7. ||Dulce agonía||

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———Adrien———

Inicio hace cinco años, después del día en que... morí.

Todo siempre ha sido de color negro, empezando desde el día en que volví a sentir la lluvia sobre mi rostro. Justo después de despertar en ese hospital en Londres, desconociendo todo a mi alrededor. Recuerdo pocas cosas desde que abrí mis ojos. Una de ellas, era un hombre de traje elegante y mirada carmesí, pidiendo que lo siguiera en este mundo teñido de tinieblas, y lo otro era... que me llamo Adrien.

Ese hombre me dijo que mi nombre significa guardián o siervo... proveniente del latín "Hadrianus", esto hace referencia a que mi vida esta ligada al océano. "Aquel muchacho que viene del océano..." recitaba día y noche, desde mi nuevo despertar. Un cuento para niños, pero lógico para el e ilógico para mí. Ambos le dimos distintos significados, sin entender nunca el porque siempre me relataba la misma historia... acaso más allá de mi muerte, ¿se encuentra algo escondido? ¿Un tesoro en el fondo del mar que aun no soy capaz de encontrar?

No lo sé, aun no he tenido la intención de buscar. Ni siquiera se donde empezar, estoy perdido desde que volví a despertar. Mis recuerdos son inexistentes, junto con el tiempo congelado a mi alrededor. Mori teniendo veinticuatro años, reviví teniendo la misma edad y durante los siguientes cinco años he tenido veinticuatro años. Ni un avance o retroceso... siempre congelado en el pasar del tiempo.

No tenía recuerdos de mi vida anterior, ni siquiera de como morí. Solo sé que desperté en un hospital, totalmente desconcertado, y terminé escapando de este en medio de un torrencial. Corrí y corrí lejos sin entender nada, sin saber quién era, sin saber que esto que llamaban lluvia era tan triste y fascinante. Me termine resbalando, fue entonces que oí como las nubes chocaban, simulando los gritos desesperados de mi corazón, exigiéndole a ese cielo gris y desgraciado que me devolviera mi yo.

Grite, abrazando mi cuerpo. No sintiendo lo que era el calor o frio, totalmente solo. Mi garganta ardía como el mismísimo infierno, sediento de eso que en un futuro conocería y desearía con desespero. Tenia sed, tanta, tanta que me daba miedo no saber como contener ese cumulo de sensaciones que nacían desde lo mas profundo de mi alma muerta. Llore junto al cielo, mientras mis lagrimas se mezclaban con la lluvia que caía sobre mi ese día. Escuchando unos pasos profundos acercándose a mi yo de ese entonces. A ese chico perdido en el mundo, lamentándose de no recordar nada y sintiendo como era abandonado por su alma.

"¿Te sientes solo, muchacho?" Fueron sus palabras, y también las primeras luego de volver a la vida. Por un momento, mi mente se lleno de un sonido extraño, era como tener un tambor metido en la cabeza y una cascada mezclándose con aquella dulce melodía. Levante mi rostro aterrado, aun sin entender el porque me sentía tan perdido, la razón de no tener ningún recuerdo, y la mente en un completo y solitario blanco. Conectamos miradas, y aun recuerdo como en ese entonces, mi rostro se tuvo que ver demacrado y desesperado, necesitado de ayuda y explicaciones. Mientras que el hombre frente a mí tenía una mirada fría y solitaria, penetrante y de un color carmín intenso que, de solo verlos, te succiona el alma.

No pude decir alguna palabra, sintiendo el miedo a esa persona. Desde el primer momento en que lo vi, pude notar que no era de ese mundo en el cual desperté. Era un ente extraño y desentendido, buscando un lugar donde encajar y ser aceptado. Por eso... asumo que me dijo aquellas palabras que me salvaron hasta hoy. "Ven conmigo", mientras se giraba en otra dirección, esperando a que yo tomara la primera decisión y iniciar mi próxima vida, la misma que estoy viviendo ahora. Al ver su figura perderse con la lluvia, mi cuerpo se movió de forma automática. Como si fuera el líder de una manada al cual debía seguir como un fiel sirviente para sobrevivir.

Recul ||Adrinette +18||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora