22. ||Nuestro corazón||

462 47 2
                                    

Lloro hasta quedar profundamente dormida. Aferrándose de mi cuerpo como si creyera que fuera a desvanecerme frente a sus ojos. Se mantuvo firme, hasta que su cuerpo cedió al cansancio. La tome entre mis brazos, recortándola en la cama con tal de que estuviera más cómoda. Necesitábamos descansar antes de llevar a cabo el plan, pero ella más que nadie necesitaba dormir un poco más.

Se desmayo del sueño luego de tanto llorar y al fin saber la verdad sobre el origen del corazón que aun late dentro de su pecho.

¿Cuántas veces ha llorado ya? Han sido tantas que me cuesta contar. Marinette no ha parado de botar lágrimas desde que empezó todo el caos en el crucero. Me llega a sorprender esa fuerza mental de continuar esta batalla. Siempre ha sido fuerte. Desde que la conozco.

Nunca ha parado de pelear.

A pesar de que sus parpados están cerrados pesadamente, podía ver a la perfección esas lágrimas escapando de sus dormidos zafiros. No me agradaba la idea de que llorara. Me partía el corazón. En forma retórica, ya que Marinette es quien lo posee. Un hecho que no me dejaba no mostrar una sonrisa en mis labios. Puede que haya muerto aquel día, hasta podría decir que me arrepiento en cierta manera de no haber abrazado a mi madre un poco más antes de partir y no discutir por tonterías. También hubiera hablado más con Felix. Sobre su luto con respecto a la muerte de papá. Hasta pude mejorar mi personalidad en el instituto o en la universidad, sacando el carácter fuerte que poseo ahora. Tanto yo y mi otra mitad. Ya no soy ese chico temeroso que le aterra el mundo y tartamudea por cualquier situación.

He cambiado.

El Adrien que una vez conoció la chica que dormía en la cama, mientras yo le observo con lujo de detalle. No existía. Al menos no su faceta inocente. En ese tiempo, mi cabeza no formaba pensamientos tan perversos como los que estoy teniendo ahora. O los que tuvo mi otro yo durante esta semana.

Cuando conocí a Marinette, mis pensamientos eran tierno e inocentes. Deseaba arrodillarme ante su preciosa mirada. Deleitarme todo el día con su belleza y preciosa risa. Regalarle un ramo de flores como presente en nuestra primera cita. Ir a la biblioteca y pasarnos la tarde leyendo miles y miles de novelas de época. Disfrutando de la compañía del otro. Gozando de tener a ese nuevo compañero de aventuras y diversión. Tomar su mano cuando la llevara a casa. Conocer de su vida, presentarme a sus padres y luego... Continuar con esa historia que quise formar desde que le vi sentada en aquel asiento dentro de un autobús sin retorno.

Mis dulces pensamientos de mi yo de hace cinco años.

Me río de mí mismo por tan infantiles deseos.

Estoy abochornado de haberme planeado toda una vida perfecta. Una de un tierno color rosa a su lado. Sin esperar por algún segundo que moriría en ese maldito autobús. Donde ambos tuvimos la oportunidad de conocernos. Fui tan tonto que sonrojarme de la vergüenza no lo veo como una no opción.

Agradecía al cielo o al infierno que estuviera profundamente dormida. Así la posibilidad de que me viera con las malditas mejillas sonrojadas como un niño de primaria seria en definitiva nula. Aunque, ¿No da igual ya? Me ha visto. Bueno, en verdad vio a mi yo de hace cinco años sonrojado y ahora mi otro yo. Tengo ya tantas mitades de mí, que ya ni se cual soy. Es bastante gracioso llegados a este punto del partido.

Me acomode mejor en la cama, sin quitarle espacio para que descansara. Se lo agotada que esta. Tanto mental. Físicamente. Todo en lo que se transformó su viaje de estudios junto a sus preciados amigos, termino siendo la peor pesadilla que pudo haber vivido. Marinette es fuerte. Se que podrá sobrellevarlo, pero si hablamos de su situación actual. Diría que la profundidad de su sueño está dependiendo netamente de lo muy agotada que está actualmente. Sumándole que ha sido mi fuente de cordura durante esta semana y la enfermedad de su corazón.

Recul ||Adrinette +18||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora