Me deslicé por las escaleras gracias a mi habilidad natural felina y llegué abajo sin alertar a nadie.
—¿Está bien, majestad? —Preguntó el miembro del equipo de la fortaleza extendiendo su mano hacia mí—. En su estado debería tener cuidado con las escaleras. Podría haberse hecho mucho daño con esa caída.
—¿Caída? —Hablé poniéndome muy rápido en pie con la espalda completamente tiesa—. Estoy en una misión de incógnito. Eso que has visto no ha sido una "caída"— afirmé dibujando en el aire las comillas con los dedos—. Es una técnica avanzada de movimiento felino... Ahora, si me disculpas.
—Sí, señora.
Me alejé tratando al mismo tiempo de masajear la zona afectada por mi técnica avanzada de movimiento felino. Vi a Sikio en su puesto de vigilancia leyendo un libro. Le apunté con mis prismáticos pensando que se trataría de alguna revista de chicos. Para mi sorpresa era un libro de física cuántica. Oí un ligero chasquido y me oculté detrás del frondoso arbusto desde el que lo espiaba. Sikio miró en la dirección del ruido y saltó desde el saliente. Habrían unos cuatro metros de altura. El felino cambiante aterrizó de forma grácil sin despeinarse y, arma en mano, llegó hasta la figura que yo apenas distinguía.
—Deberías estar en la cama. Casi te disparo creyendo que eras un enemigo.
—No podía dormir. Necesitaba dar una vuelta— dijo una voz femenina.
—En ese caso deberías haber pedido una escolta. Las cosas no están como para aventurarse y...
Vi con asombro la forma en que la mujer se ponía de puntillas y lo besaba. Casi me dio un infarto cuando me di cuenta de que era Shangrylah, la reina de Shaka Mapogo.
Sikio respondió al beso con ávida pasión. Ella desabrochó su correa y se dejó caer de rodillas delante de su erección. Me llevé las manos a la cara. Tenía que salir de allí cuanto antes.
—¿Quién coño está ahí? —Preguntó el Mosquetero apuntándome con su arma. Shangrylah se había oculto detrás de él.
—Soy Lullaby. No dispares. Salí a tomar el aire.
—¿Dónde está Scar? —Habló plantándose delante de mí sin dejar de apuntarme.
—Estoy sola, Sikio. Iba de vuelta a la fortaleza. ¿Qué haces tú aquí abajo? Creí que estabas vigilando— contesté dándole a entender que no había visto nada.
El felino cambiaformas bajó el fusil y se rascó detrás de la oreja.
—Supongo que eras tú el ruido que oí— replicó dejando en tablas el encuentro—. Vuelve a la cama. Deberías descansar.
Me di la vuelta, apreté el culo y caminé lo más deprisa que pude a la fortaleza. Subí a los aposentos de Morani y me acosté entre ellos dos.
—¿Ya has averiguado el terrible secreto de Sikio? —Preguntó Alex en tono burlón.
No dije nada. Me quedé en silencio tratando de procesar lo que había visto.
—Sí, Sikio es gay— afirmé con rotundidad y me giré.
Estaba de muy mal humor por la mañana. No me podía creer que un Mosquetero estuviera traicionando a un Mapogo.
—¿Se puede saber de que iba el numerito de anoche? —Preguntó Kiara con una sonrisa—. Los guardas me contaron que te caíste de culo por la escalera.
—No me pasó nada. Era una técnica avanzada de movimiento felino.
Ella se echó a reír a carcajadas ante mi ofuscación.
—Sikio me contó que anoche estabas fuera de la fortaleza. No puedes exponerte de ese modo.
Miré a la reina y me mordí el labio inferior. En los dos años y medio que llevaba allí había aprendido que la sociedad felina se articulaba en torno a una manada de hembras protegida por una coalición de machos dominantes. Ellos se encargaban de cuidarlas. Ellas solucionaban los problemas internos.
—Deja de darle vueltas. Mientras antes me lo cuentes, antes lo arreglaré.
—Anoche vi a Shangrylah teniendo sexo con Sikio.
—¿Lo sabe alguien más?
Negué con la cabeza.
—Les dije a Morani y a Alex que pensaba que su hermano era gay y que se sentía atraído por T. Cuando regresé al cuarto les dije que sí que lo era.
Ella sonrió con calma.
—Nuestra versión cuando nos pregunten por qué Sikio dejó durante dos horas su puesto de vigilancia será que estaba pasando "un buen rato" con un chico.
—¿Qué "chico"?
—De eso ya me encargo yo. Tú no lo viste con claridad. Prefiero eso a empezar una guerra entre Shaka y mis hijos. Ya lo solucionaré con Shangrylah cuando todo esto pase.
—Hola, nena—Alex me saludó con un beso en la frente. Saludó a su madre con otro—. Vengo a que me cuentes lo del amante masculino misterioso de Sikio.
—Ella no lo pudo ver bien. Estaba muy oscuro. Yo los distinguí mejor... En fin, si Sikio es feliz así...
—Buenos días— saludó el aludido con mucha energía—. ¿Qué os contáis?
—Hablaba con tu hermano del dulce chico con el que te vi haciendo el amor anoche.
La cara de Sikio fue un poema. La cara de Alex parecía más bien una tragedia griega. La mía, una comedia escrita por un niño de seis años. Kiara, en cambio, se lo estaba pasando en grande.
—Habrá que poner a tu padre al tanto de todo, cielo. Seguro que te apoyará. ¿Tú qué dices, Alexander?
—Mientras Sikio sea feliz.
—Sí, claro, mamá. Soy bastante feliz.
A todas esas, yo sin querer respirar siquiera por si me notaban algo.
—¿Qué se cuece por aquí? —Habló Hunter, gemelo de Sikio, sentándose de mi lado.
—Hablábamos del chico que le ha robado el corazón a tu hermano.
—¿Chico? —Preguntó Hunter arqueando una ceja y mirando a su gemelo que estaba blanco como la pared—. ¿Con lo que le gustan a éste los coños? Creía que estabas pillado por...
—Un chico, Hunter— replicó su gemelo—. Estoy enamorado hasta la médula de un chico. No sabía cómo os lo ibais a tomar.
—¿Cómo crees que nos lo vamos a tomar? Es tu vida. Si te hace feliz, adelante.
—Bueno, os dejo que desayunéis— dijo Kiara poniéndose en pie—. Voy con vuestro padre.
—Mamá— habló Sikio con voz estangulada—. No le cuentes nada. Prefiero que lo sepa por mí.
—Estoy segura que harás lo correcto, cielo.
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Scarface: El último Mapogo (+18)
AdventureAlexander "Scarface" Mapogo es el último descendiente del gran rey Makhulu. Scar hereda un vasto territorio en el que conviven en paz diferentes tribus humanas y de cambiaformas. El valiente y díscolo metamorfo deberá encontrar a su reina o reinas p...