18. El Angel Perseguidor

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A veces estamos tan ciego por el dolor y el miedo que no vemos que la felicidad que tanto buscamos siempre a estado a nuestro alcance.

Apenas me mantenía en pie, pues el no haber dormido toda la noche por ese extraño sueño me despertó bastante temprano. Y por si no fuera poco lo que paso ayer me tenía la cabeza hecha pedazos de tanto pensar. Mientras removía el té con la cucharilla no pude evitar acordarme de ambos. Enzo y Kieran, dos hombres guapos, atractivos y perfectos, que dicen estar interesados en mí. Cosa que no creo que sea verdad, ya que nadie nunca sea interesado por mi y para cualquiera siempre he sido el chico raro, feo y estúpido del cual todo el mundo puede burlarse o maltratar. Por lo que creo que esta vez no es diferente y que todo se trata de una treta o una mala jugada del destino. Por mi gran experiencia se que lo bueno siempre arrastra algo malo y que, si es bueno no dura. Por lo que para que aceptaría iniciar algo con alguno de ellos; Enzo solo quiere una nueva conquista y para poner en su lista además de obtener una nueva experiencia sexual. Por otra parte esta Kieran, el príncipe azul perfecto salido de un cuento de hadas con el que todo el mundo sueña para ser felices juntos en un castillo de hadas y comer perdices, pero los cuentos de hadas no existen y los príncipes menos. Solo existe la triste realidad donde los príncipes como el solo quieren a las princesas perfectas como mi prima Camelia o mis hermanas y no un horrendo sapo imperfecto como yo. Por lo que el ansia otra nueva conquista o solo poner celosa a mi prima intentando algo conmigo. Se muy bien como son los hombres como ellos, solo se acercarían alguien como yo por alguna extraña y maliciosa razón, y no por amor. Porque nadie se enamora de los sapos como yo, sino los utilizan para su propio beneficio y cuando se aburren y son innecesarios se tiran a la basura. Y no dejare que eso me pase, ya bastante tengo con mis propias pesadillas y dolencias, como para tener una razón más para no vivir. Así que con Enzo seguiré jugando su peligroso juego hasta que se canse o yo encuentre el modo de librarme de el. Y en cuanto a Kieran seguiré pasando de él hasta que también se canse o vuelva con mi hermosa y cruel prima.
Al terminarme el té y levantarme para volver a pedir otro para bebérmelo mientras iba a clases, miré mi teléfono para mirar la hora y vi los diferentes mensajes y llamadas de un número desconocido que no había contestado. Sabía de quien era ese número, pero no iba a contestar a Kieran. Si es verdad que le di mi número, pero eso no significaba que iba a contestar ningún mensaje y menos una llamada. Ya bastante tengo con Enzo, como para tener que ser también perseguido por Kieran. Así que puse mi teléfono en modo avión y me marché con mi té a clases.


El día de hoy me desperté eufórico y rebosante de energía, gracias al día espectacular que pasé ayer con mi Caperucito. Ayer me fue una tarde increíble y aunque solamente fue una inocente cita de paseo y conversaciones, fue maravillosa. Hacia tanto tiempo que no pasaba una tarde así de feliz y divertida con alguien que no me acuerdo. Y lo más sorprendente es como el tiempo se me paso demasiado rápido con Gael, convirtiéndose las horas en minutos de tan veloz que pasaba el tiempo. O como un simple paseo pasa a ser el mejor y más divertido de los viajes, por no hablar de como una simple conversación se convierte en la más entretenida de las historias. Pero lo más grande e increíble de la cita fueron sus besos, sus caricias y los momentos en los que estuvo entre mis brazos. Esos escasos e increíbles momentos, fueron como soñados de un cuento y tan especiales como un hermoso diamante. Por eso el recuerdo de esa tarde lo atesorare como un avaro y no lo cambiare por nada, pero no me conformo con una sola tarde. Yo las quiero todas, las noches y los días, los despertares a su lado y las sonrisas, sus besos y sus caricias, sus adorables enfados y su fuerte e indomable carácter. Yo lo quiero para mí y no lo dejaré escapar, porque si algo me enseño la tarde de ayer es que el es esa felicidad que tanto e ansiado y nunca he encontrado. Y aunque el me aparte y me evite lo perseguiré como el lobo a la luna, y si se empeña en impedirme hasta su corazón con esa muralla la destruiré hasta llegar a el. Al verdadero Gael sensible, puro e inocente que esta tras esa mascara de frialdad, impasibilidad e indiferencia que siempre lleva para que nadie vea lo que realmente es y siente. Yo sé que puedo hacerlo feliz y revivir ese corazón que dice tener destrozado. Porque solo hay una cura para un corazón roto y yo soy la suya.
Nada más salir de casa le puse un mensaje a Gael para darles los buenos días, pero no lo contesto al igual que el de ayer de buenas noches. Y no le di mucha importancia hasta más tarde que estuve en la oficina y mire por tercera vez en el día si había visto el mensaje o contestado, pero nada. Y la incertidumbre de si estaba molesto conmigo por algo que hice mal me estaba rallando al punto de parecer un adolescente inquieto, mirando a cada momento mi teléfono para mirar si había contestado. Yo mismo me reía de mí por lo que estaba pasando y entendí que es lo que sentían todas esas chicas cuando no contestaba a sus mensajes y lo desesperada que estaban por mi atención. Parece que es verdad lo que dicen; que la vida se encarga de pagarte con la misma moneda. Ahora yo soy el desesperado de la atención de otro hombre y de que este me conteste a los mensajes. Por lo que sin esperar más decidí llamarlo, pero mi llamada no fue recibida, ya que saltaba el contestador diciendo que estaba ocupado o fuera de cobertura. Lo que quería decir que este no quería saber nada de mi y me había bloqueado las llamadas o que lo tenía apagado por las clases, que parecía más razonable y conveniente para mí. Así que después de tanto meditarlo, decidí no agobiarlo más. Lo mismo no estaba disponible, por lo que si no contesta los mensajes hoy iré mañana a hablar con el a la universidad.

Al salir en el descanso de clases me acerque a la cafetería para tomar otro té, ya que entre el cansancio y el dolor de cabeza que tengo de hace semanas no me tendía en pie. Necesitaba un buen chute de teína para soportar el día así que mientras me lo tomaba sentado en un banco desactive el modo avión de mi teléfono y ver si alguien me había llamado en estas horas, aparte de el. Lo primero que entro fue una notificación de dos llamadas, pero de diferentes números. Una del “desconocido” y otra de Enzo, para luego saltar los mensajes recibidos, entre los cuales estaban el “desconocido”, Enzo y Anelis. Primero respondí a Anelis, que quería que nos viésemos para comer al terminar las clases y luego mire los mensajes de Enzo. Los mensajes de este me sorprendieron porque me deseo buenas noches ayer y los buenos días esta mañana, junto con unas palabras bonitas. No puedo negar que el cosquilleo y la sonrisa que me produjo esto me agrado, pero luego mi cerebro fue capaz de barrer esa sensación y golear a mi corazón con la realidad. Este era todo un galante de libro y usaría toda estratagema para hacerme caer en su telaraña, pero yo tengo que mantenerme fuerte y saber cómo jugar con mis cartas. Por lo que le respondí el mensaje con un insulso buenos días, yo también me lo pasé bien ayer. Para luego ignorar los de Kieran y leer algo mientras me tomo mi té.
Al terminar las clases quede con Anelis y Ben para comer algo antes de ir mi trabajo extraescolar con el profesor Egbertón. Ben y Anelis hablaban sobre la fiesta de cumpleaños de este, que sería dentro de un mes y algo, en un exclusivo salón de fiestas que sus padres habían reservado apetición de el. Ben siempre ha sido un niño mimado por su familia pija, que le consienten cualquier petición por muy extravagante que sea, Como la fiesta de su salida del armario con catorce años. Y esta vez no sería diferente, por lo que estaba planeado una gran fiesta donde después iríamos a una discoteca, algo que no me apetece mucho, pero que tendré que asumir por mi amigo, aunque sea un leve rato. Yo por mi parte apenas tenía apetito por el dolor de cabeza que tenía y que no me quitaba la pastilla que me había tomado, así me limitaba a escuchar lo que este decía y asentía seguido de leves contestaciones. Al cabo de un rato me despedí de estos para irme ya que tenía que asistir al trabajo con el profesor Egbertón. Por lo que me levanté para irme, pero justamente cuando lo hice Kieran entro por la puerta y al verme vino hacia mí con rapidez dejando a sus amigos atrás. Yo no supe que hacer, pero mire a todos lados intentando buscar una salida, pero no la había así que suspire y me resigné dando un paso hacia delante.
- !Gael¡ — voceo llamándome a la vez que levantaba la mano para llamar mi atención yo seguí adelante esquivando a la gente a mi alrededor para salir de la cafetería, pero sabía que este me seguiría para hablar de lo que paso ayer y me daba igual mientras no fuera hay delante de todos. Por lo que seguí andando hasta que este me alcanzo ya un poco lejos de la cafetería — ya no te me escapas — dijo el al alcanzarme e interrumpirme el paso. Yo levante la vista para enfrentar su enfado, pero lejos de estar enfadado parecía divertido y alegre al verme.
- ¿qué quieres Kieran? — pregunte con un tono cansino, por mi falta de sueño y dolor de cabeza.
- ¿qué, que quiero? ¿enserio lo preguntas? — contesto con ironía — pues hablar de lo que paso ayer — exclamo mientras alzaba un poco los brazos. Yo sabía que tarde o temprano tendría que hablar con él, pero ahora no era el momento indicado. Tenía que llegar a mi trabajo con el profesor y tampoco tenía muchas energías para resolver esta maraña de cosas.
- Vale, pero ahora no puedo tengo que irme — conteste esquivando a este para seguir caminando, pero este volvió a interponerse en mi camino.
- Ah no, no te voy a dejar ir hasta que hablemos — dijo impidiéndome pasar y ahora con una cara más seria.
- No tengo tiempo, tengo que llegar aún lugar y no quiero llegar tarde — dije intentando pasar, pero este se negaba a dejarme irme — se que tenemos que hablar, pero hoy no tengo un buen día y si no me dejas pasar voy a tener un problema serio con mi profesor, así que déjame pasar por favor — rogué a este y pareció hacer algo de efecto, ya que se apartó para cederme el paso.
- Vale, pero voy contigo y así aprovechamos para hablar — contesto el y tras un resoplido acabé aceptado, ya que mientras me dejase ir a donde tenía que llegar, me daba igual que este me siguiese.
- ¿puedo saber que te pasa con tu profesor? — preguntó este mientras me seguía.
- Pues, que estoy trabajando para el tres horas a la semana como asistente para que me rectifique mis bajas calificaciones — respondí mientras andaba apresurando el paso en dirección al despacho del profesor.
- Y eso porque, pensaba que eras buen estudiante — dijo este pensativo y extrañado.
- Y lo soy, pero últimamente me cuesta mucho mantenerla en ese buen ritmo — conteste — además, no todos somos tan perfectos como tú — dije con una pizca de coraje a la vez que le dedicaba una leve mirada de soslayo.
- Gracias por lo de perfecto — contesto feliz como si le hubiese hecho un cumplido por lo que lo miré incrédulo — ¿entonces te gusto? — dijo luego a lo que yo respondí redondeando los ojos sin decir nada — ¿eso es un si?, por que ayer note que te gusto tanto como a mi ese beso que te di — yo no respondí y solo me limite a seguir andando hasta entrar al edificio donde está el despacho del profesor dejando a este atrás mientras iba a mi cita.

No estaría mucho rato con el profesor solo una hora, pero tras más de media hora leyendo y consultando trabajos con el profesor mi cansancio aumento. Por lo que intenté concentrarme lo más que pude para ayudar al profesor y acepté su taza de té. Este sabía un poco extraño y no me bebi mucho, ya que el té negro no me gusta, pero era lo que había. Este me explicaba algunas cosas sobres su alumnos y de un momento a otro acabemos hablando de otras cosas, dejando a un lado los apuntes. Al terminar mi tiempo empecé a recoger las cosas para marcharme, deseando llegar a casa para tomarme algún analgésico y dormir un poco.
- Hasta el viernes profesor — dije recogiendo mi mochila, pero este me detuvo.
- Espera Gael, te gustaría tomar algo conmigo para charlar un rato más — dijo este con una cordial sonrisa.
- Vale, pero sería para otra ocasión hoy tengo la tarde bastante ocupada — dije y por un momento pude ver lo que pareció un leve gesto de rabia, pero no le di mucha importancia.
- Ah claro, con su novio me imagino — contesto arqueando la ceja a la vez que se daba la vuelta para recoger sus cosas.
- Si, es que vemos quedado para comprar una cosa — dije, aunque no fuese verdad, ya que no me apetecía lo más mínimo tener que estar charlando con alguien, ni con él ni con más nadie.
- Bueno, pues espera y ya salimos juntos — dijo el y yo asentí para marcharnos juntos, ya que luego este se iría por su lado y no se daría cuenta de mi mentira.
No tenía ganas de ir a tomar nada con este y no es que fuese por lo que dijo Enzo ayer, ya que creo que fue mal intuición. Lo que pasa es que en esta hora mi cansancio aumento junto con mi dolor de cabeza y aunque lo había estado soportando, ya apenas me tendía en pie. Por lo que mientras nos dirigíamos a salida del edificio, yo me mantuve en silencio imaginando mi cama en mi cabeza. Hasta que lleguemos a la puerta y salimos.
- Por fin sales — anuncio Kieran al verme salir del edificio con el profesor a mi lado.
- Kieran... — conteste sorprendido al verlo donde lo había dejado hace una hora — ¿qué haces aquí? — pregunté acercándome a este incrédulo.
- Pues esperarte, para hablar de lo nuestro como quedamos — contesto el con una sonrisa a la vez que me dejaba sin palabras.
- ¿Este es el novio con el que habías quedado? — preguntó el profesor serio, pero con un tono de voz un poco más duro y seco. A lo que yo fui a decirle que no, pero antes de que me diese tiempo hablar lo hizo Kieran.
- Pues sí, teníamos una cita pendiente — contesto al profesor a la vez que este lo miraba más serio de lo normal — soy Kieran Tejada, su novio — dijo luego presentándose y ofreciendo su mano al profesor para saludarlo para luego mirarme y sonreírme divertido al decir la palabra novio.
- Ismael Egbertón — contesto con sequedad el profesor para luego mirarme de forma extraña, pensando que soy un cualquiera. Ya que ayer conoció a “mi novio” Enzo y hoy “al otro”, Kieran — bueno te dejo que pases el día con tu novio — dijo antes de irse dejándome solo con Kieran, pero no sin antes poner una cara de decepción.
- ¿Nos vamos novio? — preguntó este con una sonrisa traviesa a lo que yo lo mire despectivamente por lo que había dicho.
- No soy tu novio y no voy a ir a ningún lado contigo — conteste de mala gana a la vez que me marchaba, pero este me detuvo a los dos pasos.
- No entiendo porque te enfadas por eso si has sido tú el que se lo has dicho a tu profesor, yo solo te e seguido el rollo — dijo este un poco más serio, pero sin perder ese toque alegre que tenía — además me prometiste una cita para hablar luego de ver a tu profesor, ahora tienes que cumplir “novio” — alegó a lo que yo respondí con un resoplido.
- Otra vez con eso — conteste perezosamente — no voy hablar nada contigo y porque no hay nada de lo que hablar, así que vete a perseguir a una de esas tantas fans tuyas que seguro si querrán hablar contigo — dije haciéndome a un lado para pasar, pero este volvió a interponerse con esa maldita agilidad felina que tiene al ser un buen deportista.
- Ah no no,  yo no quiero con más nadie y si no quieres pues te seguiré hasta que quieras — dijo a la vez que yo lo esquivaba para pasar, pero conforme empecé a andar este empezó a seguirme.
- ¿qué haces? — pregunte de forma rara y este se encogió de hombros.
- Pues seguirte hasta que quieras hablar — contesto impasible a lo que yo di un fuerte suspiro desesperado.
- Pero si ya te e dicho que no quiero — respondí yo desesperado por la pesadez de este.
- Ya losé — contesto encogiéndose de hombros a lo que yo me llevé las manos a la cabeza y escondí mi cara en estas. Era evidente que este no me dejaría en paz por y la única manera de quitármelo de encima era afrontar la situación y zanjarla.
- Vale, está bien hablaremos — dije a lo que este respondió con una sonrisa satisfactoria — tienes media hora, pero solo si me prometes que dejaras de acosarme para hablar de lo mismo — terminé por decir y este asintió con una sonrisa.
- Te prometo que después no volveré a molestarte para hablar de lo paso ayer — contesto con una sonrisa satisfactorio por haber conseguido lo que quería — pero, déjame invitarte a algo en la cafetería y hablamos tranquilos — dijo luego a la vez que yo aceptaba y nos poníamos en marcha hacía la cafetería.

Al aceptar la invitación de Kieran para tomar algo nos dirigimos a la cafetería, pero luego lo pensé mejor y en la cafetería de la universidad nos podía ver alguien por lo que sugerí ir a otro lugar y este acepto. Al final acabamos yendo en su coche a una un poco más lejos de la universidad. Mientras en el trayecto del coche me percaté de dos cosas; la primera es que acepté ir en su coche sin pensármelo mucho o sin que algún pensamiento extraño o preocupación me perturbase. Y la segunda que estaba yendo a una “cita” con Kieran en su coche, algo mucho más extraño. Hace dos años soñaba con que algún día el chico del cual siempre estuve enamorado me pidiese una cita y me llevase en su coche. Y ahora mismo estaba viviendo ese momento con el chico que siempre estado ilusionado y aun así no me hace feliz. Y no lo hace porque creo que no es real, aunque parezca que si lo es no es así. Porque yo ya no soy ese chico inocente que sueña y se ilusiona, porque sé que los sueños son pesadillas y las ilusiones engaños, y los finales felices son eso. Por eso mismo dudo de las intenciones de Kieran y dudo que después de que la vida me haya apaleado tanto ahora de repente sea buena conmigo cuando lo único que me ha dado son desgracias.
Al llegar a la cafetería vi que estaba oscureciendo y que ya era cerca de las siete de la tarde, menos mal que esto sería rápido por lo que pronto llegaría a mi casa. Así que dispuesto a zanjar esto lo antes posible me senté con Kieran en una mesa y pedimos algo de tomar.
- Tienes media hora, así que empieza — dije cuando la mujer trajo el café de Kieran y mi té, no sin antes sonreír coquetamente a Kieran.
- Antes quiero saber una cosa y quiero que seas sincero, ¿me lo prometes? — preguntó y yo asentí a la vez que ponía los ojos en blanco — ¿cuándo empezó a ser mala mi hermana contigo y por qué? — preguntó sorprendiéndome, ya que creía que me preguntaría sobre lo que paso ayer no sobre esto.
- Pues no se, creó que en quinto curso por ahí y lo segundo ni yo mismo lose, solo sé que un día empezó a darle por mí y que a cada rato de clases, aprovechaba para abusar de mi con su grupito de populares — respondí con sinceridad — pero lo peor fue en el instituto, hay fue mucho más cruel y mala que nunca, amargándome la vida continuamente — confesé mientras miraba mi té para luego levantar la mirada y ver a Kieran, que parecía haberle dolido escuchar lo que dije — pero eso ya lo sabias tú, ¿o me vas a decir que no sabias las crueldades que hacía tu hermana? — dije con ironía sabiendo que este tendría que estar al tanto de cómo es su despiadada hermana.
- Si sabia las cosas que hacia mi hermana, porque varias veces yo y mi madre tuvimos que pedir disculpas, y arreglar las cosas que hacía, pero nunca supe que te las hiciera a ti — respondió este cabizbajo como si le avergonzara lo que me hizo su hermana — pero los profesores nunca nos reportaron un incidente o queja de parte tuya o de tu familia, lo que quiere decir que nunca la denunciaste, ¿por qué? — preguntó con interés.
- Porque le tenía miedo, tú no sabes lo manipuladora y cruel que podía ser tu hermana, y lo que yo menos quería darle más motivos — contesté encogiéndome de hombros sin mirarle — además me avergonzaba demasiado las cosas que hacía como para que mi familia las supiese — dije cogiendo mi té para darle un sorbo.
- Pues siento mucho las cosas que ella te hizo, pero se merecía que la hubieses denunciado y que tuviese su merecido por el daño que te causo — contesto — además así yo lo hubiese sabido y te hubiese podido haber protegido — dijo volviéndome a sorprender tanto que me hizo reír y este me miro confuso.
- ¿que tú me podías haber protegido? — pregunté sarcástico — pero si yo era invisible para ti, es más creo que era inexistente para ti y tu grupito de populares — dije con una risa sarcástica — apuesto a que no sabias que existía hasta la semana pasada — dije volviendo a dar un sorbo a mi té.
- ¿Eso crees? — preguntó atribulado algo que me confundió — pues estas equivocado, tú nunca has sido invisible para mí, siempre has sido visible para mí, tanto que opacabas todo lo demás como el sol en el cielo, porque siempre he estado interesado en ti desde pequeño — confesó este dejándome pasmado — siempre me has gustado, es mas fuiste el primer chico que me gusto y con el único que soñaba estar, pero siempre tuve miedo a que no sintieses lo mismo por mí y muchas veces quise hacerte saber lo que sentía, pero supe que a ti no te gustaban los chicos y me acostumbre a admirarte desde lejos cada día en la iglesia como un sueño imposible de alcanzar — declaro con una triste sonrisa dejándome perplejo.
- Y si pensabas eso porque me pediste mi numero la semana pasada — dije y este levanto la vista y pude ver en sus ojos un poco de tristeza e ilusiones rotas, las misma que yo.
- porque siempre te observaba desde lejos y siempre parecía invisible e insignificante para ti, hasta que la semana pasada por primera vez vi que me mirabas y eso me motivo lo suficiente para quizás conocerte y que me conocieras, y aunque sea tener tu amistad — contesto con una débil sonrisa — luego cuando me diste tu número no lo creí posible, el chico que siempre me ha gustado desde la niñez me dio su número, pero luego me enteré de que era falso, y me sentí dolido por que me engañaste como las chicas guapas y crueles de las películas que engañan a los chicos tontos e inocentes como yo, por eso después te busqué para que me dieses una explicación — dijo sonriendo para luego mirarme fijamente — y menos mal que lo hice porque si no, no me hubiese dado cuenta de algo tan importante de ti — dijo con una tímida sonrisa.
- ¿de qué? — pregunté un poco asombrado por lo que había escuchado y preocupado por lo que este iba a decir, pero este sonrió y se acercó un poco más a la mesa para verme de más cerca.
- Pues de que no eras hetero, o al menos que yo te interesaba un poco, por cómo me mirabas y aunque era una suposición ayer lo verifiqué cuando correspondiste mi beso — explico con una sonrisa traviesa la vez que se acercaba más a mí y estiraba su mano para tocar la mía de forma intima — ayer no pude aguantar tenerte tan cerca y no besarte, pero menos mal que lo hice porque ese beso me hizo saber que me deseas tanto como yo a ti y que gracias a Diana tenía una posibilidad, una para conquistarte como tú lo hiciste conmigo sin saberlo — dijo acercándose más. Tanto que podía oler su fragante y mentolado perfume, mientras me miraba fijamente con sus leonados ojos azules y me atraía hacia el con el magnetismo de un felino. Encantándome para no apartarme cuando este termino por borrar la poca distancia que había entre ambos con un dulce beso.

El Sol Poniente(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora