05. Despedida

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Tu corazón latía con fuerza contra la espalda de Baji, y solo por eso, él sintió más adrenalina que nunca. Apretó con fuerza el manillar de su moto y se dejó llevar por la agradable sensación de tenerte aferrada a su espalda, sintiendo el calor de tu cuerpo mientras recorría las calles de la ciudad a toda velocidad.

No lo sabías, pero las pulsaciones de tu conductor en ese momento...

Eran más rápidas que las tuyas.

El miedo que sentiste al principio se fue esfumando poco a poco cuando te sentiste segura al lado de Baji. Respiraste profundamente y te dejaste embriagar por el dulce aroma de aquel chico. Entonces, inconscientemente, echaste la cabeza hacia atrás, apretando bien fuerte las piernas sobre las de tu conductor para no caerte, y alzaste las manos hacia arriba como si estuvieras volando, dejándote llevar por la adrenalina tan pura que sentías en la boca de tu estómago.

Descubriste que, esa sensación, como si estuvieras flotando en el aire, era sin duda la mejor, y a la vez, la más intensa que habías experimentado nunca. El viento azotaba con fuerza tu cabello mientras os perdíais por la carretera rumbo a tu casa, haciéndote sentir libre. Más libre que nunca.

Baji se sorprendió cuando notó la falta de tu tacto sobre su cadera y te vio por el retrovisor. Entonces sonrió, rugiendo el motor con fuerza y avanzando más rápido, sabiendo que lo estabas disfrutando tanto como él. Te volviste a aferrar a su espalda, y él ya no sintió el vacío que experimentó cuando lo soltaste. Estabas tan agusto a su lado, que, inconscientemente, acomodaste tu mejilla sobre su hombro y descansaste allí, cerrando los ojos y disfrutando del momento.

Jamás pensaste que, montar en moto, fuera tan agradable. Tu mente desconectó de todo, y por un momento, olvidaste la mierda de noche que pasaste. Aquel trayecto te estaba curando todos los males que sentiste por culpa de terceros que creías que eran tus amigos. Tan solo te dejaste llevar, como Baji te había dicho que hicieras antes de partir.

No supiste cuánto tiempo pasó, pero sí que había sido poco. O al menos eso te pareció.

Baji detuvo la moto justo en frente de tu casa. Pero tu estabas tan perdida en tus pensamientos, que ni siquiera te diste cuenta de que ya habías llegado. Permaneciste inmóvil a su lado, con los ojos cerrados y con tus manos sujetando aún su vientre.

Al darse cuenta que no tenías intención de moverte, Baji carraspeó, esperando a que lo soltaras. Tu te sobresaltaste y lo soltaste inmediatamente.

—¿Ya hemos llegado? —te incorporaste, mirando a tu alrededor.

—¿Muy rápido? —Baji enarcó una ceja divertido.

No supo por que te lo preguntó. Él ya sabía tu respuesta. Y, además, no eras la única. A él el trayecto también le había parecido muy corto. Aún así, se sintió orgulloso al comprobar que habías disfrutado del viaje tanto como él. Era consciente de que cualquier persona normal, hubiera chillado por el exceso de velocidad, y probablemente, no le hubiese dejado ir a su gusto por la carretera. Pero tú parecía que lo entendías.

Para su sorpresa, ambos compartisteis el mismo sentimiento de adrenalina.

Te quitaste el casco y se lo devolviste.

—Un poco. Me hubiese gustado vivir más lejos —reíste por lo bajo.

Flexionaste tu rodilla derecha y te bajaste de la moto. Cuando tus botas pisaron el asfalto, sentiste sus piernas temblorosas de ejercer tanta presión para no caerte durante el camino. Te sacudiste los pantalones y te quedaste mirando a Baji enfrente tuya, al igual que él en su moto. En ese momento se formó un silencio incómodo. Tanto tú como él, os habíais quedado sin palabras. No sabíais que decir.

Intocable - Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora