuera, te recibió una oleada de aire que agradeciste profundamente. Apenas llevabas media hora dentro de aquel antro, pero ya sentías que te estabas asfixiando. Y no por el ambiente que había allá dentro, si no por la presencia inesperada de Jin, la que había sido tu amiga hacía unos pocos meses.

Echaste un vistazo a tu alrededor y distinguiste a Jin apoyada en la barra que había a unos cuantos metros de una pequeña piscina, donde había varia gente metida en bañador, bebiendo, charlando e incluso fumando. ¿La gente allí se bañaba, y encima en esta época del año? Arrugaste el entrecejo, no por el frío que supusiste que debían pasar, si no por la cantidad de bacterias que debían de haber allí por culpa de todas las personas que pasaban por la piscina y de las de cosas repugnantes que habían podido hacer borrachos en el agua.

Aún con paso inseguro, caminaste hacia Jin. Cuando te colocaste a su lado, ella te sonrió y tu solo apartaste la mirada hacia el camarero que estaba enfrente de vosotras, limpiando unas cuantas copas. ¿Por que se le veía tan calmada y serena después de todo? ¿Acaso olvidaba que te había abandonado con una docena de matones aquel día en el descampado?

—¿Qué queréis tomar, chicas? —os preguntó el chico con un tono coqueto.

—Yo con un ron con cola —contestó Jin.

—Yo nada.

Ella te miró extrañada.

—Vamos, no seas tan aburrida, (Nombre). Estamos de fiesta.

Además de molestarte que te hablara con tanta despreocupación, como si no hubiese pasado nada entre vosotras, te asqueó que dijera tu nombre con tanta simpleza, sin ningún tipo de remordimiento.

—Supongo que quieres algo.

—¿Qué quiero? Saber como le va a mi amiga, ¿eso es malo?

—Tu y yo ya no somos amigas. No tenemos nada que ver.

El camarero dejó el pedido de Jin sobre la barra. Hubo un silencio tenso en el que ella bebió un trago de su copa y después volvió a dejarla sobre el mármol.

Intocable - Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora