𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 23

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𝑝𝑜𝑟 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟, 𝑟𝑒𝑔𝑟𝑒𝑠𝑎

Junio, 2020

MAXIMUS

Solía ser el rey del instituto.

Caminar por los pasillos era una tarea difícil porque un montón de personas se detenían a saludarme.

Salía al campo de juego siendo la estrella del equipo. La multitud coreaba mi nombre, era aclamado por los profesionales y aficionados. Cada vez que ganábamos un partido nos adulaban con una marea de aplausos.

Las fotografías que colgaba en las redes sociales, alcanzaban números extensos de "me gustas" y la casilla de mensajes privados explotaba. Las personas se me acercaban, querían salir conmigo o ser amigos, mientras mis cuentas bancarías multiplicaban ceros.

Hasta que, en un instante, aquella realidad cesó.

El día que quedé envuelto en un crimen dejé de ser el rey para convertirme en la vergüenza del instituto. Dejaron de juzgarme por mi calidad deportiva, para juzgar mi vida personal. Los gritos se convirtieron en insultos, los aplausos en abucheos y mis redes se plagaron de comentarios repudiables.

El dinero siguió ahí, pero, ¿qué podía arreglar con dinero? Absolutamente nada.

De todas formas, nada de eso importó. ¿Saben por qué?

Porque Luna se quedó conmigo.

Mi luz.

Ella tiró de mi mano cuando me estaba hundiendo en el fondo y la conservó junto a la suya, prometiendo no soltarla. Me protegió entre sus brazos cuando le dije <<no lo hice>> y creyó en mí, a pesar de los indicios que apuntaban en mi contra. Cada vez que la llamé, permaneció del otro lado del teléfono sin decir nada, porque sabía que sentirla era lo único que necesitaba.

Supimos odiarnos, pero aprendimos a amarnos. Irremediablemente, con locura.

Por eso, el día que me dijeron que quizá se había ido, no pude creerles. No quise hacerlo. <<Luna nunca se iría a ninguna parte sin avisar>>, pensé.

Luna me lo habría dicho.

Luna me amaba, pero también era sincera. De querer alejarse de mí, lo habría dejado en claro.

Después de un par de días, el <<Luna se fue>> se convirtió en <<Luna desapareció>>.

Y entonces, desee con todas mis fuerzas que la primera hipótesis fuera la acertada. Ojalá se haya ido. Ojalá se haya cansado de la situación, tanto que decidió dejarme y buscar un futuro mejor. Ojalá esté en un sitio donde sonreír sea más fácil.

Ojalá esté bien.

Repaso hasta el cansancio las últimas conversaciones que tuvimos. Las reproduzco intentando captar detalles o indicios que anticiparan su plan de huida. Pero no encuentro nada. Caigo dormido y al despertar, lo vuelvo a repetir.

—Crawford. ¿Crawford? —escucho la voz del policía que vigila la celda y salgo de la ensoñación—. Llegó su abogado. Quiere verlo.

—Está bien —accedo, levantándome del catre.

Antes de salir, me restriego la cara con un chorro de agua fría. Luego, pongo las manos tras la espalda y el agente me coloca las esposas, para guiarme fuera de la celda hacia la pequeña sala destinada a ese tipo de reuniones. Allí me las quita y se queda en el umbral de la puerta, vigilando.

Asuntos ilícitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora