16. Profesor particular

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Las clases de esa mañana se te pasaron más lentas que nunca. Quizás por que el profesor de latín y griego empezó temario nuevo. O tal vez por que los nervios de ver a Baji esa misma tarde te estaban carcomiendo por dentro.

Sí, te decantabas más por la segunda opción.

Baji y tú habíais quedado más tarde para empezar tus clases de defensa personal. No quisiste indagar más en el tema y preguntarle que era lo que iba a enseñarte exactamente, más que nada por que no estabas preparada para su respuesta. Así que decidiste que lo mejor era dejarte llevar y que pasara lo que tuviera que pasar.

De lo poco que conocías a Baji, sabías que cuando este le ofrecía algo alguien, era por que realmente le nacía de dentro, no por ningún tipo de compromiso. Era una persona muy sincera, un alma libre que hacía lo que le daba la gana. Si te había propuesto ser tu profesor particular de pelea, era por que realmente quería hacerlo. Si no se hubiese ahorrado ese comentario.

A lo largo de la mañana las palabras de Hina en la cafetería hicieron hueco en tu cabeza, pensando que tal vez, esto te iba a venir bien para aclarar todos tus pensamientos y resolver todas tus dudas con respecto a la relación tan compleja que tenías con Baji. Lo de hoy no iba a ser un cita, pero sí lo más parecido a una, ya que ibais a pasar más tiempo juntos fuera del entorno del que estabais acostumbrados a relacionaros. 

Y lo más importante de todo: Ibais a estar solos.

El timbre de fin de clases sonó y tu no pudiste hacer otra cosa que suspirar de alivio. Recogiste todas tus cosas y enseguida bajaste las escaleras para salir del edificio. Querías llegar ya a tu casa, darte una buena ducha fría y calmar todos los nervios que te provocaba pensar en aquel pandillero de Toman.

Pero al salir fuera, no fue solamente el aire frio lo que te azotó con fuerza, como un latigazo invisible, en la cara. Fue algo más fuerte lo que hizo que detuvieras tu paso y te quedaras congelada en el sitio.

Tus ojos fueron a parar en la persona que tenías enfrente, a varios metros de distancia, apoyado en el asiento de una moto negra que reconociste al instante.

El escudo grabado de color oro en su uniforme negro resaltaba a la vista, provocando que fuera el centro de atención de todos los estudiantes de la escuela. La Tokyo Manji era una de las bandas más famosas de Tokyo, y todas las personas de tu edad, al menos la mayoría, sabían de su existencia.

Los bullicio empezó a ser cada vez más fuerte en el ambiente. Pudiste distinguir en varias conversaciones su nombre entre cuchicheos. Al parecer la gente no podía creerse que alguien como él estuviera allí.

Pero aquel chico parecía importarle poco. El estaba lo suficientemente ocupado buscando a alguien por todos lados con su mirada como para darse cuenta de que era el centro de atención.

Hasta que sus ojos chocaron con los tuyos y una sonrisa de victoria se dibujó en su rostro.

Querías desviar el camino y hacer como que no lo habías visto, encerrarte en el baño y darte cabezazos contra la pared. Pero ya era tarde. Tus piernas se movieron por si solas, como si tuvieran un imán que las obligaba acercarse hacia él.

Cuando lo tuviste enfrente, notaste miles de miradas ajenas clavadas sobre tu nuca.

—¿Qué haces aquí? —le preguntaste sorprendida.

Baji ensanchó su sonrisa.

—Yo también me alegro de verte.

—Pensaba que íbamos a quedar más tarde.

—¿Te han dicho alguna vez que te ves más guapa con el uniforme que con ropa de calle?

Sus ojos te analizaron de arriba abajo, de pies a cabeza. Tus mejillas empezaron arder. Aquel chico te volvía a dejar con la boca seca, sin palabras.

Intocable - Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora