Capítulo 23

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「Setimientos desbordados」

Los cálidos y brillantes rayos del sol atravesaban el vidrio de la ventana, traspasando por las cortinas. A luz de la mañana iluminaban la esbelta figura de cierto chico japonés que se encontraba acostado boca arriba contemplando el techo, sin decir ninguna palabra.

No había dormido.

No había sido capaz de pegar ojo en toda la noche.

Podía sentir como su cuerpo se sentía cansado y pesado, pero no podía cerrar los ojos y relajarse lo suficiente para dormirse.

¿Cómo iba a hacer eso?
Aún tenía un montón de sentimientos y pensamientos revoloteando dentro de su mente y la intensa intranquilidad... Era suficiente para que no se calmara.

Unos ligeros pasos se fueron acercando hacia él, no mostró expresión o sentimiento alguno hacia quien era.

— Eiji ¿Estás despierto?

Era Max.

Se incorporó lentamente, dejando ver lo terrible y descuidado que estaba. Su cabello estaba desordenado, se podían ver sus ojeras y su mirada... Había perdido todo brillo.

Se ve muy mal...

Pensó Máx.

— Puedo ver por tus ojeras que no dormiste Eiji. — comentó mientras tomaba asiento frente a él. — Supongo que hoy no vas a asistir a clases.

Eiji no pudo decir nada.

Máx era capaz de entender que Eiji no sintiera ánimos en hacer las cosas, de hecho, él tampoco tenía ganas de levantarse y empezar el día.

Pero por más que sus deseos fueran quedarse en casa o estar en la estación de Policía, no podía, tenía alumnos, jóvenes que lo estaban esperando en el Instituto.

Miro hacia su reloj de muñeca y soltó un suspiro.

— Aún es temprano, deberías dormir un poco.

Sabía que Eiji se iba a negar a descansar, que iba a decir que prefería estar despierto que dormir unas horas; claro que lo entendía, pero no podía permitir que aquellas decisiones tomadas en medio del dolor empezarán a perjudicar su salud y sus estudios.

Como ya había predecido; Eiji se negó.

— Mira Eiji.... entiendo que es difícil pero intenta no decaer mucho, sabes.

Nunca fue bueno dando consuelo emocional a las personas.

Siempre lo arruinaba.

— Tan bien es difícil para mí, pero debemos mantenernos firmes.

Eiji sólo escuchaba en silencio, sin decir nada.

Se repetía las palabras que le decía el mayor para que se quedarán grabadas en su mente y memoria.

Tenía razón.

Se le estaba acabando el tiempo, pronto tendría que dar clases y todavía no había salido de su casa.

Se puso de pie y apoyo su mano en el hombro del japonés.

— Intenta descansar, si. Jessica estará para lo que necesites, pero debes descansar.

Se alejó cerrando la puerta detrás de sí.

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