8. ||Recuerdos||

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Abstinencia.

Es la privación de aquello que anhelas con desespero. Deseándolo día y noche, sin darte descanso alguno, rogando por que alguien te lo entregue en bandeja de plata y sin tener la contención de no ser juzgado por consumirlo.

Eso mismo, era lo que sucedía con Adrien en estos instantes. Garganta seca y llena de picor, piel ardiente y ojos titilantes, yendo de un rojo, verde, rojo, y así sucesivamente. Agarrando sus cabellos, tirando de ellos para hacerse daño y controlar a esa bestia dentro suyo. Intento golpearse muchas veces contra la pared, hasta perder la conciencia. Sin embargo, el miedo a caer desmayado y dejar libre a ese Adrien a su merced con Marinette en la habitación siguiente, no le parecía una buena idea. Menos sabiendo lo que deseaba si yo escondido en su propia oscuridad.

Eran las noches donde sus ataques empeoraban, llevando dos lunas y tres soles sin probar sangre humana. Por esta misma razón había llevado sus reservas consigo. Para evitar este tipo de situaciones donde deseaba a la raza humana muriendo entre sus colmillos.

«¿Por qué te mientes a ti mismo...?»

—Cállate —enterró sus dedos en ambos brazos, encontrandose sentado contra la puerta que daba a la habitación de Marinette—. No quiero oírte.

«¿Sabes lo que deseas, yo...?»

—No deseo nada —respondió, haciendo un monologo consigo mismo—. Solo tengo...

«Sed... mucha sed»

Intento volver a ignorarlo, sin decir alguna palabra. Debía resistirse a esas insinuaciones y tentaciones que le ofrecía esa bestia encarcelada dentro suyo. Estaba agotado, sintiéndose enfermo, pero ya no sabia si era por la maldita abstinencia o asqueado de sí mismo. Cerro sus ojos, controlando esa sed. Practico durante años no caer en sus instintos primitivos ¿Por qué ahora se le hacía tan difícil?

«Tu no deseas sangre humana...»

—Cierra la boca —se dio golpes en la cabeza contra la puerta. Sin importarle si Marinette llegaba a oírlo—. Cierra la puta boca y déjame en paz.

Pedía y rogaba, múltiples veces sin tener la respuesta que esperaba. Se levanto, dando vueltas por toda la habitación, pareciendo un completo demente que charlaba con algún demonio acechándolo en su cuarto.

«Deseas otra cosa»

—No lo digas... cállate... cállate... —se paro en seco, viendo una figura frente suyo. Esta era transparente y poco a poco fue tomando una forma. Una que reconoció a la perfección, llenándose de terror al verse a si mismo. Este tenía su anatomía transparente, junto a sus ojos rojos típicos de una bestia y colmillos filosos, pitando esa macabra sonrisa—. No-No... Aléjate —fue caminando, hasta chocar su espalda contra la puerta de su habitación, esa misma que daba al pasillo—. No te acerques... —esa cosa seguía caminando hacia él.

Ya estaba desesperado, tanto que tomo uno de los cuadros que adornaban su habitación y se lo arrojo. Consiguiendo que este lo atravesara e impactara contra la pared.

—¡¡Aléjate de mí!!

«Se lo que deseas, yo»

Susurro, acariciando el rostro de ese Adrien aterrado.

—¡Cállate! —pidió otra vez, asustado—. No lo digas... todo lo que dices es solo para cagarme la mente ¡¡Eres una mentira de mierda!! ¡No te atrevas a decir su nombre!

«Marinette»

—¡¡Te equivocas!! —deseaba explotar su cabeza y cortarse la garganta, con el fin de que la tortura se detuviera. Negando miles de veces sus deseos primitivos que escondía su corazón, batallando incontables veces en contra de seguir acechando aquella única mujer que lo llamaba al pecado—. No lo hare, no lo hare, no lo hare... ¡Sal de mi cabeza! —exigía a todos esos demonios insertados en su mente.

Recul ||Adrinette +18||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora