8. El beso que me hizo arder

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Y tengo miedo... De perder el control,

Y no espero... Por volver a ti,

Cada vez que te encuentre, volverás a ser como el deseo

Que arde dentro con mi fuego...

RBD Fuego

Estaba tan sumergido en aquel beso, que no me di cuenta de que alguien nos estaba viendo. Hasta que escuché a alguien decir mi nombre en la lejanía. Como si fuese a través del tiempo, ya que este había desaparecido en el momento que me dejé llevar por sus envolventes y embriagadores labios. Labios que me pillaron por sorpresa y sin dejarme tiempo para poder reaccionar, pero que, al momento de posarse sobre los míos sentir una chispa eléctrica hacer corriente por todo mi cuerpo enviando electricidad a cada célula de mi cuerpo; como un montón de cables mojados haciendo cortocircuito en una superficie de agua. Luego provocando que cada célula de mi ser se prendiese hasta hacer combustión con otra, provocando un gran incendio por todo mi cuerpo, mientras sucumbía cada más a esos expertos y sabrosos labios, dejándome llevar por su boca y la fruición que esta producía en mí. Por lo que gozoso de lo que sentía y sin poder pensar, me abandoné a esa empírea sensación. Rindiéndome a las llamas que consumían mi cuerpo poco a poco por esos fervientes labios, cediendo al placer de estos; como si fuese tragado al infierno o al paraíso.

Así que cuando escuché aquella voz susurrar mi nombre en la lejanía, no pude prestarle atención, o mejor dicho no quise. No, ya que el sabor y sensación que estos producían con cada roce, o cada movimiento en los míos era adictivo. Así que tarde unos segundos en reaccionar, cuando el susurro cogió más fuerza, como el eco en un largo túnel hasta llegar al final. Conforme el eco fue llegando supe rápidamente de quien era esa voz. Por lo que dolorosamente aparté mis labios con desgana y miré a mi izquierda. 

- !Shaina¡- exclame, sorprendido a la vez que me apartaba un poco de Enzo, al ver a mi hermana mirándonos asombrada. Segundos después Enzo también miro hacia donde yo miraba y entonces el semblante de Shaina cambio. Su expresión era seria, pero con un poco de furia escondida, que hacían brillar sus ojos como dos flamas verdes – ¿Qué haces aquí? – pregunté conforme me acercaba a esta.

- He venido a veros – respondió a la vez que me pasaba una rápida mirada analítica y luego volvía a mirar a Enzo con disgusto – y tú, ¿Qué hacías aquí? – preguntó volviendo a mirarme.

- Ah, yo acabo de llegar de trabajar – contesté algo avergonzado por lo que seguramente vio y al darme cuenta de Enzo supe lo desconsiderado que estaba siendo – él es Enzo un... – dije sin saber cómo presentar a Enzo, ya que tampoco nos conocíamos tanto como para ser amigos, pero tan poco como para decir un desconocido. Ya que hace unos momentos estuve besándome con él, pero este se adelantó a mi respuesta acercándose a nosotros.

- Un amigo – contestó con rapidez a la vez que saludaba a Shaina con una cordial sonrisa, sin embargo, ella lo seguía mirando con una cara de pocos amigos.

- Si eso – afirmé con un poco de timidez – ella es Shaina, mi hermana mayor – dije presentando a esta que lo miraba con desaprobación.

- Encantado, soy Enzo Adams – declaró a la vez que se acercaba a esta para darle dos besos, pero esta lo detuvo con una mano.

- Ya sé quién eres y no me agradas – dijo con cara seria y un tono de voz seco. Algo que desconcertó del todo a Enzo dejándolo casi paralizado, incluido a mí. Ya que por lo general Shaina era la persona más amigable y simpática de todas. Entonces antes de que pudiésemos reaccionar esta se giró y se puso a andar en dirección a mi casa – Gael será mejor que te despidas y entres, antes de que venga papa – dijo después dando un último vistazo atrás en señal de que la siguiese.

El Sol Poniente(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora