2. ||Anochecer profundo||

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—405... 405... —cito, buscando por todo ese enorme pasillo la enumeración de la habitación dada por el gerente de la recepción. Escuchando sus pasos y los de Alya andado por el alrededor—. 405, la encontré —exclamo feliz, al encontrarla.

—Al fin —estiro sus brazos, esperando a que Marinette abriera la puerta—. Me pegare una enorme ducha y luego a comer, esperando a la noche ¡Para una enorme fiesta!

«Fiesta esto, fiesta lo otro...»

Suspiro agotada y riendo por los anhelos de la morena, Alya estaba bastante emocionada por el viaje y lo sabia de primera mano. Durante semanas pensaron en todas las cosas que harían, conocer nuevos lugares y la cantidad enorme de fotos que sacarían para recordar su primer y ultimo viaje universitario. Obviamente, Marinette estaba al tanto de las implicancias de estar lejos de Paris, donde el alcohol y las fiestas estaban incluidas en el menú del viaje.

No estaba tan emocionada como Alya por este hecho, ya que, al contrario de su amiga, ella era una chica tranquila, a quien le gustaba mas leer y tomar una taza de café en su casa, antes de estar de fiesta en fiesta. Sin embargo, había asistido a bastantes. Era una joven que ya iba a la universidad después de todo y en su vida, la diversión debía estar. Aunque no la anhelaba tanto como su mejor amiga, por distintas razones que eran crueles en su memoria.

—Pase, señorita fiestera —abrió la puerta, dejando que Alya corriera al interior. Pego un enorme salto, cayendo sobre una de las camas que estaban dentro.

—¡Esto es el cielo! —Marinette rio por su acción, adentrándose de igual manera y observar todo el lugar.

Era una habitación bastante espaciosa, bastante cómoda y acogedora para ser de un crucero, por lo visto el baño era enorme al igual que las camas donde Alya se encontraba rodando de felicidad. Dejo sus cosas en la cama siguiente, desempacando algo de ropa y así cambiarse. Tomaría un baño como Alya dijo y luego irían al comedor, reuniéndose con sus amigos para almorzar. Camino mas por la estancia, observando con detenimiento una puerta desconocida. Esta era como la de su entrada, diferente al del armario o baño, algo bastante peculiar, ya que no tenia idea de que servía.

Sin más preámbulos se dirigió hacia ella y la abrió para ver que había tras esta. Sin esperarse lo que vería con sus ojos abiertos como platos y su extraño palpitar presentándose nuevamente sin control alguno.

«Oh, por todos los...»

Los ojos de Marinette estaban examinándolo por completo, aquel chico de cabellos dorados, revoltosos y salvajes sin prenda de vestir en la zona superior de su cuerpo. Tal parece, estaba a punto de cambiarse —tal y como ella había planeado desde un principio— pudiendo así, concederle una imagen de lo perfecto y tonificado de ese abdomen denudo, unos pectorales definidos y una V bien marcada y partida por el borde de su pantalón suelto, mientras una sección del cinturón colgaba de un lado. Fue subiendo hasta encontrarse nuevamente con esa mirada seria, sin una pisca de sentimientos en ella.

Ese joven misterioso estaba semidesnudo frente a ella, sin inmutarse por ser observado por aquella extraña azabache que, al parecer, no se podía sacar de encima.

—¿Hasta cuándo te quedaras mirando? —acuso severamente, sin moverse de la posición en la cual estaba desde que Marinette tuvo el descaro de abrir la puerta, sin pensar en las consecuencias.

—¡Lo-Lo siento mucho! —se disculpó, cerrando la puerta de un sopetón.

El portazo se escucho en las dos habitaciones, mientras el rubio quedaba, nuevamente en el silencio de esa oscura habitación. Escuchando a su vez, los gritos de vergüenza de esa azabache quien termino siendo su vecina en las habitaciones interconectadas.

Recul ||Adrinette +18||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora