El Sol Poniente(Editando)

22. El Fuego Quebranta La Voluntad

El amor es como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera, que las llamas los que están dentro.

Jacinto Benavente

 
Yo no entendía la pregunta ni a que se refería. Pero Enzo no parecía el mismo que hace un momento me estuvo hablando con dulzura y que tenía una mirada tierna. Este Enzo me miraba con una frialdad glacial y con una voz severo.

-          ¿no te entiendo? — pregunté confuso, y este volvió a mirarme fijamente y su mirada me heló. Su mirada estaba cargada de rabia y furia. Como la de un lobo cuando esta apunto de atacar.

-          Quiero que me digas que es esto — dijo con un tono de voz más severo, casi dominante. A lo que yo dirigí mi mano a la base de mi cuello para ver a que se refería este. Y cuando lo toque supe de qué se trataba. Un breve recuerdo de ha noche me sacudió la cabeza y con ello un fuerte pánico. Acordándome de la mordedura de aquel hombre en mi cuello y de la que no había sido consciente hasta ahora. Luego de esto volví a mirar a Enzo que me miraba demasiado serio y no supe que decir.

-          Es una... — respondí lo primero que se me ocurrió a la vez que me tapaba esta con mi mano, pero eso no pareció funcionar. Es más, pareció enfadarse mas.

-          No trates de engañarme — contesto serio y dominante — ¿acaso crees que es la primera vez que veo una marca como esa? — preguntó a la vez que quitaba mi mano del cuello — esa es la marca que dejan los colmillos de un vampiro al morder — dijo en un tono acusador sin quitar la vista de mi cuello.

-          No es lo que tú crees... — dije intentando excusarme, pero este pareció enfardarse más, ya que retrocedió unos pasos para luego darse la vuelta y llevarse una mano a la cabeza.

-          ¿que no es lo que yo creo...? — contesto con un tono irónico a la vez que yo me acercaba a este con cautela — entonces dime que es — dijo luego alzando un poco más la voz a la vez que se daba la vuelta para mirarme. Al hacerlo vi una parte de el que no me gusto, una que incluso me dio un poco de miedo.

Se muy bien por mi familia que los licántropos tienen las emociones violentas más magnificadas que las demás. Por lo que le es muy difícil de dominar esa clase de emociones y a algunos les cuesta mantener su parte animal controlada. Y que casi todos mantienen una lucha interna intentando domarlas. Y ahora mismo me sentía como si estuviera delante del lobo y no de Enzo, el mismo tan caballeresco y pasional que suele ser. Este me miro con furia en los ojos y dio un paso hacia delante a la misma vez que yo retrocedía otro. Al ver esto me miro confundido y para luego tomarse unos segundos para analizar lo que acababa de suceder y su expresión cambió. Ahora en vez de mirarme furioso me miraba horrorizado.

-          ¿Me tienes miedo? — hablo para el mismo. Para luego mirarse las manos y volver a retroceder unos pasos — dios mío... — musito alejándose hasta llegar al coche y apoyarse en el capo de este con sus brazos.

Al verlo así de consternado murmurando para el mismo se me encogió el corazón. Con un dolor extraño y confuso, sintiéndome culpable de haberle hecho algún daño y me sintiese una mierda. Pero antes de que pudiese razonar o darme cuenta ya estaba al lado de este abrazándolo. Nunca había sentido el impulso de consolar a alguien o quererlo ver feliz como en ese instante. Enzo estaba de espaldas y al abrazarlo pude sentir lo tenso que este estaba. Toda su espalda parecía un enorme árbol macizo y tenso a mas no poder. Incluso se sobresaltó al sentirme, pero no me aparto ni deshizo el abrazo.

-          Perdón — susurre con los ojos cerrados abrazado a este sintiéndome terriblemente mal por todo. Por no haberle hablado ayer, por no contarle nada antes y por haberme apartado de el con miedo.