𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 1

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𝑙𝑢𝑧 𝑑𝑒 𝑙𝑢𝑛𝑎

Agosto, 2012

MAXIMUS

Así que Luna se llama la ladrona que está quitándome a mi mejor amigo frente a mis narices. Que nombre tan ridículo. ¿En qué estaban pensando sus padres cuando decidieron llamarla así? Supongo que acompaña a la perfección su cara de tonta, aunque no es tan ridículo como las dos trenzas que cuelgan a los costados de su cabeza, tampoco se compara con los brillantes pendientes de estrellas que decoran sus orejas o la cantidad de brazaletes que lleva en la muñeca.

¿Por qué Jude me cambiaría por una niña tan patética como Luna?

Ugh, hasta pronunciar su nombre me da arcadas. Quiero vomitar.

—Traje a Luna. ¿Te molesta? —pregunta Jude, la chica de cabello oscuro está de pie unos centímetros detrás.

—No tiene skate —le digo, indiferente. Aunque estoy tan frustrado que quisiera gritar y arrancarme todos los pelos de la cabeza.

—Le voy a prestar el mío —contesta con absoluta tranquilidad. Mi ceño continúa fruncido, ella se adelanta, como si intentara entrometerse.

—¿Prestar? Si ni siquiera debe saber andar —retruco, esperando incitar el lado asustadizo de Jude. Despertar en su imaginación que Luna podría caerse del skater y hacerse daño, es mi objetivo. Tal vez hasta consiga que la niña se marche a su casa.

—¿Nunca te dijeron que las personas pueden aprender? —irrumpe desde atrás. Oh, vaya, la chica habla y su voz es tan dulce como chillona, algo me dice que oírla por demasiado tiempo me provocaría un buen dolor de oídos.

Pongo los ojos en blanco y le hago una mueca horrible intentando espantarla. En mis doce años de vida, espanté a un montón de niñas y niños estúpidos haciendo expresiones que se asimilan a un demonio.

—Las niñas patéticas como tú, no —me burlo. Dejo caer el skate en el piso, me deslizo sobre él y comienzo a tomar distancia del par. Lo último que oigo es un <<Max, espera>> de parte de Jude, pero ya estoy demasiado lejos.

Desde hace un par de meses, cada viernes por la tarde nos reunimos en el parque de patinaje. Jude fue quien me animó a hacerlo, su mamá le regaló una patineta y necesitaba un compañero. Entonces, como hacemos todo juntos desde que tenemos ocho años, le pedí a mis padres un skate. Se los pedí tres veces, pero ninguno se acordó, hasta que la ama de llaves se apiadó de mí y le preguntó a mamá si podía usar dinero para comprarme una. De inmediato le dijo que sí.

Supongo que hay adultos que escuchan solo a los adultos.

Cuando lo obtuve, mamá me dijo que no lo usara en la casa porque <<rayaría los pisos>>, mientras que papá no estaba de acuerdo porque temía que <<descuidara el fútbol americano>>, así que llegamos a un acuerdo: entreno el resto de los días y los viernes pudo venir al parque.

El skate es divertido. No muero por él, pero pasar tiempo con mi mejor amigo siempre resulta un gran plan. Hasta que esa niña se entrometió en nuestra amistad y Jude se divide el tiempo entre ambos. La odio. Creo que la odio.

☾⋆⋆⋆☽

En medio de la práctica de un truco, observo a Jude y Luna encaminándose hacia a mí. Me detengo, dado que distingo al chico cabizbajo y reconozco que se está resistiendo para no llorar. Jude es bastante llorón, pero seguro está aguantando por la niña que no se despega de su lado.

—¿Y ahora qué? —los veo, perdiendo la paciencia.

—Me rompieron el skate —deja saber, su voz tiembla y se restriega un ojo. Entonces, noto que ambos cargan un pedazo. Se la quebraron al medio.

Asuntos ilícitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora