13. ||Tontos||

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¿Estupefacta? Podría ser la palabra perfecta para el momento en que Adrien puso sus labios sobre ella. Marinette aun permanecía con sus ojos bien abiertos. Incapaz de cerrarlos. Congelada ante el tacto de Adrien sobre sus labios.

Parpadeo muchas veces. Buscando una respuesta a la situación confusa que acontecía frente suyo. Mejor dicho, contra sus labios. Adrien era un chico que no demostraba sentimentalismo. Al menos del tipo romántico. Si, se habían besado antes, ella se había encargado todas estas veces de iniciarlo. Aunque el primero fue la excepción. Adrien para ese entonces no era consciente de sí mismo, su venandi interno lo contralaba junto a la sed de sangre.

El segundo y tercer beso fue iniciado netamente por Marinette en un intento de provocar a su bestia. Adrien necesitaba beber para sobrevivir, si no se volvería completamente loco. Ambos sabían lo que sucedería si Adrien perdía el control de su bestia. Acabaría con un llanto imperdonable y Marinette muerta mientras se desangraba entre sus brazos. Sin embargo, esto era distinto. Adrien estaba actuando complemente diferente.

Sus labios no estaban estáticos. No estaban helados como el hielo. Moviéndose tiernamente, dejándola tensa ante su gesto. Decir que le molestaba era un error, solo estaba en shock. Ya no era capaz de ver el caparazón de metal que poseía Adrien cada vez que ella intentaba acercarse. Era extraño. Es como si de un momento a otro el chico aceptara por fin sus sentimientos.

«Adrien, no te entiendo»

Aun así..., se dejó vivir.

Cerro sus ojos, disfrutando del tacto de Adrien. Su Adrien. Él chico que busco durante cinco años dentro de sus memorias. Adrien era su salvador y al mismo su luz dentro de la oscuridad. O tal vez, la misma oscuridad que ella necesitaba para respirar. Deseaba tenerla entre sus manos para siempre. Aunque fuera absorbida por esa noche nocturna y eterna, la que eliminaría sus respiraciones y cantarían sus últimos latidos, anhelaba continuar unida a ella. Su mayor deseo, era volver a presencia ese atardecer junto a Adrien.

Sin embargo, sería imposible.

Quedaba poco tiempo.

Su corazón no le permitiría vivir ese infinito junto a Adrien.

«No quiero morir»

Llevo ambas manos al cuello del muchacho. Aprovechando cada milisegundo en que sus dedos entraban en contacto con su piel. Acariciándolo poco a poco, hasta unirlas tras él. Enredando sus delgados entre los mechones dorados como el naciente tras la montaña, aferrándose en un intento por no caer tras encandilarla. Giro su rostro en dirección contraria al joven, hundiéndose ambos en un jadeo reprimido por la unión de sus labios. Profundizaron aquel beso, uniendo sus lenguas en el camino. Adrien la imito, tratando de ganar en ese juego. Deseaba ganarle a Marinette, hacerle entender lo mucho que su cuerpo y muerto corazón la anhelaban. Llevo su mano, no siendo tan brusco, a los cabellos de la chica, enredando sus dedos entre esos azabaches que enamoraron sus esmeraldas luego de dar el primer paso dentro de ese bus que iba camino al océano.

¿Estaban destinados a esto? Se preguntaron ambos en silencio dentro de sus mentes. Podría ser que si o tal vez, simplemente estaba jugando contra su verdadero desenlace. Marinette se preguntaba que hubiera pasado con su vida si Adrien no se cruzaba en su camino ese día, hace cinco años. Mientras que Adrien generaba las mismas dudas, sumando una extra. ¿Qué sucedería con Marinette si él no entraba a esa habitación? ¿Se rompería? ¿Hubiera caído en una oscuridad peor que en la que se vio él hundido? No lo sabía. Jamás sabría el resulto, tampoco necesitaba descubrirlo. Estaba conforme con tener a Marinette en este instante entre sus brazos. Era todo lo que necesitaba para vivir dentro de la misma muerte. Su nueva adicción. Al punto en que tal vez, la sangre quedaría en segundo plano.

Recul ||Adrinette +18||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora