𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑛𝑐𝑖𝑝𝑖𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛
Diciembre, 2019
Ingresó a la cabaña a trompicones, llegó casi a rastras. Le habían enterrado una navaja en la cadera, lo que le impedía caminar con normalidad. El resto estaba dentro, habían llegado mucho antes porque corrieron sin mirar atrás.
Maximus cerró la puerta y de espaldas, se deslizó sobre ella hasta caer al piso.
Había sangre en su camiseta, sangre propia y ajena.
Sangre escurriéndose por los pisos de madera, como manchas rojizas tiñéndolo, indisolubles. Se mantuvo frío. Así debería permanecer de ahora en adelante, como una roca.
Inquebrantable.
El resto necesitaría de su fortaleza para mantener la cabeza en alto, la inocencia tenía que definirlos, aunque no les perteneciera.
Se apretó la herida. Deseaba morir, pero si de algo estaba seguro era que, esa noche no moriría. Se apretó la herida con fuerzas, incrementando el dolor, a propósito. Torturándose por los errores que acababa de cometer.
Maximus sabía que errar era humano, pero se había equivocado demasiado. Atravesó el límite.
Desolado en un rincón, observó el panorama. Irvin hundido en el sofá, fumaba marihuana. Tenía sangre hasta en las zapatillas. Caleb devoraba una hamburguesa, sus manos aún tenían rastros de la golpiza. Mientras tanto, oyó un sonido estremecedor que provenía del baño, Sebastian vomitaba hincado en el retrete.
Se levantó. Sí algo lo caracterizaba, era su astucia. Tenía que quitarse las prendas con rastros del delito. Quemarlas, hacerlas desaparecer.
Era una cabaña pequeña, una casa de verano cerca del mar, que los padres de Irvin le prestaban para vivir sus aventuras de vacaciones. Darse un chapuzón por el día, salir a bailar por la noche. Eso creían mamá y papá.
Dos habitaciones, una frente a la otra. Caminó sin dejar de apretarse la herida, nadie preguntaba cómo estaba porque Maximus era la fuerza. Él siempre estaba bien. Se ayudó sosteniéndose con una mano de las paredes del pasillo, hasta que escuchó los sollozos.
Jude lloraba tal como un niño que intenta hacerlo a escondidas para que nadie se entere. Aquel llanto desgarrador, caló hondo, le tocó alguna partícula que, hasta el momento, había logrado mantener impoluta.
Sintió el vacío y aquel llanto se convirtió en un virus contagioso, pero Maximus se rehusó. Otra vez fue derribado por el dolor punzante de la herida abierta y quedó a un margen del pasillo. Quería lastimarse más. Dañarse. Reprocharse por la impulsividad que lo llevó a toparse con la muerte.
<<Mañana puedo ocuparme de la ropa>>, pensó. Y ahí mismo, cayó dormido.
Al amanecer, el estruendo de la puerta principal abriéndose de par en par lo despertó. Lo siguiente, fue la cabaña minada de hombres uniformados, policías que venían por ellos.
Entre un par de oficiales, lo levantaron para llevarlo al exterior y lo obligaron a mantenerse de pie, de cara a una pared, donde también lo esposaron. De inmediato, Irvin, Caleb, Sebastian y Jude, también llegaron. Atrapados.
Apenas tuvieron tiempo de mirarse y ese preciso instante bastó para entenderse: pacto de silencio.
Entonces, Maximus solo pudo pensar en ella. En los planes secretos y la dulce huida. Aquello era lo que más le dolía, un ardor incandescente atrofiándole el cuerpo.
La había perdido para siempre.
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Hola, ¡bienvenidas/os a esta nueva historia! Para aquellas/os que ya me leen, es genial tenerlos por acá también y para los nuevos, espero que la historia sea de su agrado y decidan quedarse.
En fin, me muero por saber: ¿Qué les pareció? ¿Están ansiosas/os por leer el capítulo 1? Espero que les haya gustado.
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Gracias por leer y por el apoyo.♥
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Asuntos ilícitos
Mystery / Thriller❝El mundo ardía y yo, solo pensaba en estar contigo❞ ☾✰ Luna se preguntó por qué él lo hizo. Le dolía como el infierno. Pensó en los planes, el amor, la pasión y los secretos. En las personas que habían herido. Pensó en él. ¿Acaso lo que vivieron si...