CAPITULO 7.

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*Alex*

 Mientras me miro en el espejo de cuerpo entero que hay en mi habitación del apartamento que solía compartir Hannah, pienso en lo que le dije a Connor está mañana. No puedo vivir con miedo toda mi vida. Lo que me sucedió no debe sucederle a ninguna mujer ni a cualquier persona, el sentirse violada y ultrajada es la peor sensación de todas. Por más que me cueste estar cerca de un hombre, tengo que superarlo pues toda mi vida estaré rodeada de hombres, quiera o no.

 También quiero depender de mi misma. Lamentablemente, los cuentos de hadas solo están llenos de mierda, hacen que las mujeres creamos que siempre habrá un hombre para protegernos cuando la realidad es que no es así, esos mismos hombres pueden hacernos daño. Pero ahora que lo pienso, creo que en vez de que las mujeres aprendamos a no ser violadas y maltratadas, los hombres deben aprender a no violar y maltratar a las mujeres. Sé muy bien que no debo hablar en plural pues, no todos los hombres son malos y también hay mujeres que abusan del sexo masculino. Sin embargo, recordar aquella noche en que casi me violan, me hace desconfiar de cualquier miembro del sexo masculino.

 Pero ahora tengo prioridades más importantes que mantener intacta mi “pureza”, por decirlo de alguna manera. No conozco a Kurt Anderson tanto como quisiera para manipularlo, pero recuerdo que Nick solía decirme que su padre es un mujeriego empedernido. Y hecho de que Nick le haya pedido a Benny que me prostituyera podría ayudarme a acercarme al señor Anderson. Tendré que contener mi repulsión y asco hacia él por el tiempo suficiente para conseguir la información que necesito. Además ese me podría ayudar a superar mis miedos y ansiedades. Sería algo así como una prueba para mí misma.

 Respiro hondo para armarme de valor y vuelvo a repasar mi aspecto en el espejo. Zapatos negros de tacón alto; vestido de encaje rojo, muy corto y entallado, por enfrente bastante decente pero con un escote pronunciado en la espalda. Mi cabello suelto y alborotado completa mi atuendo. Retoco el delineado de mis parpados que hace que el color gris de mis ojos resalte con intensidad. Tomo mi cartera con mi celular y mis llaves, me cubro con una gabardina negra y salgo de mi apartamento.

 Cuando estoy frente al “Kiss & Fly”, el club nocturno en donde Connor me informo que estaría Anderson, el chico del valet me ayuda a bajar y se lleva mi auto hacia el estacionamiento. El portero me deja pasar inmediatamente, lo que hace que las personas de la fila se quejen un poco. El club está hasta el tope de gente, muchos hombres y mujeres bailando, bebiendo, riendo, coqueteando entre sí. Las luces estrambóticas del lugar apenas me dejan ver nada. Me abro paso entre la gente hacia el borde de la pista de baile. Y entonces lo veo.

 Kurt Anderson está en una de los exclusivos reservados con dos mujeres a cada lado de él, en total está con cuatro, la competencia. Será difícil llamar su atención si está rodeado de varias mujeres, y muy hermosas por cierto. Entonces recuerdo la táctica que uso Hannah una vez en preparatoria para llamar la atención del chico que le gustaba. Hannah comenzó a bailar y no sólo su prospecto la miro embelesado, sino que todos los demás chicos estaban babeando por ella. Tal vez me funcione el mismo truco. Doy media vuelta y me dirijo hacia la cabina del DJ y le pido una canción en específico, él DJ accede encantado en cuanto le paso un billete de cien dólares. Las piernas me tiemblan, y gracias a eso y a lo alto de mis tacones, apenas puedo caminar.

 Nerviosa como nunca antes, camino decidida al centro de la pista. Justo en el momento en que comienza a sonar por todo lo alto “Rude Boy” de Rihanna, un mesero se acerca a mí, yo me quito la gabardina y se la doy. Entonces comienzo a bailar. Debido a que no puedo hacer mucho con los pies, por los zapatos, me limito a mover las caderas, la cintura, los brazos y la pelvis. Doy vueltas, me retuerzo, me toco el cuerpo con las manos y consigo mi objetivo. Las personas que me acompañaban en la pista, ahora, han dejado de bailar y han formado un círculo a mí alrededor. Todos los presentes me miran sin excepción. Sí, Kurt Anderson también. Por el rabillo del ojo, compruebo que Anderson ha dejado a un lado a sus exuberantes acompañantes y solo tiene ojos para mí. Misión cumplida, me felicito mentalmente.

Anhelo y Deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora