23. ||Lazos de sangre||

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Estaba siendo consumida.

Adrien estaba succionando toda mi alma. Similar a las anteriores mordidas no era. Estaba segura de ese pequeño gran hecho. Sutil no eran esos colmillos que perforaban mi ardiente piel. Tampoco podría definirlos como un gesto lleno de ternura o pasión.

Era más que eso.

Necesidad.

Ansia de succionar todo mi ser para terminar siendo un solo ente. El cual no estaría ni vivo o muerto. Sería una mezcla de ambos. La alma de aquellos dos jóvenes que por azares del destino volvieron a encontrarse en circunstancias bastante peculiares y desafortunadas.

Una aventura con un comienzo y un cercano termino.

Pronto Adrien y yo tendríamos la opción de seguir por dos camino. Uno era en el que ambos salíamos caminando de la mano de este terrible lugar. Por otro lado... El camino que va paralelo por el cual deseamos andar, es el más temible de nuestras vidas. Un sendero por donde solo uno de nosotros podría salir corriendo.

Ese no sería mi caso.

Quien miraría la espalda del otro... Sería yo.

Ah... Supongo que es uno de esos momentos. Esos donde mi vida pasa a través de mis ojos sin preguntarme antes si quería ver nuevamente mis recuerdos.

«¿Por qué debo ser tan sentimental...? Nunca he podido entenderlo»

Lo general en personas de mi caso, era volverse frías y sin sentimientos. No poder demostrar debilidad debido a que debes luchar con ella con suma constancia. He vivido con esta enfermedad por más de diez años. Cuando ese viejo doctor menciono que no viviría mucho, mis padres lloraron. Soltaron lágrimas por un mes entero. Rogándole a Dios por un milagro. Pero Dios me había abandonado en cuanto mi corazón dejo de funcionar. Mis arterias se contrajeron. El miocardio dejo de contraerse. Todo se volvió negro. Esa fue la primera vez que conocí el vacío. Ese fue el instante en que me di cuenta de lo poco que viviría en este mundo.

Esa noche después del infarto, pasee por los pasillos oscuros del hospital. Vague por varios minutos, llegando a una sala de espera en el piso bajo mi habitación. Pensé en comprarme un jugo de manzana. Estaba sedienta después de tanta medicación. Habían pasado ya dos semanas desde el primer infarto. Así que podía moverme. Con el porta suero como fiel compañero. Cuando vi desde el fondo del pasillo la maquina de bebestibles, sonreí. Al fin probaría algo dulce desde de toda la comida sin sal, sin colesterol y carbohidratos con lo que me estaban alimentando en el hospital. "Supongo que esa sería mi alimentación de ahora en adelante...", pensé en ese instante. Por eso disfrutaría con gusto ese jugo.

Eso creía... Hasta oír los dolorosos sollozos de la mujer que me trajo al mundo. Quien al mismo tiempo se sentía culpable por todo lo que estaba pasando.

¿Cómo paso esto, Tom...? Nu-nuestra hija... Nuestro bebe... —mamá lloraba desconsoladamente sobre sus manos quienes se encontraban posadas en sus temblorosas rodillas. Al igual que todo el resto de su cuerpo encorvado y acongojado—. Mo-morirá —esa picuda palabra se coló por cada esquina de mi organismo temeroso—. Marinette... Se nos ira, cariño... ¿Por qué...? ¿Por qué Dios nos hace esto? Es injusto.

Tranquila, Sabine —le consolaba mi padre. Acariciando la espalda de la mujer que juro amar por el resto de su vida—. Saldremos de esta. Buscaremos la solución. Haremos lo posible para encontrarla y mantener a Marinette a nuestro lado. El tiempo posible.

Marinette... —nombro aquel perfil que me regalo en cuanto respire el primer aire de la Tierra. Fue cómo si mamá notara la presencia de su retoño que poco a poco moría. Pero simplemente quería nombrarme, pensando en cómo me afectaría tal cruel noticia—. ¿Cómo le diremos?ya lo sabía. Era un hecho que tuve que aceptar desde el instante en que los doctores dijeron que mi corazón estaba enfermo—. Solo tiene diez años... Solo diez. No ha vivido la nada misma... Ahora, ¿Le quitaran la oportunidad de cumplir sus sueños? No es justo, Tom. Todo esto es terrible... ¿Qué fue lo que hizo nuestra hija para merecer tal crueldad?

Recul ||Adrinette +18||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora