Lullaby:
Cuando bajé a desayunar me topé de frente con la discusión en todo su apogeo. El rey Makhulu discutía a voces con su hermano menor, el rey T. El nivel de intensidad eral tal que temí que fueran a llegar a las manos, o peor, que se transformaran y que llegaran a las zarpas.
El rey T se quejaba de la gestión del hermano mayor quien, a su vez le reprochaba con dureza haber disuelto la coalición.
—¡Un maldito barco se dirige con un solo capitán, T! ¡Uno solo! ¡Yo era el maldito líder de la coalición principal! ¡Fueron mis decisiones las que nos llevaron hasta aquí!
—¡Tú lo has dicho! —Arremetía el menor de los hermanos con dureza—. ¡Tus malditas decisiones nos llevaron a que secuestraran a Skorro y a Shaka! ¡A que perdiéramos a Rasta! ¡A que casi mataran a Hunter! Makhulu tú ya no puedes seguir al frente. ¿No lo entiendes?
—Quien parece no comprenderlo eres tú, hermano. Tuviste tu propio territorio y lo perdiste. ¡Tú volviste a mí! ¿Así es como pagas que no castigara tu maldita traición? Deseaba de todo corazón que tu pride prosperara, pero no fue así. ¡Yo soy el maldito rey de Sabi Sands!
—No, Big Mak. Tú estás acabado. Es solo que aún no te has dado cuenta.
Makhulu rugió de rabia y salió de la estancia echando chispas. Bajé la mirada. Él siguió su camino. T también abandonó el comedor. Lo peor que nos podía pasar cuando la amenaza aún no había sido neutralizada era que hubiera una lucha de poder interna.
Los dos hermanos se querían, pero era evidente que ambos habían nacido para ser reyes.
Desayuné cuando las aguas se calmaron y me dirigí hacia las guerreras para hacerme cargo de los cachorros. Ellas iban a ir, junto con los hombres, a patrullar el territorio. Pues comenzaba a escucharse el rumor del regreso de los Selati. Y si ellos habían vuelto, seguramente los Majingilanes estarían cerca.
Los cachorros estaban en la gran zona de juegos haciendo de las suyas. Los miré, primero, por el cristal, luego entré para aquel contacto inicial con ellos. Las leonas me habían explicado que la clave era tener una actitud de "adulto al mando". Los pequeños aún no habían cumplido su primer año de vida. A mí me tocaba cuidar de los más jóvenes. Tenía que alimentarlos y asearlos.
El encanto me duró unos cinco minutos, cuando aquella pequeña pandilla del infierno comenzó a hacer de las suyas.
—¡Bájate de ahí! —Ordené a un par de ellos—. ¡Deja a tu hermano! ¡Le vas a hacer daño! No muerdas eso!
Todos tenían esa curiosidad innata en los leones de corta edad. Solo que estos ya trepaban, mordían y arañaban.
La situación se me comenzaba a ir de las manos. Fue entonces cuando tomé la decisión más estúpida de mi vida, transformarme.
Las madres me habían explicado que cuando los pequeños no hacían caso, como aún eran demasiado jóvenes para cambiar de forma, ellas se transformaban y daban un par de rugidos, entonces la situación se tranquilizaba.
Fue por ese motivo que hice lo que hice. Los niños se echaron a reír cuando vieron que la adulta a cargo era más pequeña que ellos y se pusieron a jugar a "cazar a la gata".
Alexander:
Las peleas entre mi padre y T comenzaban a ser más frecuentes. Shaka puso todo de su parte para ayudarnos a mantener controlado al Mapogo rebelde. Pero un rey león siempre lo sería. Que T pagara su frustración con mi padre era malo para todos nosotros.
Por fortuna no pasaban de un intercambio de palabras. Pero, temía que llegaran a las manos y que la coalición volviera a dividirse. Teníamos que dar el ejemplo de unidad al resto de nuestros aliados, sino nada les impedía marcharse y dejarnos vulnerables.
Sin querer tomar partido, aunque tuviera muy claro que defendería al rey de Sabi Sands, tomé aire y me fui a ver qué tal le iba a Lullaby con los bebés.
Los mayores estaban con las nanas en su hora de lectura. El cubil de los bebés era un caos absoluto.
—¿Qué cojones está pasando? —Gruñí.
Los pequeños estaban congregados en un mismo punto. Parecían jugar, con su estilo bruto, con una especie de peluche.
Supe que no lo era cuando distinguí el manto de color caramelo y escuché con claridad los bufidos intentando poner orden. Me reí por lo cómico de la situación a tiempo que guardaba el parche y me convertía.
Entré en el cubil. Los cachorros estaban tan absortos que ni se dieron cuenta. Lancé un potente rugido que los paralizó al instante.
—¿Qué coño estáis haciendo? ¡Dejad a Lullaby!
—Juro que me vais a matar a disgustos— dijo mi madre entrando de repente—. ¿Qué está pasando?
—Gatitos— hablaba Lullaby con todos los pelos revueltos en mis brazos como si fuera mi mascota—. Muchos gatitos malos. Olas de gatitos malos...
—¿En qué estaban pensando para meter a una gata con un grupo de cachorros que no se saben transformar? ¿Está bien?
—Sí, mamá. Es solo la impresión por tantos "gatitos malos".
Mi madre se echó a reír.
—Llévala y que descanse. Yo me ocupo de estas pequeñas bestias.
—Muuuuchos gatitos maaaalos— tarareaba ella mientras la llevaba a su cuarto—. ¡Por el amor de Dios, dime que no vamos a tener de esos!
—¿Qué dices? Pero si son unos gatitos adorables— me burlé.
—¡Casi se me comen! —Repuso al borde de la histeria.
—No se te iban a comer. Te estaban aseando como hacen sus madres con ellos. Es solo que como son muy jóvenes y muy brutos, eso es todo.
—Me persiguieron por toda la habitación, me hicieron trepar a los muebles y cuando me atraparon...
—Tranquila, nena. Solo jugaban contigo como hacen con sus madres.
—¡Los cabrones se reían de mí! No pienso tener cachorros... ¡Nunca!
—Los nuestros serán más cuidadosos contigo cuando estés en tu forma felina.
—Casi se me comen. Me ha pasado toda la vida por delante de los ojos. Estaba viendo una luz cuando tú llegaste.
Me eché a reír y le di un beso.
Quizás era porque toda mi vida había sido un cambiaformas, sin embargo comprendía que un primer contacto con leones tan jóvenes podía ser muy intenso para cualquiera que nunca hubiera interactuado con ellos.
Nos tumbamos juntos después de que ella se diera un baño. Lullaby se aferró a mi cuerpo con fuerza. Repitió lo de que eran unos gatitos malos como la abuela de Madagascar hasta que se quedó dormida.
Me dormí yo también.
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Scarface: El último Mapogo (+18)
AdventureAlexander "Scarface" Mapogo es el último descendiente del gran rey Makhulu. Scar hereda un vasto territorio en el que conviven en paz diferentes tribus humanas y de cambiaformas. El valiente y díscolo metamorfo deberá encontrar a su reina o reinas p...