Un par de semanas después:
Lullaby:
Adoraba ver a las chicas con los pequeños. Cuidaban de ellos con gran celo. En especial India y Shangrylah. Fueron grandes madres. Desde el ataque al Mlowathi Pride hacía ya quince días ninguna de las dos había mostrado ningún tipo de emoción luctuosa por la pérdida del pequeño Phoenix quien habría sido, sin duda, el heredero de Alexander.
Las leonas gemelas hablaban muy poco. Apenas comían. Apenas bebían. No dormían mucho tampoco. Y hasta hace un par de días ninguna de las dos se separaba de T. La reina Kiara opinaba que era por el estado de shock en el que aún se encontraban. Ambas eran leonas muy jóvenes. Phoenix fue el primer cachorro de India. T simbolizaba la estabilidad y el hogar que habían perdido.
Las leonas mimaban a los pequeños y les daban de comer con mucho cariño. Bajé el rostro ocultando las lágrimas.
—Son grandes madres. Las mejores mujeres que he tenido el honor de conocer— afirmó de pronto a mi lado el temible rey T.
Lo miré de reojo, me seguía dando miedo. Él observaba a las reinas de su Pride con una pena tan honda que parecía extenderse a su alma.
—Todo esto ha sido terrible, Majestad. Ni en los peores sueños...
—No es excusa en absoluto. Todo esto ha pasado por nuestra arrogancia. Por la mía y por la de mi hermano Shaka. Makhulu se hizo cargo de nosotros cuando éramos cachorros y él un joven recién destetado. Nos enseñó que la unión era la clave de la fuerza del Pride. Y nosotros dos fuimos muy arrogantes creyendo que lo sabíamos todo. Si me permites un consejo, haz que tu chico se pegue todo el tiempo que le pueda quedar a Makhulu. Que siga sus enseñanzas al pie de la letra, y cuando desvíe su camino que se pregunte en todo momento: ¿Qué haría Big Mak? Shaka y yo fuimos fuertes y nos creímos invencibles. Nuestro Pride pagó muy caro nuestra arrogancia. Hoy mi hijo podría estar jugando con esos pequeños. Y si no está es por mi puta culpa. He sido la maldita brecha del férreo muro que levantó mi hermano mayor para cuidar de todos nosotros.
—Majestad, todos pensamos que podemos hacer del mundo algo mejor. A veces nos equivocamos. No debería castigarse con todo cuanto fue. Debería centrarse en ésas hermosas mujeres que lo necesitan como nunca. Desde que llegaron apenas han comido, dormido o bebido. Por las noches las oigo rugir. Su familia lo necesita, señor. Quédese con ellas hasta que haya nuevas noticias.
El rey T se levantó de la silla y comenzó a andar, primero inseguro pues eran sus primeros pasos en demasiado tiempo. Para cuando llegó a donde ellas arrullaban a los más pequeños, ya había recobrado parte de su antiguo porte.
Sentí los fuertes brazos enroscarse en mi cintura y la barbilla reposar en mi coronilla.
—¿Quién me iba a decir que al final sí que amansabas a las fieras? —Dijo muy bajito en mi oído haciendo que me estremeciera.
—Te he echado de menos, mi brutote.
—¿"Brutote"? —Alex me miró con una sonrisa pícara—. ¿Ya estamos con motes?
—Idiota.
Sonrió y me dio un tierno beso en la mejilla.
—¿Cómo van Rasta y Hunter?
—Rasta acaba de despertar— sonreí con ilusión—. Está totalmente desorientado. Hubo que sedarlo. Hunter ya se ha puesto en pie.
—Rasta se llevó la peor parte, necesita más tiempo para que siga mejorando.
Alex suspiró.
—Vamos a comer algo. Me alegra que los cachorros aún no te hayan hecho tu presa.
—Todavía los veo desde el cristal— admití y él se echó a reír.
Alexander:
—Nos cercaron en ésta zona— explicó Hunter señalando el mapa de la región del Mlowathi Pride mientras se apretaba el costado con la otra mano—. Leones enormes. Al principio eran cuatro. Luego se unieron los cuatro Selatis. Unos humanos retenían con cadenas a Skorro y a Shaka. Estuvieron a punto de liberarse para unirse a la batalla, pero los sedaron. Entonces apareció T desde la zona opuesta a la batalla.
—Era la parte más lejana al área donde retenían a Skorro y a Shaka— repuso el aludido con los ojos fijos en el mapa.
—Como sabían que T podría inclinar la balanza los Selati con varios cambiaformas de hienas y leopardos se lanzaron con rabia contra él. Los humanos lanzaron varios dardos.
—Solo me alcanzó uno.
—Rasta, que había estado muy pendiente de T, me preguntó si podía mantener ocupados a los Majingilanes mientras él le echaba una mano a Terence.
—Rasta los provocó y cayeron de lleno— afirmó mi tío cubriendo su rostro con sus manos—. Todos fueron por él. Yo estaba herido. No recordaba siquiera que estaba en una batalla con tanto en juego. Solo sé que comencé a caminar y ya no paré hasta que me encontraron... Ni siquiera recuerdo quién lo hizo.
—Rasta volvió conmigo. Me tenían ya contra las cuerdas. Logré matar a varios cambiantes y a un Selati. Rasta se lanzaba contra BlackNose cuando llegaron los cambiantes de perros salvajes... Aquello fue...
—¿Cómo coño pudisteis sobrevivir, hijo? —Mi padre lo miraba con cautela.
—Los humanos comenzaron a abrir fuego contra los perros salvajes. Estábamos empapados en sangre sin movernos. Nos dieron por muertos. Le dije a Rasta que teníamos que intentar volver un par de horas después. Él ya estaba inconsciente y muy frío. Me puse a rugir con fuerza tratando de llamaros. No paré de hacerlo hasta que...
—Te desmayaste— concluí mirando a mi hermano.
—Era cuestión de tiempo que las manadas no cambiantes comenzaran a aparecer.
—Estaban aterrorizadas— respondió Sikio—. Aquello era una zona fantasma.
Las puertas se abrieron. La reina Charm entró con paso firme.
—Malas noticias. La familia de Green ha reportado varios secuestros de sus miembros más jóvenes.
—¿Cuándo? —Mi padre la miró con incredulidad. Todos los presentes nos sorprendimos.
—Los secuestros se produjeron el mismo día en que casi mataron a Rasta y a Hunter.
—Se está hablando de una especie de mercado negro.
Hunter se llevó las manos a la cabeza y gritó por el dolor.
—¡ES UN MALDITO CIRCO! ¡QUIEREN HACER UN MALDITO CIRCO CON CAMBIAFORMAS!
Lo miramos sin dar crédito.
¿Es que fuera no conocían la existencia de los cambiantes?
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Scarface: El último Mapogo (+18)
AdventureAlexander "Scarface" Mapogo es el último descendiente del gran rey Makhulu. Scar hereda un vasto territorio en el que conviven en paz diferentes tribus humanas y de cambiaformas. El valiente y díscolo metamorfo deberá encontrar a su reina o reinas p...