CAPITULO 30

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Capítulo 30

Me despierto, mareada, débil y con dolor en todo el cuerpo. Esta oscuro y huele a moho.

Mis manos están atadas y estoy sentada en una silla metálica.

Unos minutos después las luces se encienden. Automáticamente cierro mis ojos por el cambio de luz bruscamente. La piel se me pone de gallina, eso me recuerdo que estoy sin camisa y apenas llevo un sujetador que me cubre mis pechos.

Cuando mis ojos se han adaptado, miro a mi alrededor: alguna vez el cuarto era de color blanco y baldosa en el suelo.  Ahora, esta sucia, llena de agua y plantas.

Una persona está frente a mi, vestido de negro y una pistola en la mano: Harry Brum.

- ¿Que es lo que quieres hijo de puta? - hablo detenidamente - me quitaste mi empresa, mi hogar, mi familia ¿Que es lo que quieres?

- Oh, no seas tan dramática. Simplemente quiero que nos conozcamos. A demás solo hago mi trabajo. 

- ¿Que trabajo? ¿Para quién trabajas? ¿Que es lo que quieren de mi maldita sea? - grito con las pocas fuerzas que me quedan 

- No chiquita - se ríe mientras niega con la cabeza - simplemente es admiración hacia tu persona. Trabajo para una persona muy especial para ti, pronto la verás no te afanes. 

- Estas enfermo. Quien quiera que sea que esté detrás de todo esto me lo va a pagar muy caro. 

El hombre se ríe a carcajadas, gira a mi alrededor y toca mi cabello, inspira este y gime descaradamente después de mirar mis pechos.

Un teléfono vibra en los bolsillos del pantalón de este hombre. Entonces habla:

- Brum... comunícamelo.

Después de esto, me hecha una mirada y sale de la habitación.

Momentos después, me logro desatar de las manos, estoy sudando y mi cabello está alborotado.

Pienso en mi hermana y en mis hijos. Espero hayan logrado llegar a alguna casa, no me puedo imaginar si no lo hicieron.

Tengo que salir de aquí lo más pronto posible.

No voy a esperar a nadie, voy a hacerlo por mis hijos y por mi.

Busco algo en la habitación que me pueda ayudar a defenderme, solo hay agua, moho y una que otra piedra, aparte de la silla, creo que es lo único que tengo a mi favor y lo voy aprovechar a toda costa.

Termino de desatarme los tobillos y me empiezo a preparar para atacar cuando entren por la puerta de aquellas mugrosas paredes.

Preparada con piedras y una silla espero cerca de la puerta.

Escucho pasos y luego alguien abre bruscamente la puerta, trae una bandeja con comida, no espero tiempo y le estampo una piedra en la cabeza.

El tipo se confunde pero es demasiado tarde para pelear con su cuerpo, cae pesadamente en el suelo.

No tengo tiempo para procesar nada, así que me arrodillo y busco alguna arma que me pueda ayudar.

Tiene una pistola y una cuchilla.

Genial.

Camino hacia la puerta y con cuidado miro, no hay nadie. El pasillo está igual, lleno de plantas y un poco húmeda, creo que estoy en un segundo piso.

Escucho agua cayendo, como si cerca estuviera un rio o una cascada. Enseguida se me eriza la piel, hace frío.

Pienso dos veces lo que voy a hacer y empiezo a correr, lo más silencioso posible. Hay varias puertas que se están cayendo a pedazos, me sorprende ver que la casa no se va abajo con tanta humedad.

Menor que Yo (En Edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora