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Llegamos al recinto del circo cuando todos dormían. Lullaby nos había dado la idea para hablar, sin contarles todos los detalles, con diversos grupos dedicados a la defensa de los animales, que solían ser el grano en el culo para estos explotadores. Nosotros intentaríamos sacar a todos los que pudiéramos y ellos armarían un buen espectáculo. El plan era, que una vez fuera, se convirtieran en humanos para que no nos denunciaran por robar animales salvajes y que se sembrara el pánico en la ciudad.

     Junto con mis hermanos llegamos a las inmediaciones, armados con ácidos para derretir las cerraduras y estropear los candados de las cadenas. Nos fue fácil sortear a la seguridad gracias a nuestra agilidad felina. Trabajamos coordinados y a buen ritmo. En poco tiempo tuvimos a casi todos fuera del circo. Estaban en condiciones deplorables, pero podían andar por su propio pie.

     Los últimos fueron mis dos tíos. Se lanzaron a atacarnos cuando nos acercamos a su celdas.

—Somos nosotros— dijo Morani y se transformó brevemente en león.

—¿Qué coño estáis haciendo aquí? —Preguntó Skorro asombrado—. Largaos.

—No nos vamos sin vosotros— respondió Sikio.

—Me temo que Shaka...

—Lo sabemos. El encierro le ha afectado.

—Lo drogan constantemente para controlarlo mejor. El problema es que se les empieza a ir de las manos.

—Razón de más por la que hay que darse prisa— contesté.

     Los manifestantes ya estaban montando el alboroto en el otro extremo del circo. Sacamos a Shaka atado por nuestra seguridad y nos largamos de allí.

     Los manifestantes nos habían ofrecido refugio para pasar la noche. El plan era salir a Sabi Sands en un avión fletado por mi padre en cuanto se hiciera de día.

—¿Cómo están los demás? —Preguntó Skorro.

     Estaba casi esquelético, con marcas de golpes por todo el cuerpo. Daba pena verlo.

—Están a salvo— le informé—. Sabi Sands está tranquilo por el momento. Muchas coaliciones están ayudando. Deberíamos hablar con el embajador y...

—¡Ni se os ocurra! —Rugió Shaka quien parecía haber vuelto de su letargo—. Todo esto ha sido idea suya. Nos ha vendido a todos. Tiene planeado matar a Makhulu y hacerse con el control de Sabi Sands junto con los Majingilanes y los Selati.

     Lo miré fijamente. No quería creer que alguien que había sido de la total confianza de mi padre lo hubiera traicionado de un modo tan ruin. Pero, él llevaba mucho más tiempo que nosotros investigando.

—Trataron de matarme— afirmó y se levantó la camiseta mostrando las terribles cicatrices en su abdomen—. Los malditos Majingilanes trataron de comerme vivo. Skorro lo evitó in extremis. Nuestro embajador estaba allí "disfrutando del momento".

     Me pasé la mano por la cara en un gesto de cansancio. ¿Cuántas cosas se habían orquestado en nuestra contra sin que fuéramos conscientes?

—Me temo que hay que largarse— dijo el jefe de los manifestantes interrumpiendo nuestra charla—. La chica que viene con vosotros habló con el rey Mak...

—El rey Makhulu Mapogo— repliqué.

—Ha decidido adelantar la evacuación. Tenemos motivos suficientes para sospechar que podrían estar tratando de cerrar el aeropuerto.

     Nos miramos a los ojos. Había que moverse.

     Los grupos que nos habían ayudado a desviar la atención en el circo estaban mucho más organizados de lo que pensaba. Se habían dividido y sembraban el caos en distintos puntos para evitar que las autoridades se agolparan en uno solo. Aquello nos dio la ventaja que necesitábamos para llegar al reino.

Scarface: El último Mapogo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora