Intocable - Baji Keisuke

13. Noche de estrellas

—Vamos, (Nombre) —Mikey te agarró fuerte de la mano y antes de que pudieras hacer nada, te arrastró con el hacia la atracción más grande de toda la feria.

Cuando Draken os vio partir, se giró hacia Baji y se encogió de hombros.

—Fuiste muy lento.

Antes de que el moreno pudiera replicarle, Chifuyu pasó uno de sus brazos por sus hombros y lo arrastró con el hacia delante.

—¿Qué estás haciendo ahí parado? ¡Vamos nosotros también!

En cuestión de segundos, todos os repartisteis en grupo y os perdisteis explorando cada rincón del parque temático. Mikey todavía iba de tu mano, arrastrándote con él por todos los puestos, hasta que por fin llegasteis a la atracción que él quería.

Una enorme figura de pulpo, iluminada por enormes focos de todos los colores, se dejaba ver en el centro de la pista. De ella salían muchos tentáculos, específicamente ocho, donde al final de estos se formaban los asientos de los pasajeros. La atracción ya estaba en acción, con todos los vagones ocupados y con un gran número de personas disfrutando de la experiencia. La enorme máquina subía y bajaba con mucha intensidad, de arriba hacia abajo, provocando los enérgicos gritos de los pasajeros, que retumban por encima de la música electrónica del ambiente.

Te quedaste sin pestañear cuando viste de cerca la atracción a la que te quería montar tu nuevo amigo, el invencible Mikey. Se veía enorme ante vosotros, tanto que tenías que levantar la cabeza para apreciar todos sus detalles.

No lo pudiste negar, tus pulsaciones aumentaron.

Al parecer era una de las atracciones más solicitadas por el público, eso pudiste comprobar cuando nada más pisar la entrada, vistes ante vosotros la enorme fila de gente que esperaba para subir.

—Mikey, aquí hay mucha cola... Es mejor que

El rubio te silenció, negando con la cabeza.

—Eso tiene fácil solución.

Una sonrisa torcida se dejó ver en su rostro, y tú enseguida frunciste el ceño. Lo conocías de hacía poco, pero aquel chico era tan expresivo que podías leerlo como un libro abierto. No tardaste en descubrir lo que pasaba por su maléfica cabecita.

—Espera, Mikey, no irás a...

Sí, si lo hizo, y encima dejándote con la palabra en la boca.

Sin darte tiempo a reaccionar, afianzó el agarre tu mano y te llevó con él hacia delante, haciéndose paso entre la multitud de la fila. La gente cuando os vio pasar hacia delante, esquivando a todo aquel que se cruzara por vuestro camino, empezó a bufar enfadada, chistándoos y mirándoos mal.

 Y era normal, os estabais colando en una cola de veinte metros con todo el descaro del mundo. 

No quisiste ni pensar cuanto tiempo era el que había esperado toda esa gente para que ahora llegaran dos graciosos como vosotros para colarse y montar en la atracción antes que ellos. Mientras tu cuerpo era una montaña rusa de emociones, Mikey tenía una actitud impasible, como si no le afectara en absoluto los gritos de la gente.

—¡Oi, volved a la cola!

—¿Quiénes os creéis que sois?

—¿Quién es ese mocoso?

«Dios mío, tierra trágame». Eso era lo único que pensabas.

Tu cuerpo se paralizó, con tu corazón golpeando fuerte dentro de tu pecho. No sabías que hacer, si seguir a Mikey, salir corriendo lejos de allí, volver a vuestro sitio de antes, pegarle un puñetazo por descarado...