Perder Para Vivir

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- No te vayas. - suplique.

- Nunca lo haría.

Se acercó y situó sus manos frías en mi mejilla, me beso con delicadeza y sin recelo.

- Quédate otra vez, toda noche y toda la vida. - murmure.

- Te lo juro. - susurro volviéndome a besar.

Me levanté abruptamente tomando mi cabeza entre mis manos, esta dolía, parecía que explotaría en cualquier momento. Mierda, creo que no debí beber tres botellas.

¿Cuándo terminarán las pesadillas?.

Antes era mágico soñarla, ahora solo quiero despertar lo más rápido posible, es una pesadilla que me consume y se siente como si nunca acabara.

Sostuve mi cabeza entre mis manos, hasta que se escuchó la puerta ser tocada.

- Adelante. - murmuré con voz ronca.

El rugido de la puerta al ser abierta hizo que me doliera más la cabeza.

- ¿Te sientes mejor?

- Pude haber estado peor.

- ¿Cómo hace dos semanas?. - preguntó con cautela.

- En realidad, se sigue sintiendo como hace dos semanas.

Me levante de la cama con pesadez, me coloque mis tenis y una chaqueta de cuero a color negro.

- ¿Saldrás?, es muy temprano Daniela. - cuestionó en tono de regaño.

- Prometo regresar temprano Cool, además iré al instituto.

Fui al baño rápidamente a asearme un poco tan siquiera.

- Eso dijiste ayer. - grito desde mi cuarto.

Con rapidez salí del baño, porque se me estaba haciendo tarde para ir al instituto.

- Lo sé. - murmure.

- Tan siquiera desayunaras ¿no?.

Colocó sus manos en sus cintura viéndome fijamente. Lo ignore y levante un cigarrillo.

- Eso no es comida Daniela. - reclamo.

Lo dejé ahí parado y salí del pequeño apartamento.

Mientras caminaba por las calles de la gran ciudad pensaba en el infierno que estaba viviendo, todo se vino abajo apenas ella subió a ese avión. Mi padre me rechaza y mi madre, ella está avergonzada de mi. Mis amigos... a ellos no les he podido dar la cara, cuando se acercan a mi solo los ignoro. No había querido ir al instituto, todo me recordaba a ella, la podía ver hasta en las jodidas estrellas.

La relacioné con todo mi mundo y ahora no se verlo sin que duela.

Mariana intentó buscarme, pero al final le dije que no quería a nadie. Ni siquiera a ella. Fui demasiado cruel, pero no puedo hacer como si nada hubiera pasado. Al final ella regresó a su universidad sin despedirse, lo cual profundamente agradecí.

Cool aquel día que caminaba sin rumbo después de haber estado en aquella montaña me encontró y me ofreció su casa para quedarme, sin esperar mucho, acepté su invitación ya que no sabía a dónde podía ir, mi apartamento y el instituto no eran una opción.

Dylan era con el único que mantenía contacto. No tan seguido porque le había pedido espacio. Necesitaba sanar para no lastimar a los demás y aunque sabía que tardaría demasiado, prefería esperar a dañar a alguien.

Lejos De Nuestra ConstelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora