Epílogo

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Las letras a color blanco resaltaba en la lápida. Con mi mano tumbe algo de tierra que se mantenía a sus costados. Sonreí cuando observe los floreros, en su interior resaltaba los tulipanes que seguramente serían recién comprados. Eran sus flores favoritas. Tenía una leve idea de quien fue.

- Tu y yo sabíamos que no te equivocaste al escogerlo. - tome asiento en el pasto seco, era otoño y las hojas caían.

Mire alrededor y a lo lejos se veían tres siluetas, una chica, un chico y una pequeña figura.

- Sabes, aun no me acostumbro a esto. Mi vida ya no es miserable. Y aun que te extraño cada día, ahora puedo mantenerme de pie. Gracias a ti.

De mi bolsillo saque una rosa de papel hecha por mí, la coloque en el florero cuidando no maltratar los tulipanes.

- Me tenía que dar un golpe muy fuerte para ser mejor. - suspiré tomando mi rostro en mis manos. -Tu fuiste ese golpe. Juro que estaba apuntó de caerme, pero no fue así.

El ladrido de un perro se escucho por todo el lugar en eco, logrando que sonriera.

- Han sido cinco largos años. - susurre. -En lo que a mi respecta e cambiado demasiado, no físicamente. Me refiero a lo emocional... Me mantuve un año entero en un centro de rehabilitación... La daniela de antes diría que es una pérdida de tiempo, pero en verdad me ayudó a sanar.

Me mantuve en silencio un buen tiempo, sin saber que decir y pensando en todo lo que hice en cinco años. El primer paso para sanar fue ir a rehabilitación y alejarme de todo lo que me hacía daño, Rigel todos los días hiba a visitarme y eso me motivaba. También hiba a terapia con una psicóloga, al parecer todo lo que viví fue traumatico, desde los amoríos que tuve, mis padres y mi mejor amiga. Fue un colapso para mi mente recordar todo.

Mis amigos, bueno ellos siguieron con sus vidas, el único que se mantuvo siempre fue Nicholas, Dylan y Esteban, los demás persiguieron sus sueños, no los culpo. De Benjamín lo último que se de su vida es que esta comprometido con una modelo brasileña y es genial saber que encontró a alguien que lo ame. Las cosas con Román... Son estupendas.

- Román salió de terapia el mismo año que yo, nuestro reencuentro fue tan trágico como la primera vez... Derrame mi helado en su camisa. - sonreí recordando su enfado al manchar su camisa favorita.

Pude sentir una brisa cálida de agua, lo cual era imposible ya que no había ni una sola nube.

- Te puedo sentir. Se que me estás escuchando. - cerré los ojos disfrutando de la brisa.

Al abrir los párpados me encontré con tres pares de ojos mirándome, los tres de diferente color. Verde, gris y marrón obscuro. Les sonreí y los invite a mi lado.

Ramón fue el primero en llegar a mi lado.

- El es Ramón, es un pug, recuerdo que siempre quisiste uno y que llevara un nombre extraño. - acaricie la cabeza del cachorro. - Lo adoptamos hace cinco meses. Y tu eres su tía favorita. Siempre le hablo de ti.

Alguien tocó mi hombro del lado derecho, volteé mi rostro y la observe con una sonrisa. Lucía hermosa, como todos los días. Con cuidado de no recargar nada de mi peso en Rigel me levante del césped y le extendí mi mano, la nombrada la acepto y con cuidado fuimos bajando, tratando de que para ella no fuera incomodo, cuando por fin nos sentamos en el césped Rigel respiro profundo.

- ¿Cariño estas bien.? - le pregunté.

Ella me miró con una dulce sonrisa.

- Tranquila, estamos bien. - contestó.

El brillo en sus orbes podía alumbrar la gran ciudad si ella quería y eso me encantaba.

Román apareció a mi lado izquierdo y se sentó bruscamente, haciendo que un quejido salga de sus labios.

Lejos De Nuestra ConstelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora