Bailemos

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6:17. am.

No quería salir de las cobijas, hace unos minutos Maria José vino a despertarme, pero le dije que me encontraba indispuesta, que otro día, lo aceptó y se fue, no sin antes darme un beso en la mejilla… mis pensamientos se ordenan por un momento, pero llega ella y como un huracán destroza todo lo que construí. Me levanté y me alisté para ir al campus. La vida de los estudiantes a veces es irritante. Mientras la espero pongo una serie llamada Los 100, junto con Poché ya habíamos terminado la primera temporada, pero me ganó la curiosidad y me puse a ver la segunda, se que había prometido verla juntas, pero de verdad no pude aguantar la intriga, solo espero llegue cuando el capítulo terminé.

— Hola.

La voz de Poché interrumpió mi esperado capítulo justo cuando faltaban cinco minutos para que terminará, rápidamente apague el televisor.

— Hola.

Respondí, ella me quedó viendo de forma misteriosa. El sentimiento de culpa estaba presente en mi pecho, suena idiota pero me sentía mal por no verla con ella, me dolía el dorso de la mano.

— En cinco minutos estoy lista.

Se fue a bañar y justo pude relajarme, busqué un par de cosas para llevar, al parecer haríamos un proyecto de ciencias, solo esperaba que no fuera algo que incluyera una explosión. El semestre pasado nos dijeron que lleváramos un químico que era inflamable y como siempre no tengo buena suerte, el líquido se cayó en la mesa, pero lo recogí y cuando encendieron un cerillo la mesa se estaba incendiando… nunca supieron que fue mi culpa.

En frente de mi ya hacia una María José bañada y ligeramente maquillada con unos jeans color negro señidos a su cuerpo, un top y una camisa color negro. Vestía toda de negro.

— Vamos. — Salí de mi trance cuando hablo.

Espero que hoy sea un buen día.
El tráfico era insoportable, María José movía mucho su pierna izquierda y yo no paraba de morderme las uñas, lo cual para mucho es asqueroso, pero la verdad es que no se puede controlar, cuando menos lo esperas ya te las estás mordiendo otra vez.

— Y si voy corriendo al campus. — Exclamó fuerte mi acompañante.

Para llegar al campus faltaban diez minutos y en cinco cerraban las puertas. Nos hubiéramos quedado a dormir haya y no en el apartamento.

— Estas loca.

María José sin previo aviso bajo del auto y corrió, lo bueno es que estábamos al lado de la banqueta, en estos momentos la odiaba, algo me decía que fuera detrás de ella por si algo le pasaba, pero también que pasaría con mi automóvil, no lo puedo dejar aquí… joder debo de quererla mucho para hace esto. Marque el número de mi papá y le dije que mandara a alguien por mi automóvil, me preguntó si me encontraba bien y le dije que no se preocupara, cuando termine la llamada salí del auto y me asegure que esté totalmente cerrado y me eché a correr con todo. Poché me llevaba casi media cuadra, la podía ver como corría, hasta que tropezó con alguien, corrí más rápido a su auxilio. El joven la ayudó a levantarse y observe como platican un poco.

— Estás bien. — Pregunté jadeante.

— Calle. — Dijo con sorpresa. — Pensé que te habías quedado en el coche. — Confesó, pronto la mirada de ella se centró en aquel chico, era alto y un poco musculoso, vestía de lo más tranquilo y sus ojos color marrón oscuro resaltaba en su rostro.

— Lo siento. — Se disculpó con María José, no se quitaban la mirada de encima y me hacía sentir incómoda. — Mucho gusto, me llamo Cristóbal Haley. — Se presentó, quien jodidos se llama o apellida Haley.

Lejos De Nuestra ConstelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora