13. Caperucita Y El Lobo

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El lobo feroz no sabía que Caperucita no huía de él porque tuviese miedo de él, sino porque le temía al amor que su corazón sentía por aquel lobo.

No sé cuánto tiempo había pasado desde el comienzo de su abrazo, pero con mucho esfuerzo conseguí despertar de ese sueño, en el que había caído cuando este me abrazo. Así que con toda la voluntad y fuerza que pude reunir, interrumpí el abrazo para luego alejarme.
- ¿porque me pides perdón?, yo no tengo nada que perdonar – dije a la vez que me alejaba y me limpiaba el leve rastro de lágrimas de mi cara, antes de que se diese cuenta que estas se habían escapado de mis ojos.
- Te pido perdón por lo que pasó antes—contesto Enzo a mi espalda—sé qué crees que coqueteaba con tus hermanas, pero no es lo que crees— dijo volviéndose a acercarse a mí.
- Ah, no, porque eso es lo que parecía y por lo que escuche no soy el único que lo noto — refute molesto, porque estaba intentándome engañar con algo que yo mismo vi.
- Eso no es así, tú lo mal interpretaste — confuto pasando por mi lado y poniéndose frente a mi — mi cumplido no fue para ellas, sino para ti, pero no podía lanzarte cumplidos delante de tu familia sin perjudicarte — dijo mirándome fijamente, a lo que yo no supe que decir.
- ¿Por qué ibas a perjudicarme? — pregunté curioso sin saber a qué se refería.
- Porque tu familia no sabe que eres gay, ¿o me equivoco? — respondió dejándome sorprendido, por lo que solo pude responder con una negación — vez, por eso dije las hijas en vez de hijo, pero si no me hubiese ignorado hubieses visto que al decirlo te estaba mirando a ti — dijo luego con esa maldita sonrisa y sus preciosos ojos azules mirándome, para luego dar un paso al frente y acercarse más a mí, a la vez que levantaba su mano y la llevaba a mi mejilla — como puedes sentir celos de que me fije en alguien que no seas tú, cuando eres tú el que me trae loco, haciéndome ir todo el rato detrás tuya, mientras tú me evades y me rehúye, hasta tener que buscarte en todos lados — declaro con su irresistible sonrisa mientras se acercaba más, capaz de desarmarte en cuestión de segundos.
- Y de dónde sacas que estaba celoso — conteste quitándole la cara y mirando hacia mi derecha, pero esto no hizo que se él se alejara, al contrario, se acercó más.
- ah, ¿no? — preguntó a lo que yo respondí negando con la cabeza, pero Enzo otra vez agarro mi mejilla con su mano y me hizo mirarlo — no te creo, ¿sabes por qué? —preguntó otra vez, pero antes de que pudiese responder el hablo — porque me deseas tanto como yo a ti — dijo a la vez que levantaba mi rostro para que nuestras miradas se cruzasen — porque mueres por estar cerca de mi tanto como yo — explico arrimándose más a mí, pudiendo sentir su cuerpo con el mío — porque anhelas mis caricias; pudiendo hacer vibrar tu cuerpo con solo un leve roce y sentir tu sangre hervir del deseo bajo la piel — dijo a la vez que pasaba su otra mano por mi brazo, sintiendo como sus dedos subían por este, rozándome con delicadeza y aturdiendo mis sentidos, a lo que mi cuerpo respondió con una respiración acezada — y porque ansias tanto mis labios como yo codicio los tuyos — manifestó acercando sus labios a los míos y rozarlos con delicadeza, mientras nuestros jadeos se entremezclaban, pudiendo sentir su respiración junto a la mía. Inconscientemente cerré los ojos al notar su cercanía sobre mí y el roce de sus labios sobre los míos, deseando que por favor terminase con aquella tortura y rezando porque aplacase mis jadeos con su boca.
Enzo tenía toda la razón, mi cuerpo me traicionaba al sentirlo, deseando con todas mis fuerzas más, ambicionando cada caricia y cada beso. No podía engañarlo, él sabía cómo hacer para que mi cuerpo contestase a su llamado, como si él lo conociese mejor que yo. Por eso no pude aguantar más y me dejé llevar, era imposible resistirme, por mucho que lo intentase ya era tarde, estaba perdiendo el control de mi cuerpo. Así que era mejor abandonarme a ese éxtasis, es más lo quería. Ansiaba sentirlo y quería que me besase, deseaba el sabor de su boca y eso hice, reclamé el beso. Moví mis labios y abracé los suyos con fuerza. Tenía hambre, hambre de su boca y no resistía tenerlo tan cerca de mí, sin que lo pudiese besar. Por lo que poco a poco fui moviendo mis labios sobre los suyos, con Enzo respondiendo a cada movimiento. Este no fue un beso dulce, sino un beso pasional cargado de deseo y fuego. Enzo rápidamente me arrebato el control del beso, teniendo el ahora la autoridad sobre cada movimiento de mis labios, consiguiendo que el beso adquiriese un ritmo más desenfrenado. Luego su lengua busco la mía, adentrándose en mi boca y explorándola hasta darle caza. Mi lengua se enredó en la suya y dejó que esta la guiase por aquel tango pasional y experto, llevando a otro nivel el beso y pasar a ser un beso ferviente y desaforado. Mis manos que hasta ahora habían estado en mis costados, subieron y escalaron por su abdomen, notando cada porción musculada de este bajo la tela de su camisa. Mientras su mano seguía agarrando mi mejilla y la otra se posaba en mi cintura, clavando sus dedos en esta y poder atraerme más hacia él, presionando mi cuerpo contra el suyo de tal forma que nuestras pelvis chocaron y saltaron chispas. Esto provoco que mis manos trepasen por su abdomen y llegasen hasta su macizo pecho; donde clave mis dedos queriendo hacer desaparecer esa molesta camisa que separaba mis manos de su cálida piel. Y sintiendo bajo mi mano el fuerte retumbar de su corazón, latiendo con tanta fuerza, que parecía una estampida de un millar de animales, pisando con tanta fuerza que capaz de crear un seísmo. Enzo al sentir mis manos sobre su pecho dejo escapar un gruñido de sus labios y que yo silencie con mi boca. Y provoco que Enzo subiese su otra mano de mi cadera para luego llevarla a mi espalda, aquí paso su mano por mi espina dorsal y la dejó caer, rozando con sus dedos cada parte de esta con lentitud. Esto consiguió que una fuerte corriente eléctrica pasase por cada nervio de mi cuerpo y diese un fuerte fogonazo, capaz de hacer explotar mis sentidos. Así que instintivamente respondí llevando mis manos a su musculado cuello, para luego subir a su rostro y agarrar a este de su mejilla, para así sentir mejor el beso.
Ha ambos nos faltaba el aire, nuestros pulmones clamaban del oxígeno, pero ninguno quería terminar de besar al otro. Los dos nos habíamos dejado llevar por esa fuerte pasión y ese deseo de poder sentirnos, hasta que todo desapareciese a nuestro alrededor, pero entonces resonó algo en mi cabeza. <<Enzo es uno de esos tíos que quieren lo que no pueden, pero que cuando lo tienen rápidamente se cansa y lo deja tirado donde sea>>. Esto fue como un eco en mi cabeza, cogiendo cada vez más fuerza y me hizo despertar de aquel embrujo, en el que había quedado atrapado por culpa de Enzo. Por lo que, sin más, interrumpí el beso y con toda la voluntad que pude reunir me aparté de su lado, dando varios pasos hacia atrás, mientras que mis pulmones luchaban por recobrar el aliento y respirar con normalidad.
Por un leve momento pude ver la expresión confusa de Enzo al apartarme, antes de bajar la mirada mientras intentaba controlar mi respiración y recobrar mis fuerzas.
- ¿qué pasa? ¿porque te apartas de mí?, ¿he hecho algo malo? —preguntó con un tono desesperado y preocupado, yo callé y llevé mis manos a mi rostro, para luego arrastrarlas hasta mi frente, mientras notaba como él se aproximaba a mí—¿te sientes mal? — volvió a preguntar, pero esta vez más preocupado, a la misma vez que aproximaba sus manos a mis brazos, pero yo al sentir el contacto volví a retroceder impidiendo que estas me agarrasen.
- No me toques — replique rechazando su contacto para luego llevar mis manos a mi cabeza y acabar enterrando mis dedos en mi cabello.
- ¿porque me dices eso? ¿acaso te he hecho sentir incomodo? — pregunto ansioso, pero yo cerré los ojos y apoyé mi espalda en la pared a la vez que movía mi cabeza de un lado a otro, intentando expulsar esas sensaciones que me ordenaban que volviese a sus brazos — ¿entonces porque te alejas?,¿porque me rechazas? — pregunto con un tono implorante y lastimero, para luego acercarse otra vez a mí y al escucharlo, no pude evitar sentir una leve punzada en el pecho.
- Porque tengo miedo — confesé al no resistir más su voz, sus preguntas y las plegarias de mi cuerpo que rogaban para que cediese a ese impulso pasional, que me encadenaba a Enzo.
- ¿miedo? — pregunto confuso — ¿a quién? ¿a mi? — pregunto otra vez, pero esta vez con una pizca de horror y temor en la voz, pero yo respondí negando con la cabeza — ¿entonces a quién? ¿a tu familia?, porque si así no tienes de que temer, yo te protegeré de ellos — dijo ahora con un tono conciliador, pero yo volví a negar con la cabeza.
- Tengo miedo de ti —grité a la vez que abría los ojos y vi que este me miraba sorprendido—temor de lo que me haces sentir—, seguí diciendo a la vez que este retrocedía un paso hacia atrás inexpresivo—; me da miedo sentir todos estos sentimientos que despiertas en mí y que si los acepto pueda destruirme más de lo que estoy —explique mientras sentía cómo se empañaban mi visión y de mis ojos se escapaban un sin fin de lágrimas, mientras sentía que mis piernas temblaban y luego cedieron cayendo de rodillas al suelo.
- ¡Gael! — grito este esté a la vez que se lanzaba a mi lado y se tiraba de rodillas junto a mí y acto seguido me abrazo — lo siento tanto, mi ángel — dijo con un tono conciliador y roto mientras me abrazaba con fuerza — siento verte así, pero no tienes que temer de lo que sientes...
- No, tu no lo entiendes — hable yo interrumpiéndolo a la vez que deshacía el abrazo — yo estoy muerto por dentro, no tengo corazón porque está muerto de tanto dolor que he sentido — dije llevando mis manos a mi rostro — y tengo miedo de que, si acepto esto que siento por ti, me duela más de lo que ya me duele y si eso pasase no lo aguantaría, no podría resistir un golpe más — expliqué cubriendo mi rostro, para que no pudiese ver las lágrimas derramadas en este y que yo luchaba por contener, pero al parecer era imposible; ya que mis ojos parecían dos grifos abiertos dejando caer un reguero de lágrimas.
- Gael — susurro Enzo — mírame — ordeno este cogiendo más fuerza con la voz para luego coger mis manos y quitármela de mi rostro — no sé qué o quién te ha podido hacer tanto daño, pero te prometo que yo nunca te voy a lastimar — dijo luego llevando su mano a mi barbilla y me hizo levantar la cara para que lo mirase — lo que yo siento por ti es algo más fuerte que una simple atracción física, cuando estoy contigo es como si saliese el sol y todo se iluminase para mí, cuando estas lejos de mi siento la necesidad de verte a cada momento y cuando escucho tu voz oigo la mejor de las melodías, y cuando te beso o te siento, todo desaparece a mi alrededor, menos tú que te llevo fijado en mi cabeza como un tatuaje en la piel, que es imposible de borrar — confesó mientras dirigía sus manos a mis mejillas y las limpiaba de las lágrimas que ahí había, recogiendo estas con sus pulgares. Al escucharlo me quedé de piedra y sin saber porque las lágrimas dejaron de caer, mientras veía la expresión de Enzo; una expresión triste y suplicante, pero con una dulce y tierna sonrisa. Yo fui a contestarle, pero este me interrumpió antes — sí, sé que tienes el corazón roto, pero si me das una oportunidad yo sé que puedo recomponerlo — dijo mientras se acercaba a mi — por favor no tengas miedo de lo que sientes, porque yo siento lo mismo que tú y sé que con mis besos y mis sentimientos puedo resucitar ese corazón destruido que dices tener — declaró en un tono suplicante a la vez que juntaba su frente a la mía y cerraba sus ojos — por favor dame una oportunidad y te prometo que no te fallare — volvió a suplicar.
- Si — musité sin pensármelo más y este al escucharme abrió los ojos de par en par sorprendido y confundido por mi respuesta.
- ¿sí que? — preguntó confuso para luego separar un poco su rostro del mío, para luego cambiar a una de sorpresa y sonreír. Yo iba a responderle, pero antes de que yo dijese algo el volvió a hablar — ¿que si me das una oportunidad? — preguntó feliz y yo sin poder evitarlo sonreí, a la vez que asentía. De repente su expresión cambio a una de total alegría y acto seguido me beso. El beso fue uno corto, pero dulce y tierno, luego se separó y volvió a darme otro, y luego otro y otro más, para después terminar con un profundo y suave beso. Luego de esto me levantó del suelo sin dejar de besarme y al terminar de besarnos, vi lo feliz que este estaba por haberle dicho que si, con una gran sonrisa y una expresión alegre — gracias peque, te prometo que no te vas a arrepentir de haberme dado esta oportunidad — termino por decir para luego volver a besarme, con un tierno y dulce, pero profundo beso.
Luego de aquel hermoso beso estuvimos un rato abrazados sin decirnos nada, solamente con mi cabeza apoyada en su fuerte pecho, donde podía escuchar los latidos de su corazón resonar en mi oído como una hermosa melodía. Mientras él estaba apoyado sobre el lateral de un coche, a la vez que una de sus manos acariciaba mi espalda con dulzura y la otra me abrazaba. No sé qué tenia los brazos de Enzo que en ellos me sentía de lo más a gusto y calmado, y en los cuales todos mis males parecían desvanecerse. Nunca había experimentado esta calma al estar en los brazos de otra persona y menos un hombre, pero el estar en sus brazos era parecido al encontrar un refugio tranquilo en medio de una tormenta. Y me encantaba, ojalá pudiese estar siempre así, pero entonces mi teléfono empezó a sonar y vibrar en mi pantalón, interrumpiendo mi calma con el ruido de la música de llamada. Con un gesto cansino saqué mi teléfono del bolsillo y al mirar la pantalla vi que me estaba llamando Shaina. Inconscientemente me separe de Enzo al ver esto y el me miro un poco aturdido por la situación, pero antes de que dijese algo conteste la llamada.
- Dime Shaina — dije al teléfono y esto fue suficiente para que Enzo me entendiese, porque asintió con la cabeza comprendiéndome.
- ¿dónde estás? — preguntó ella, pero no me dejo contestar ya que ella volvió a hablar otra vez — te llevo escribiendo mensajes desde hace un rato y no me contestas, ¿porque demonios no contestas? — dijo un poco enfadada a través del teléfono.
- He salido un rato a fuera a tomar el aire, estaba agobiado hay dentro con tanta gente — conteste excusándome a la vez que miraba como Enzo se encendía un cigarrillo y le daba una calada, mientras miraba a otro lado pensativo.
- Ah vale, pues entra porque la cena está a punto de terminar y mama te está buscando para ver si te vas con ellos o conmigo y Elsa a tomarnos algo con nosotras — dijo esta con autoridad en la voz, casi ordenándome que entrase. No sé cuánto tiempo estuve fuera, pero conociendo a mi hermana me imagino que está pensando ahora. Esta abra relacionada mi ausencia con la de Enzo al no verlo y cree que estoy ahora mismo con él, por eso su tono de voz autoritario.
- Vale, ya voy — conteste para luego colgar el teléfono. Al levantar la mirada vi a Enzo mirándome pensativo esperando alguna respuesta — es mi hermana, mis padres se van a ir y me están esperando para irme con ellos, así que tengo que volver a dentro — dije con un poco de timidez. Al escucharme Enzo tiro el cigarrillo y se acercó a mí con una sutil, pero sensual sonrisa.
- Vale, pero antes de irte dime cuando nos vamos a volver a ver — dijo mientras llevaba una de sus manos a mi costado me atrajo hacia él, para que nuestros cuerpos quedasen pegados el uno al otro. Para luego rodearme con ambos brazos mientras me seducía con su mirada y sonrisa.
- Pues, no se... — enuncie, pero este me interrumpió volviendo a hablar antes.
- ¿puedes mañana? — preguntó con rapidez
- ¿mañana?, pues no sé porque tengo clases... — dije pensativo en si había algo que hacer mañana.
- Pues después de las clases — propuso con entusiasmo.
- Pero es que luego a la tarde tengo una función teatral de mi hermano pequeño y no puedo faltar — repuse dedicándole una sonrisa de disculpa.
- Bueno, pues puedo recogerte después de clases, ir a comer y luego acercarte hasta tu casa o donde sea — dijo con persistencia incapaz de aceptar una negativa. El pobre había tenido tantas evasivas que ya no se fiaba de mí y su empeño en verme, me hizo sonreír mientras el me miraba con la misma expresión que la de un niño pequeño esperando a que le digas que si lo llevaras al parque. Alegría mezclada con un poco de incertidumbre y suplica.
- Vale, está bien — accedí con contento al ver como este sonreía alegre — pero no podemos estar mucho tiempo, porque salgo a las tres y la función empieza a las siete y tengo que estar en mi casa a las seis para cambiarme y dejar mis cosas — dije explicándole las condiciones.
- Vale, por mi perfecto, yo me conformo con poder verte, aunque sea para hacerte de chofer personal — accedió contento y sacándome una sonrisa con ello.
- Vale, entonces mañana te veo — dije soltándome de su agarre, pero este volvió agarrarme otra vez para que me detuviese, pero esta vez del brazo y me acercó otra vez a el.
- Espera, antes tengo que pedirte otra cosa — dijo con esa seductora sonrisa y yo lo mire confuso sin saber de qué se trataba — ¿me das un último beso de buenas noches? — preguntó suplicante y con un tono meloso, sacándome con esto una sonrisa para luego poner los ojos en blanco.
- ¿No has tenido bastante ya? — pregunté intentando aguantarme la risa por su cara de niño pequeño pidiendo un último dulce, a la vez que el negaba con la cabeza respondiéndome —¿cómo qué no?, pero si te has pasado toda la noche besándome — dije casi al borde de la risa.
- Si, pero esos han sido por todos estos días que llevo sin verte y este último será para que aguante hasta mañana que pueda verte — explico acercándose más a mí con esa sensual sonrisa suya — además, sé que tú también quieres un beso de buenas noches, Caperucito — dijo haciéndome reír.
- ¿Caperucito? — pregunté intentando no reírme — a ¿a qué viene eso? — pregunté mientras este rodeaba mi cintura con sus fuertes brazos mientras yo ponía mis manos en su pecho.
- Pues porque tú eres mi Caperucito rojo y yo soy tu lobo feroz — dijo con una sensual, pero traviesa sonrisa — que te va a comer, pero a besos — continúo diciendo para luego llevar su cara a mi cuello y empezar a darme besos y mordiscos para hacerme cosquillas con su boca y barba, a lo que yo reí y me revolví entre sus brazos intentándome librar de sus cosquillas a la vez que suplicaba entre risas para que parase. Unos segundos después este se detuvo y acerco su boca a la mía, para darme un último beso mientras yo envolvía su cuello con mis brazos para sostenerme de este.


Luego de que Gael se marchase con sus padres y hermano pequeño, yo cogí a mi hija e hice lo mismo. Connor me pidió que fuese a festejar con él y los demás, pero ya era muy tarde y mi pequeña tenía que irse a dormir, y aunque nana se ofreció a llevarla a casa; yo preferí irme.
Mientras iba en el coche de camino a casa no pude evitar pensar en todo lo que había sucedido esta noche. Hoy por fin Gael me ha confesado lo que sentía, no solo por lo que paso en el baño o en la calle, sino también por su comportamiento. Hoy he podido conocer a un Gael distinto, con esas facetas ocultas que él tiene y no solo esa que aparenta tener de timidez e indiferencia. Con la que intenta ocultar todo lo que siente o piensa, como si intentase esconder algo y resguardarse detrás de una ilusión que el mismo expresa o muestra, pero esta noche pude ver a través de esa ilusión. En el baño he podido conocer a un Gael apasionado, ardiente y lanzado. Luego en el restaurante mostró un Gael obstinado, enojado y malhumorado, además de celoso por creer que estaba coqueteando con sus hermanas. Y por último en la calle, pude ver a un Gael sensible, abatido y abrumado por un profundo dolor que esconde de los demás. No sé qué o quién pudo haberle hecho tanto daño, pero ahora entiendo su resistencia a verme y a evadirme; pero también creo que lo que hoy mostro solo es una pizca de lo que de verdad siente. Gracias a todo lo que vi hoy lo puedo comprender más, pero conforme más lo conozco más me siento atraído hacia él, pero no solo físicamente, sino mental y emocional. Después de esta noche siento algo mucho más fuerte por el, algo que no he sentido y que todavía no se definir. Él está despertando algo muy extraño y grande en mí. Algo que hace mi corazón se llene de sentimientos tan grandes, fuertes y nuevos, que a veces no puedo ni pensar con racionalidad. El es capaz de activar emociones en mí que me hacen perder el sentido con solo una caricia o una mirada, una nota de su voz y un beso, pero no solo eso, sino que también es capaz de despertar a mi lobo interior. Nunca en toda mi vida he sentido a mi parte animal sentirse tan atraído hacia alguien, no con tanta fuerza y emoción como me siento cuando estoy transformado y pienso en Gael. Cuando estoy en mi forma lobo todos mis pensamientos van dirigidos hacia él, como si la luna ya no me moviese y no me dirigiese como a cualquier lobo, sino que ahora lo hace el. Ahora cada vez que me transformo solo siento la necesidad de verlo y estar con él, sintiendo las ganas de aullar por el en vez de por la luna, como si ahora el fuese mi guía y señor en vez de la luna.
Todo es muy extraño e inexplicable, ya que he conocido a miles de personas y he estado con cientos de mujeres, pero jamás me he sentido de esa forma con nadie excepto con él, tanto con mi parte humana como con la animal. Por eso tengo que seguir viéndolo y conociéndolo, porque solo a su lado comprenderé lo que me está pasando.
Al llegar a casa tuve que llevar en brazos a mi princesa a su cuarto, porque la pobre se quedó dormida en el coche. Luego de acostarla me acerqué a mi estudio y me dejé caer en la silla. Mientras miraba por la ventana y veía la luna, me deje llevar por mis pensamientos.
Sin explicarme como, volví a pensar en Gael en sus labios, sus besos, su cuerpo. Y todo esto me hizo revivir esos momentos en mi mente y con ellos llegaron un excitante deseo que recorrió mi cuerpo, tan ardiente que me marche con prisas a la ducha para que el agua fría apagase ese fuego que el despierta en mí, pero creo que fue una elección equivocada.
Mientras el agua fría recorría mi cuerpo, no pude evitar pensar en Gael; en sus delicados y dulce, pero apasionados labios. En la forma de estos con el labio superior fino y elegante, mientras que el inferior es un poco más grueso y carnoso, incitándote a morderlo y succionarlo con suavidad al besarlo y luego en su color; un rojo pasional que, en contraste con su piel parece echo de fuego. Después en sus ojos azules nórdicos, capaces de esclavizarte con una mirada y en su cabello negro oscuro como la noche, pero suave y liso como una fresca noche de verano. Y posteriormente en su piel nívea tersa y agradable como el algodón y el tacto de una escultura, pero tan blanca como la leche. Incitándote a querer marcarla, con mi boca y mis manos, besando y probando con mi boca cada rincón de esta, mientras que con mis manos acaricio y exploro cada parte de su cuerpo. Impregnándome de su aroma, ese mismo aroma que desata todo de mí y me esclaviza al mismo tiempo como si fuese una droga para mis sentidos.
Todo esto empeoro ese deseo tan intenso que sentía, convirtiendo mi sangre en fuego y despertando todo mi ser. Sin poder evitarlo caí preso de ese ardiente deseo y entre el agua y el jabón, mis manos acabaron yendo a por esa parte masculina de la cual todo hombre es débil. La cual esta rígida a mas no poder, tanto que parecía a punto de explotar. De repente mi mente divagó y distorsionó los recuerdos que pasaban por mi mente. Y aunque seguía pensado el y en sus besos, esta vez era más intenso. Ahora no estábamos en aquel baño del restaurante, o en la calle. Ahora estábamos en la ducha, despojados de la ropa que teníamos y completamente desnudos. Sintiendo el roce de su piel con la mía y el contacto de su cuerpo en mis brazos, ardiendo con la misma pasión que arde el mío y con la misma necesidad que siente yo siento. Y con nuestros labios saciando el hambre que siente el otro a la vez que el agua recoger nuestra piel refrescando y lubricando nuestro cuerpo. Mientras que este se amolda al mío, enredando sus piernas a mi cintura y yo encajando en él; como si fuésemos dos piezas de un mismo molde, echa uno a la medida del otro. Para luego hacer vibrar su cuerpo de placer con el mío, desatando todo el fuego y pasión que sentimos, haciendo que este grite pletórico del placer que le doy. Mientras mis labios le demuestran todo lo que siento por él con cada beso, a la vez que mis manos navegan por su cuerpo, explorando cada parte de ese mar de nieve deteniéndome de vez en cuando para poder lisonjear y disfrutar de ello. Mientras que el se deja llevar por esa pasión y clava sus dedos en mi cuerpo mostrándome el placer que está sintiendo con cada embate fogoso, a la vez que de su boca se escapan fuertes gemidos de placer con mis arremetidas, pidiéndome más con acezo y yo los sacio con mis besos. Conforme nos movemos como dos engranajes, uno siguiendo al otro esclavizados por ese éxtasis y pasión, hasta llegar al paraíso. Sumergiéndonos en ese fuerte clímax el cual inunda nuestros sentidos y nos fusiona en un mismo ser, con un sonoro grito de placer arrancado de nuestros labios.

El Sol Poniente(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora