28. ||Sangre tuya||

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—¡Despídete, dam!

Cubrí todo el ser que no dejaba de temblar con mis brazos delgados y llenos de heridas. Si no me protegía a mí misma, sería mi fin. No podría hacer nada de lo que deseaba tener junto a Adrien.

Si, realmente era masoquista.

A pesar de qué iba a ser asesinada, bailando al borde del rio de la muerte... Soñaba con mi futuro junto a Adrien.

La probabilidad de morir era segura un cien por ciento.

Soy una tonta.

¿Cómo es posible que imagine un futuro cuando estaba a un segundo de morir?

Lo más extraño era qué el anhelo de verle otra vez era mucho más grande al miedo qué siento ahora. Llegaba a ser gracioso, pero más qué eso... No podía sentir más.

Alya me regañaría por ser tan bruta. Al igual que Luka y los demás. Llamaban la atención como un padre a un hijo. Siempre cuidando de mí. A cada segundo a mi lado, cuidando de que no me hiciera daño.

¿Me regañaran por las locuras que he hecho estás semanas? ¿Qué dirán en cuanto nos vemos en el cielo? ¿Están todos en el cielo? ¿Iré al cielo?

Ni idea.

Sé qué están todos juntos en algún lugar donde las almas llegan luego de perder su conexión con el mundo terrenal.

No sería tan horrible.

Ya que todos estarían conmigo. Volveríamos a reír todos juntos como lo hacíamos antes de meternos en la oscuridad del océano. Extrañaba eso. Estar en la universidad. Ser el objeto de molestia de mis amigos. Luego ir por algún bocadillo a la panadería de mis padres.

Pasar tiempo juntos.

Todos juntos... A mi lado.

Sin embargo, en ese tiempo... Adrien no estaba a mi lado.

Adrien me faltaba, al igual como los latidos de mi corazón cuando este entro en paro. Adrien siempre estuvo ahí, pero no era capaz de verle.

El vacío que dejo dentro de mi corazón se encontraba presente, pero aún no tenía la visión para notarlo. Lo sentía, aunque no era capaz de comprenderlo.

Quiero verlo.

Quiero verte, Adrien.

El sonido de la carne siendo estrellada fuertemente contra el suelo se hizo presente alrededor. Tal ataque qué ese demente dictaba sin escrúpulos nunca llego. Tarde ciertos segundos en recomponerme de la epifanía donde me vi encerrada, atreviendo abrir los ojos para presenciar tal aterradora escena.

Hace solo unos segundos los anhelos por verle me inundaban, sin embargo... Ahora solo deseo salir huyendo.

Su cabello estaba bañado en sangre, eran pocos los mechones dorados que se podían observar tras ese rojo carmesí. La ropa que llevaba antes de ser secuestrada poco y nada existe, su pecho estaba humedecido por la sangre. Su pose erguida como depredador era capaz de asustar a cualquier presa a su entorno. No sabría decir cuál era la característica qué más me aterraba. Si era la cabeza decapitada qué traía en su mano como si una bolsa de supermercado fuera o eran los ojos sedientos de sangre que me enseñaba.

—¿A-Adrien...? —no era capaz de circular aire por los pulmones.

La esclerótica de Adrien se encontraba teñida de una oscuridad que jamás he visto en él. La primera vez que me ataco, cuando descubrí que ese carmesí escondía el secreto de las criaturas que viven durante la noche... No me aterro tanto como ahora.

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⏰ Última actualización: Apr 22 ⏰

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