𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 8

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𝑡𝑒 𝑜𝑑𝑖𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑞𝑢𝑖𝑠𝑒 𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒

Septiembre, 2018.

LUNA

La tribuna deportiva se quedó en silencio el día que anunciaron el descanso de Maximus. Conozco lo mucho que le inquietaba tomar esa decisión y hacerla pública. Lo sé por las dos veces que me llamó emborrachado en madrugada, pidiendo que lo escuchara porque <<solo quería hablar conmigo>>. La primera vez, fue por la decepción que leyó en los ojos de su entrenador, tras comunicarle la lesión que le habían provocado. El hombre siempre se esmeró en cuidarlo como la pieza más valiosa del equipo, para que luego, echara a perder el esfuerzo en una estúpida pelea. Nunca me aclaró el motivo de ese ataque, pero estoy segura de que fue a causa de Irvin. Mi intuición nunca falla. Le dije que no debía tomarlo como si fuera el fin del mundo <<no es más que una pausa, te vas a recuperar y volverás a jugar>>. Creo que se quedó más tranquilo. Aunque acabó largando uno de sus bromas. <<Qué sueñes conmigo>>, dijo.

La segunda vez, dormía con Jude y el teléfono sonó. Dudé en atender, pero la voz interna que suele llevarme por mal camino, acabó por convencerme y me encerré en el baño para hablar. <<La gente va a odiarme. Soy la estrella del colegio>> expresó, muy preocupado. Debo admitir que reí ante su elevada autoestima. <<No puedo creer que llames para esto. ¿Qué importa si esa gente que apenas te conoce te quiere o no? No debería importarte>> argumenté en un tono de reproche, que llevó a que se hiciera un silencio. <<Tienes razón>> sí, comprobé que iba ebrio cuando me dio la razón. <<¿Por qué dejar que me afecten un puñado de desconocidos? Si la única persona que me importa, no me quiere>>. Me pregunté de que persona hablaba y dolió imaginar una respuesta. Le pedí que dejara de beber tanto porque sacaba su peor faceta sentimental. Al día siguiente despertaría sin los efectos del alcohol y volvería a ser el Maximus que todos conocemos.

Y así fue.

La gente no le dio la espalda, al contrario, el cariño y la admiración se incrementó. Continúo siendo la estrella que, además, sobrevivió a una desgracia y estaba recuperándose para salir al campo de juego y brillar. ¿No es eso poético?

Almorzaba en el centro del comedor, rodeado del resto de los miembros del equipo y un grupo de chicas que se divertían siguiéndolos a todas partes y coqueteando con una naturalidad que nunca entendería. Aun así, Max me reconoció desde lejos, levantó la cabeza y me sonrió, mientras me incomodaba ante la conversación que Jude y Sebastián mantenían.

Planeaban el <<viaje de sus vidas>>. Se trataba de irse al exterior el próximo año, a recorrer Australia mientras intentaban descubrir a que querían dedicarse. Ninguno estaba seguro a que universidad ingresar, ni qué carrera seguir. Yo tampoco lo estaba, pero debía estarlo, porque mis padres ni en sus mejores sueños podrían costearme un viaje de un año a las afueras del país.

—No quiero que te pierdas esto. Tienes que venir con nosotros —murmura, al mismo tiempo que acerca el celular para mostrarme la playa paradisiaca que visitarían el primer mes.

—Sabes que no puedo —reafirmo. No sé cuántas veces más tengo que repetirlo para que lo entienda—. Ya hemos hablado de esto, Jude —hago una mueca, apretando los labios.

—Podemos arreglar lo del dinero. Mis padres te adoran y dijeron que estarían más tranquilos si tú vienes —dice con entusiasmo, y mantengo la mirada seria. 

Sé que su familia me ha hecho un lugar entre ellos como si fuera una más, pero la realidad, es que no lo soy. Tengo la mía y no los abandonaré en el momento más difícil, aún tenga que trabajar noches enteras en la pastelería para sacar el negocio adelante.

Asuntos ilícitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora