10. Desconfianza

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Tan errado es desconfiar de todo, como confiar en todo

Hoy me había despertado más vigoroso y alegre de lo habitual, por lo que había planeado todo el día con mi hija, ya que esta semana he estado un poco ausente. Lo primero era desayunar y vestirnos para ir a comer con la familia. Luego saldríamos a pasear por algún lado y luego llevarla al parque un rato, pero antes de salir de la cama para ducharme y prepararme agarré mi teléfono. Al mirarlo, me di cuenta de que no había ninguna clase de mansaje o llamada de Gael, por lo que me decepcioné un poco al no encontrar lo que buscaba. De todos modos, me levanté de la cama dejado el teléfono a un lado de esta y me dirigí al baño. Al salir de la ducha escuche mi teléfono sonar y lo primero que vino a mi mente fue Gael. Rápidamente cogí una toalla y la enredé en mi cintura, para luego salir con prisas del baño hasta llegar a mi cama y coger la llamada.
- ¿Diga? – enuncie al coger la llamada sin saber quién me estaba llamando
- Hola, guapo – dijo una voz femenina al otro lado del teléfono, Adela. – veo que te ha entusiasmado que te llame, por como as contestado a el teléfono – al comprender quien era, me desilusioné un poco al saber que no era Gael – yo también tenía ganas de hablar contigo – dijo después con un tono meloso, y pensé. Sí, tenía ganas de que me llamase alguien, pero no tu.
- Adela – nombre con un poco de desgana en la voz – ¿cómo estás? – dije después sin saber que decir mientras pasaba una mano por mi cabello mojado.
- Deseando verte, y aún más después de que ayer nos interrumpiese tu inoportuna secretaria – contestó con un tono intimo – ¿y tú qué? – preguntó ella mientras yo me secaba con otra toalla que había cogido del baño.
- Yo, pues bien – respondí sin prestarle atención, ya que buscaba ropa para vestirme.
- No, tonto, digo que si también tienes ganas de verme – repuso esta con una risita.
- Ah, sí, claro – dije sin pensar mientras me vestía
- ¿Nos vemos para almorzar?, Y ya vamos viendo luego.
- Pues no puede ser pasaré el día con mi familia e hija – conteste mientras me peinaba frente al espejo.
- Ah, ¿y esta noche? – preguntó algo ansiosa.
- Pues no sé a qué hora podre, porque como pasare el día con mi princesa lo mismo acabo tarde...
- Bueno no, pasa nada tú me avisas cuando acabes – expresó está un poco molesta, como si estuviese hablando un trabajo o algo banal, algo que molestó – de todos modos, estaré despierta hasta tarde por si te quieres pasar – dijo para después colgar.
Al colgar Adela, me quede un poco extrañado por su reacción, ya que nunca me había hablado de esa forma con mi hija. Como si le molestase que pasase tiempo con ella o fuese una carga pesada para mí, o mejor dicho para ella. Algo que dudo, si no ya me hubiese dado cuenta antes. Otra posibilidad es que estuviese molesta por cómo le había estado evitando últimamente, cosa que no he hecho a propósito. Ya que esta semana no he tenido tiempo para casi nada (excepto para Gael, con el cual había estado obnubilado). Al recordar a este volví a mirar mi teléfono, esperanzado de en encontrar un mensaje o llamada de parte de este, pero nada. Estaba impaciente por recibir una llamada o mensaje del joven, tanto que en menos de una hora ya había revisado el teléfono. Buscando cualquier rastro de contacto de este en el aparato, cosa que termino siendo una pérdida de tiempo, ya que seguía sin haber nada de parte de Gael. Sin poder remediarlo, acabé recordando que no hace mucho estuve esperando una llamada de este que nunca llego, de no ser porque por casualidades del destino lo encontré trabajando el restaurante aquella noche. Y justamente ahora volvía a estar en una situación similar o peor, porque antes no sabía lo que se ahora. Antes no comprendía que era lo que tanto buscaba de él, pero después de lo que paso ayer lose. La atracción que sentía por él era con mucha diferencia la más fuerte que he sentido por alguien en mi vida; algo que comprendí antes de besarlo. En cuanto al beso, es algo que no sé cómo explicar, ya que en mi mente circulaban cientos de palabras para describir lo que sentí, pero a la misma vez ninguna de ellas se acercaba ni lo más mínimo a esa sensación.
Con largo suspiro acabé guardándome el teléfono en el bolsillo y terminar de arreglarme para ir a buscar a mi princesa, ya que los domingos era el único día que podía dedicarme a ella sin ninguna interrupción.



Después de que el patriarca terminase su sermón hicimos un descanso de media hora para desayunar y charlar, hasta el próximo sermón impartido por el ministro del día, ósea mi madre. Así que todo el mundo salió de la iglesia para desayunar, charlar y, o en el caso de mi hermana fumarse un cigarrillo. Yo como todos los demás salí a la plaza para tomar un respiro, pero a diferencia de los demás feligreses, para mi si fue un verdadero respiro salir de allí. Aunque fue solo una tediosa hora lo que duro el sermón, para mí fue como si hubiesen pasado un siglo entero, escuchado a un hombre hablar de una diosa ausente que no le importan sus feligreses (y que posiblemente no exista). Y de una estúpida religión que nos enseña que el origen de todo lo bueno que nos pasa en nuestra vida es gracias a una mujer cósmica y mágico que no hace acto de presencia, y que las cosas malas que nos pasan son por nuestra culpa y que bien nos pasan para enseñarnos una lección, para castigarnos por haber cometido un error o que solo nosotros tenemos la culpa de lo que nos pase, por no seguir sus designios. Lo que me frustra y molesta, porque quiere decir que todo lo malo que nos pasa es por su culpa al igual que lo bueno, y que esta es una diosa cruel que nos castiga por no hacer lo que ella nos dice, o mejor dicho nuestro sacerdote. ¿No se supone que una diosa es todo amor y felicidad, y que según él nos protege de todo mal?, entonces de ser así ¿dónde estaba ella aquella noche? ¿porque no me protegió o evito que aquello pasase? ¿dónde estuvo esa supuesta protección y poder cuando Karina y su grupo de amigos me torturaban, humillaban y maltrataban? ¿acaso yo me merecía todo eso? Ah, es verdad, se me olvidaba que soy un sucio mestizo medio humano que no merece su gracia. O al menos eso era lo que decía Karina y sus amigos cuando me escuchaba rezar entre lágrimas mientras sufría sus maltratos y humillaciones. Como aquel día de San Valentín, donde me llego una carta de Kieran declarándome su amor, diciéndome que nos viéramos en el baño del patio. Para después descubrir que en realidad era una trampa de Karina y su círculo popular, para aprovecharse de mi ingenuidad y mi escasa magia para inmovilizarme, y vestirme con ropa de chica además de maquillarme como una. Para luego dejarme salir al patio donde otros pocos de sus amigos me esperaban para tirarme un montón de papeles higiénicos usados de color rosa, con sangre. Y yo tener que ver a todo el mundo como se reían de mí y mientras mis torturadores le decían a todos los demás, que yo era un sucio mestizo hibrido que me gustaban los chicos y que por eso me gustaba sentirme una niña.
Y así fue como todos en el instituto se enteraron de mi homosexualidad, viéndome vestido con ropa de chica, maquillado y con millones de trozos de papeles rosas usados por diferentes personas; los cuales había sido usado para toda clase de cosas higiénicas. Mientras todos se reían de mí y me insultaban. Por eso y por muchas cosas peores no creo en ella, en Diana. La poderosa diosa de la luna, la caza, los animales y la noche, capaz de todo, excepto de salvar a un pobre chico de que le quiten su inocencia y ganas de vivir con la peor de las agresiones.

Luego de salir del baño al tener que limpiarme la cara de las lágrimas que no pude evitar derramar al revivir ese mal recuerdo, me alejé un poco buscando un lugar tranquilo para despejarme y estar en paz. Así que después de unos minutos encontré un lugar totalmente vacío entre los edificios de la plaza, casi saliendo de esta y cerca del jardín este. Aquí sentado en la entrada del jardín podía respirar el agradable olor a hierva fresca y lirios. Odiaba tener que venir a la iglesia, pero no por el interior de sus muros, ya que cada parte de su interior era hermoso. Como los jardines con toque mágico, repletos de bonitas flores, que en su mayoría eran lirios. O las magníficas edificaciones, como el pequeño anfiteatro romano, construido hace siglos. El hermoso y vetusto estanque de malaquita, rodeado de hermosos lirios azules. Y el glorioso jardín oeste repleto de estatuas míticas, algunas hasta con cientos de años construidas y tan bellas como antiguas eran. A donde quiera que fueses entre estas tierras, podías notar el olor a magia y poder, ya que emanaba de cada esquina; como si fuese una enorme batería mágica ilimitada. Lo único que odiaba es tener que atribuirle esto a una falsa diosa y una religión tiránica, discriminadora y ególatra, tanto o más como sus feligreses...
- ¡vaya! —escuche decir una voz a mi espalda, que se me hacía conocida—por fin doy contigo—dijo otra vez la voz y al darme la vuelta me sorprendí al darme cuenta de quién era.
Kieran estaba solo a unos pasos de mi apoyado con su hombro en la pared de piedra, con una picara sonrisa ladina, la cual le marcaba un lindo hoyuelo en la esquina del rostro donde nacía su sonrisa. Este estaba terriblemente encantador con su cabello dorado peinado hacía arriba, cayéndole a un lado onduladamente. Con la camisa blanca arremangada en sus fibrosos brazos, hasta quedar a la altura de sus bíceps y ajustándose a estos, como si estuviese a punto de rasgarse. Mientras la camisa se ajustaba a su atlético torso, con los dos primeros botones de la camisa abiertos enseñando la base de su cuello y un poco de ese nervudo pecho. Y con sus escandinavos ojos azules, clavándose en mí.
Sin poder evitarlo quede cautivado por su belleza, tanto así que me quede paralizado al verlo hay, solo a unos pasos a distancia de mí. Por un momento me quedé en blanco, sin saber a quién le estaba hablando, pero al ver que no había nadie más que, yo sentí como mis nervios se tensaban como las cuerdas de una guitarra. Solo me costó unos segundos más para saber el motivo de que este quisiese encontrarme, y al ver como este dejaba de apoyarse en la pared para después comenzar a andar hacía mí, me hizo acordarme del error que cometí el viernes. Y sin poder evitarlo sentí una fuerte aprensión junto con un poco de vergüenza.
- Llevo queriendo hablar contigo desde esta mañana – dijo dando un paso con una expresión picara – mejor dicho, llevo queriendo hablar contigo desde el viernes – declaró mientras se detenía frente a mí a solo dos pasos de distancia – pero como no contestabas a mis mensajes o llamadas, tuve que resignarme a esperar verte en la universidad el lunes, pero parece que Diana quiere que nos viésemos antes – continúo diciendo con aquella expresión divertida.
- Ah, ¿para qué? – pregunté con la misma cautela que tendría al estar frente a un majestuoso y bello, pero salvaje tigre. Este al escucharme alzo un poco sus cejas en señal de sorpresa, a la vez que note un leve brillo sus ojos, iguales a los de un felino al divisar a su presa en la lejanía.
- ¿Enserio me lo preguntas? – preguntó confuso para después volver a sonreír – pues porque tenías que aclararme una duda que tengo desde hace días – confesó sin dejarme responder a su pregunta – ¿podrías decirme de quien era el numero falso que me diste? ¿y por qué? – dijo frunciendo el ceño, pero sin quitar esa encantadora sonrisa.
- Ah, debí de haberme equivocado al dictarte el número, perdón – dije intentando parecer convincente al decir que me había equivocado.
- Eso explicaría la confusión de aquella anciana al contestar mi llamada – dijo este alzando un poco las cejas de forma pensativa – por un momento creí que me estabas haciendo una broma, con voz anciana, pero cuando aquella abuelita me grito molesta por interrumpirla en su telenovela, supe que el numero era de otra persona – continúo diciendo Kieran con una nota burlesca en la voz y yo tuve que reprimir las ganas de reírme al imaginarme aquella escena, de la abuelita gritándole a este por molestarla.
- Vaya, lo siento mucho – conteste, pero este cambio su expresión burlesca y me miro entrecerrando los ojos.
- ¿seguro? –  preguntó serio y yo asentí, sin decir nada – ¿sabes que creo yo? – preguntó, pero como si fuese para el mismo, dando un paso hacia delante – yo creo que me lo distes mal a propósito para que no pudiese contactar contigo, ¿verdad? – dijo asertivo, a lo que respondí con una negación y un gesto de sorpresa – ah, ¿no? Porque no creo eso de haberme dictado tu número mal, cuando te lo debes de saber de memoria y tampoco creo haberlo escrito mal – dijo este con una suave sonrisa mientras daba otro paso hacia el frente, quedando muy cerca de mí – sabes, no creía que ya fueses uno de esos chicos crueles que se burlan de uno y se creen inalcanzable, de los que van rompiendo el corazón sin detenerse a mirar – expresó con una sonrisa, pero no una de alegría, si no de amargura con un toque de tristeza.
- Te equivocas, no soy esa clase de persona que dices –respondí yo con seriedad.
- Pues no es la impresión que das – opino esbozando una sonrisa.
- Lo dices porque no me conoces – respondí casi sin darme cuenta.
- Pues déjame conocerte – dijo con rapidez tanto que creí haberlo escuchado mal.
- ¿qué has dicho? – pregunte confuso de haber escuchado algo que no era real.
- Que me dejes conocerte – repitió con sonrisa – darme una oportunidad para conocerte Gael Duran – dijo acercándose más a mí, tanto que podía oler su perfume a lavanda, almizcle y roble, tanto que si levantaba mano podría tocarle.
- ¿para qué quieres conocerme? – pregunte casi en un susurro, mientras admiraba su belleza.
- Pues porque creo que eres especial y si no lo hago me arrepentiré por siempre – dijo clavando su mirada en mí y se acercaba un poco más quedando casi juntos, solamente separados por centímetros de distancia, tan poco que podía notar su respiración, dejando escapar por esos finos labios rodeados por una corta barba de pocos días y bien perfilada, ajustándose en sus rostro anguloso – entonces que me dices – dijo casi en un susurro con esa encantadora sonrisa, tan brillante y hermosa como cualquier otra parte de su rostro que hacía daño con tan solo admirarlo. Inconscientemente baje mi rostro rehuyendo de aquella implacable belleza que siempre había admirado en la lejanía de mi soledad, pero entonces algo aún más increíble paso. Kieran levanto una de sus manos y con ella agarro mi barbilla, pudiendo sentir el tacto de sus dedos sobre mi piel, sintiendo un leve cosquilleo recorrer mi cuerpo. Empezando donde este había tocado; como si hubiese pulsado un botón secreto sobre mis nervios y con las misma levanto con delicadeza mi cabeza para que lo mirase – ¿me darás la oportunidad? – preguntó este con un susurro, entonces cuando levante la mirada y estas chocaron entre si sentí un fuerte magnetismo atrayente que me obnubilo por completo, y me atraía cada vez más hacía el cómo la gravedad planetaria. Tanto que podía sentir el roce de su cuerpo contra el mío, duro y firme bajo esa fina camisa junto con el aroma de su piel a perfume, jabón y a chocolate. Tan próximo que casi podía sentir sus labios robarme el aire de los míos, con solo un poco más para poder sentir el roce de sus labios...
Pero entonces un fuerte ruido me hizo despertar de ese ensoñamiento como si estuviésemos en una burbuja de jabón que ha sido explotada, por el aire y al darme cuenta, me separe de este dando un paso hacia atrás y dejando caer la mano de este de mi rostro. Para luego darme cuenta de que el estruendo que interrumpió el momento fue el sonar de la campana llamando a los feligreses para que acudan a la iglesia. Kieran al darse cuenta de esto también miro hacia arriba, con un gesto serio y algo molesto. Luego volvió a bajar la mirada hacía mi para decir algo, pero fue interrumpido por otra voz que me llamo.
- ¿Gael? – dijo Ben que estaba a unos pasos detrás de Kieran y cuando este se giró para mirar quien había llegado, la expresión de Ben cambio a una de sorpresa y extrañez
- ¡Ben! – exclamé, con demasiada alegría, ya que justamente había aparecido interrumpiendo a Kieran antes de que pudiese decir algo más. Entonces vi en el mi oportunidad para poder salvarme de este.
- Acaba de sonar la campana y tu hermana me ha mandado a por ti – explico este mirando a la escena confuso.
- Si, la acabo de escucha, vamos – dije esquivando a Kieran, para luego marcharme con este en dirección a la iglesia. Dejando a Kieran solo y sin oportunidad de que pudiese decirme algo más.

Luego de que terminase el sermón de mi madre, tuve que esperar un rato junto a Ben fuera, pendiente de Alexander. Ya que el consejo y se iban reunir para debatir algo importante. (el consejo se compone de los más importantes feligreses y pilares de la iglesia patriarca como líder del consejo, Cerinea como la elegida de Diana y los ancestros, los diez ministros como los brujos más poderosos y lideres espirituales, y por último, el circulo de sabios. Siendo un total de veintidós personas y tres de ellos familiares míos; mi madre, una ministra, mi hermana Shaina, en calidad de Cerinea y mi abuela materna, una de los diez sabios.) Estos raramente se reunían a no ser que hubiese que debatir algo de gran importancia y magnitud. Como yo había venido con mi madre, tuve que esperarla, menos mal que le había pedido a Ben que se quedase conmigo y para que luego se viniese a comer a mi casa con nosotros, algo que me arrepiento un poco. Ya que este no paraba de hacerme preguntas, referente a Kieran y que estaba pasando entre nosotros, algo que ni yo mismo sabía que decirle. Siempre he sentido algo por este, desde el instituto, pero siempre lo he ocultado ya que sentía a este inalcanzable para mí; como una estrella brillante en el espacio, hermosa, pero distante y lejana. Este al igual que los ángeles, pertenecía a otra categoría de personas de las cuales yo nunca podría alcanzar. Por eso me conformaba con verlo de lejos y soñar con cuentos de hadas, príncipes azules y un mundo pintando de arcoíris. Hasta que la realidad se mi impuso, con oscuridad, dolor, tristeza y repulsión hacía mí mismo. Desde esa noche supe que ninguna felicidad es posible y que ni el maravilloso Kieran ni nadie más podría fijarse en alguien como yo. Por eso me desconcertó cuando este quiso invitarme a un café el otro día y por eso me he sorprendido hoy, cuando este se ha acercado tanto a mí con interés, de conocerme. ¿desde cuándo un chico popular se fija en un nerd como yo?, Y menos todavía siendo el chico del cual has estado enamorado toda tu adolescencia. Y lo más raro de todo fue su comportamiento, tan cercado e íntimo hacia a mí, casi como si yo le gustase o le atrajese. Algo totalmente imposible para una persona como yo, por eso mismo no sabía que explicarle o responderle a Ben, porque ni yo mismo entendía lo que había ocurrido en ese momento.


Estaba en mi oficina terminando de revisar unos documentos para el nuevo proyecto del hospital. Al terminar llame a Dana para que los enviase para que comience la construcción de este. Luego de que esta se marchase mire mi teléfono esperanzado de tener alguna notificación, pero nada. Seguido de esto me levante de la silla exasperado y me acerque a la ventana para encenderme un cigarrillo mientras pensaba. Llevo desde ayer esperando alguna llamada de este o mensaje, sin recibir respuesta alguna. Y me encontraba algo desilusionado, frustrado y un poco molesto. Ya que desde que el sábado paso aquello, llevo mirando el móvil ansioso buscando alguna señal del joven. Estaba claro que Gael volvió a jugármela, me volvió a dar largas, como había hecho antes. Este momento me hizo recordar a todas aquellas chicas a las que le dije que las llamaría y después no hice, dándole largas y partiéndole el corazón, sin detenerme a pensar en cómo se sentían. E irónicamente yo, estaba sufriendo lo mismo que yo hice por tanto tiempo. Al parecer es verdad que el karma existe, ya que estoy siendo castigado con la misma indiferencia que yo mostré a tantas mujeres.
Luego de estar estrujándome el cerebro pensando en Gael y en qué poder hacer. Por lo que al final me decidí por ir al restaurante para poder encontrarme con el allí. Ya que, aunque tenía su número de teléfono no quería utilizar esa baza todavía para que este no viese lo desesperado que estaba por saber de él, sin antes intentar encontrármelo en el restaurante. Mientras iba en el coche, pensaba en que decirle si llegaba a encontrármelo. No podía evitar estar nervioso y ansioso por verlo, ya que desde que comprendí la fuerte atracción que sentía hacía el, tenía una excesiva necesidad por verlo.
Al llegar al restaurante me recibió la metre en la puerta para guiarme hasta mi mesa, mientras yo pasaba mi mirada por todo el lugar buscando a Gael entre los camareros que había en el lugar.
- Tome señor Adams, ahora vendrá un camarero a atenderle –explico la metre ofreciéndome la carta sonriendo.
- Me gustaría que me atendiese el chico del otro día, si no es mucha molestia – dije y esta se sorprendió al oírme.
- ¿Gael? – preguntó la mujer y yo asentí con la cabeza – lo siento señor, pero él no trabaja hoy – dijo la mujer con un gesto de lastima.
- Ah, creía que trabajaría hoy – respondí pensativo.
- El solo trabaja los fines de semanas y entre semana es muy raro que venga a no ser que alguien falte y su padre lo llame – explico ella de forma amable.
- ¿cómo que su padre? – pregunte curioso.
- Claro, su padre es el dueño del restaurante – explico con normalidad.
- ¿él es el hijo de Erwin Duran? – pregunté sorprendido y esta asintió.
- Si señor – respondió la mujer – bueno ahora viene un camarero a atenderle – dijo retirándose un poco avergonzada como si hubiese cometido alguna indiscreción.
Al irse esta me quede pensando en lo que había dicho. Entonces recordé el nombre del sobre de la librería y me sentí estúpido al no atar cabos antes. Gael Duran Excell, hijo de Erwin Duran y Celeste Excell. Hermana de mi socio Liam y tía de Adela. Al parecer es verdad que el mundo es un pañuelo, siempre lo he tenido cerca sin saberlo, ya que conozco a casi toda su familia. Y al parecer teníamos más en común de lo que yo creía. Ambos pertenecemos al mundo sobrenatural, solo que él es brujo y yo un licántropo. Pero lo más curioso de todo es que hoy había venido desesperado al restaurante para verlo, cuando esta misma noche me voy a encontrar con él en la cena de compromiso de su prima y el mío, en este mismo restaurante...

El Sol Poniente(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora