CAPITULO 23

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*Alex*

Ignorando el sabor de amarga bilis que inunda mi boca, conduzco hacia mi apartamento con Nick sentado, a mi lado, en el asiento del copiloto. Lo miro de reojo y observo que se ha quedado dormido. Admito que la idea de abrir la puerta y lanzarlo a la calle mientras tengo el auto en movimiento me resulta tentadora, pero me controlo. No puedo dejarme llevar por las emociones, hoy más que nunca.

Mientras cruzo el rio este sobre el puente Robert F. Kennedy, el recuerdo de la mirada que Connor y mi padre me dirigieron, cuando fui al rescate de Nick, me martillea la cabeza. Sé que piensan que me he vuelto loca y tal vez sea así, pero tengo mis motivos. Y el principal es quitarme tantos problemas de encima. No me importa lo que tengo que hacer, sólo quiero que todo esto acabe de una vez por todas.

Pero, sin duda alguna, la mirada que más profundo me caló fue la de Jared. Y ni siquiera sé por qué. Se supone que estoy furiosa con él. Pero ver todo ese resentimiento, reproche y dolor en sus bellos ojos me dolió más de lo que me gustaría admitir. Es que... no... no puedo creer lo importante que se ha vuelto, Jared, para mí. Se suponía que nada de esto pasaría, se supone que... Jared y yo no somos ni amigos. Y ahora...

Ahora, cada vez que veo a Jared muero de ganas de besarlo, abrazarlo y nunca soltarlo. Cada vez que pienso en él creo, fervientemente, en que el "felices para siempre" es posible. Estar lejos de él duele. Duele porque quiero sentir su descarada mirada en todo mi cuerpo y sentirme deseada. Duele por el simple hecho de necesitarlo y no tenerlo cerca. Y sin embargo, la chica orgullosa y testaruda que soy no me deja mirarlo siquiera. Aunque quiera, no puedo. No sabiendo que me mintió.

Tal vez Jared no me haya mentido directamente. Pero no me dijo, la verdad completa, de dónde conocía a Nick. Y si algo he aprendido de ser amiga de Hannah, una excelente abogada en potencia, es que hay muchos tipos de mentiras. Aunque Jared hay mentido por omisión, mintió al fin al cabo. Y yo ya no pienso tolerar que me mientan. No, ya no más.

Cuando al fin estoy frente a mi edificio, apago el motor de mi auto, guardo las llaves en el bolsillo interior de mi chaqueta, bajo y rodeo el auto hasta la puerta del copiloto. Abro la puerta y con cuidado despierto a Nick. Él abre los ojos, un poco desorientado pero, en cuanto me ve, sonríe y como puedo le devuelvo la sonrisa.

―Hemos llegado―le digo en un tono dulce.

Ayudo a Nick a bajar del auto y caminamos hacia la puerta de mi edificio, entramos y subimos a mi apartamento. Mientras subimos, rezo en silencio porque Hannah no se encuentre en casa, no soportaría otra mirada en la que me dicen que me he vuelto loca y menos viniendo de ella. Además, sé que si Hannah me ve entrar con Nick es capaz de corrernos y echarnos a la calle ella misma. Cuando llegamos a mi puerta, la abro y al entrar, agradezco al cielo porque, Hannah no está por ninguna parte.

Llevo a Nick directamente al baño de mi habitación. Lo siento sobre la tapa del excusado mientras busco mi botiquín de primero auxilios que está detrás del espejo del lavamanos. Mojo una pequeña toalla con agua caliente y comienzo a limpiar todo rastro de sangre y suciedad del rostro de Nick. Una vez que he limpiado la mayor parte de su rostro y desinfectado todas sus heridas, abro la ducha y le pido que entre.

Con una sonrisa arrogante, Nick comienza a desvestirse frente a mí y entra en la ducha. Muy a mi pesar, me duele admitir que Nick no está nada fuera de forma. Sus hombros son anchos y su cadera estrecha, tiene el abdomen marcado en cuatro secciones, aunque noto algunos moretones; y una V marca el camino hacia su miembro, sus piernas están torneadas al igual que su trasero. Pero al verlo, realmente no lo estoy viendo a él. Yo veo a Jared.

Cierro los ojos y recuerdo aquel excitante espectáculo de ver a Jared desnudo frente a mí. Sus hombros anchos, sus brazos fuertes, sus manos grandes y expertas pero cariñosas. Sus pectorales y su abdomen marcado en seis secciones duras y firmes pero suaves al tacto. Y su V, esa maravillosa V que marca el camino, no sólo a su miembro, sino al paraíso. Sus piernas fuertes y musculosas. Y su trasero..., Dios, su trasero firme y redondo pero suave como el de un bebé.

Anhelo y Deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora