1. ||Verde Brillante||

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El sonido de la enorme sirena se escuchaba en toda la costa francesa. Un olor a sal de mar se hallaba en el aire, junto con las gaviotas cantando sus típicas melodías. La brisa marina era agradable al tacto con la piel, mientras los cabellos de aquellas personas de melenas largas bailaban con el viento, mientras las palabras de despedida se iban con este.

Otra vez, la enorme sirena se escucho en sus oídos de aquellos estudiantes de ultimo año en la facultad de Artes que esperaban su partida. El puerto estaba repleto, familias enteras dando la despedida a sus hijos y otras esperando el inicio del nuevo viaje. Las gaviotas volaban sobre ellos, como si le dieran la bienvenida a un nuevo mundo. Círculos de aves marinas se veían en el cielo azul, mientras zafiros y esmeraldas las observaban con detenimiento. Llenando su cabeza de pensamientos triviales, sin creer lo que se les vendría por delante.

—¡Estudiantes de la facultad de artes! ¡Momento de irnos! —dijo el profesor de aquel grado de estudiantes universitarios, dando inicio al embarque.

Al escuchar las palabras de su profesor, Marinette arreglo su bolso, el cual colgaba de su hombro y tomo la maleta que su padre le ayudo a bajar del carro. Estaba por fin lista, para su viaje antes de la graduación junto a sus amigos. Había esperado por meses a que anunciaran las fechas y prepararse para pasarlo estupendamente. Irían en un viaje por un crucero que partiría desde El Havre, cruzando todo el canal de la Mancha, descendiendo en distintas islas y finalmente llegar a La Rochelle para ser recogidos por sus familias y volver a Paris. Un viaje de en sueño para muchachos de veinticuatro años.

—¿Tienes todo listo, hija? —pregunto su amable y robusto padre, aun indeciso de su decisión. Le costaba mucho dejar ir a su hija en un viaje donde no podría verla a simple vista, la cuidaba mucho, preocupado de que sucediera algo malo con ella. Pero confiaba en su retoño y gracias a las palabras comprensivas de su esposa, le dio autorización de participar en este extenso viaje—. ¿no te falta nada? —volvio a preguntar, mientras la azabache asentía varias veces, risueña al ver a su preocupado padre.

—Todo bien, papá. No debes preocuparte —trato de calmarlo, mostrándole que llevaba todo—. Esta todo en orden —musito, arreglando sus prendas. Las cuales constaban de una falda rosa pastel, junto una camisa formal blanquecina que combinaba perfectamente con su piel y unas zapatillas blancas.

—Deberías atar tu cabello, hija. Esta corriendo bastante viento y puede que se enredé —comento su madre, viendo los cabellos azabaches de Marinette revoloteando por el viento—. Pareces toda una leoncita.

—Ay, mamá... —se sonrojo al notar su cabello volando por distintas partes—. Cuando este arriba ya lo atare.

«Aunque me gusta más suelto...»

—¡Marinette! —toda la familia se giró, encontrando a una morena de cabellos cobrizos y ropa casual corriendo hacia ellos. Se trataba de la mejor amiga de la primogénita de la familia Dupain—. Es hora de irnos, chica. Eres la única que falta por subir.

Se miro con sus padres, dándoles un enorme abrazo lleno de amor y demostrando lo mucho que los extrañaría las dos semanas que estaría fuera de su hogar. Ya todo dicho y lista con su despedida, alzo su mano a lo lejos, diciéndole un "nos vemos" a sus amados padres. Siguió a su mejor amiga hasta las escaleras que se conectaban con la entrada al crucero, ingresando y encontrandose con un centenar de civiles entrando al enorme barco.

—Esto se encuentra llenísimo —se quejó Alya, recibiendo un asentimiento de la azabache—. Trata de no separarte, Mari. Podemos perdernos si no... —miro hacia atrás, encontrando a su amiga tras unas cincuenta personas frente suyo—. ¡Marinette! ¡¿Cómo carajos llegaste hasta ahí?!

—¡No seee! —grito la azabache a lo lejos.

—¡Le avisare al profesor que ya embarcaste y que nos alcanzaras en un rato! —grito a lo lejos, calmando a su alterada compañera.

Recul ||Adrinette +18||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora