CAPITULO 8.

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*Jared*

 Mientras conduzco sin rumbo, con Alex a mí lado, recuerdo lo que una vez leí por ahí: “Los ojos son ciegos. Hay que buscar en el corazón.” Ese recuerdo viene a mi mente por el simple hecho de ver a Alex. Al salir del hotel, ella, me pidió que condujera, pero no me dijo a donde, solo se sentó el asiento del copiloto y se quedo mirando por la venta hacia la nada. Al verla, veo a una chica triste y agotada. Quiero, pero no logro entender qué le pasa.

 Toda la tarde de hoy la pasé peleando con Connor, le exigí que me dijera todo lo que me estuviese ocultando, lo cual fue una pérdida de tiempo. Connor es muy leal, lo que puede ser tanto una valiosa ventaja como una horrible desventaja. Marcus, ni siquiera me contesta el teléfono, y de Benny ni se diga. Tal vez va siendo hora de que me mantenga al margen de la situación y me limite a hacer lo que vine a hacer, cuidar a Alex. Pero es que, sólo de verla…

 Connor me dijo que Alex iría al club “Kiss & Fly” para asechar a Kurt Anderson. En ese entonces, no tenía ni la menor idea de lo que se propondría, pero cuando la vi entrar y cuando la vi bailar… ¡Mierda! Juro que jamás había visto a una mujer tan inocentemente sensual con un toque de astuta provocación. Y por una desconocida razón para mí, al ver a Alex salir del club con Anderson hizo que mi sangre hirviera. No sólo porque sé que ese tipo es un maldito pervertido, sino porque no toleraba la idea de Alex con otro sujeto. ¡¿Qué mierda me está pasando?! Fue lo que me pregunte en ese momento y lo que me sigo preguntando ahora.

 Mientras esperaba a Alex fuera del hotel Kimberly, simplemente no podía quedarme quieto. Mi mente me estaba haciendo una mala jugada, pensando en todo lo que Anderson le estaría haciendo a Alex, no solo se me revolvían las entrañas sino que también me estremecía de rabia. No conozco muy bien a Kurt Anderson, pero sé lo suficiente de él como para no querer que Alex estuviera con él. Sin poder aguantar mis instintos asesinos por más rato, me baje del auto y entre al hotel. A medio camino, en el ascensor, mi celular sonó y era Alex quien llamaba. Connor me dijo que había puesto mi número en la marcación rápida de Alex por si había alguna emergencia, y como ahora estaba llamando, era obvio que había una emergencia.

 Los tipos apostados a cada lado de la puerta no fueron problema para mí. Sé pelear, peleo bien y eso me sirvió mucho está noche. Cuando entré a la suite lo primero que vi, debo admitir, fue la espalda desnuda de Alex y su brillante piel. Su vestido podría considerarse como arma mortal, lo digo en serio, pues algo así puede volver loco a un hombre de dos maneras diferentes, loco de placer o loco de celos. Para mí mala suerte, ambas locuras me invadieron. Pero lo que de verdad me impacto, fue que al acercarme a Alex ella reacciono de una manera, no solo alterada más bien, aterrada. Fue como si ella hubiese pensado que yo quería atacarla.

 Cuando salimos del hotel, lo hicimos en completo silencio. Y ahora seguimos igual. Yo la miro furtivamente y su expresión no cambia. Está perdida en sus pensamientos, y algo me dice que su corazón está igual de perdido. Quisiera ayudarla, en verdad que sí, pero si ella no me deja, ¿qué puedo hacer?

―Alex, no puedo conducir sin rumbo por toda la noche, ¿a dónde te llevo? ―pregunto rompiendo el silencio.

 Al escuchar mi voz, Alex reacciona. Parece que se quedo dormida con los ojos abiertos.

―No lo sé―dice en voz baja―. No quiero ir a casa, no tengo ánimos de enfrentar a mi padrastro. Ir con Hannah tampoco es buena idea, ella hará preguntas que no sé como contestar.

―Creí que Hannah es tu mejor amiga―comento.

―Así es.

―Entonces, ¿por qué le ocultas cosas?

―Porque hay ciertas cosas que es mejor que las personas no sepan―me dice, pensativa―. Hay cosas que duelen recordar, y aún más contar.

 Escuchar a Alex decir eso, hace que el hambre de mi curiosidad se vuelva más feroz. Ambos nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos.

Anhelo y Deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora