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Alexander:

El fuerte estruendo en los aposentos reales hicieron que Morani y yo corriéramos a ver qué pasaba.

     Lullaby atacaba sin piedad a Spring, otra de mis reinas. Me interpuse entre ambas a tiempo que Morani comprobaba a los pequeños.

—¡LOS QUERÍA MATAR! —Gritaba una Lullaby furiosa—¡TE HE VISTO!

      Me giré y miré a Spring. Ella temblaba de arriba a abajo sujetando su abultado vientre, las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

—Tranquila, Lullaby. ¿Qué ha pasado, Spring?

—Kiara me pidió que viniera a verla y a traerle comida— señaló a la mesa auxiliar con la bandeja—. Al acercarme a ella me di cuenta de que uno de los bebés estaba en mala posición y no podía respirar. Al colocarlo mejor ella despertó y me atacó.

—¡LO QUERÍAS MATAR! —Gritó mi reina principal.

—Nena, mírame. Las chicas se ayudan entre sí con la crianza. Spring no va a hacerle nada a nuestros hijos. Te lo juro.

     Morani olfateó a los pequeños y asintió indicando que todos estaban bien.

—¿Crees que me lo invento?

—Mi amor, lo que pienso es que estás cansada. Nada más. Los pequeños requieren cuidados constantes. Tú también los necesitas. 

     Lullaby observó a Spring. Se convenció de que su estado de nervios era real y se disculpó con ella. La otra reina se le acercó y frotó su frente con la suya. Sonreí cuando las dos se acercaron a los cachorros. Era a la primera cambiaformas a la que le permitía tocar a los niños.

     Los demás cachorros fueron naciendo en los días posteriores. Las más experimentadas se hicieron cargo de las primerizas y pude respirar tranquilo.


     Sikio llevaba unos cuantos días apático, y, aunque en principio lo achaqué a la misión que se nos cernía, pronto me di cuenta que tenía que ver con Shangrylah. Había perdido peso en muy poco tiempo. Mi hermano necesitaba acción. Las incursiones de nuestros enemigos se hicieron cada vez más frecuentes. Ya no las podía pasar por alto. Mi madre, junto con las guerreras más experimentadas, se quedaron atrás protegiendo a las chicas. Y ya con todos los cabos atados ordené el ataque contra la coalición Majingilanes-Selatis.


      Los Mapogo incursionaron en el terreno que habían ocupado los Selati. T, un rastreador de primera, se dedicó a buscarlos sin descanso. Los Mosqueteros, por su parte hacían lo propio en el antiguo territorio Mlowathi. Los Majingilanes, a diferencia de los Selati, no se ocultaban.

     Con la ofensiva en marcha las coaliciones aguardaron a la caída del sol para atacar.


     Scarface, líder de los Mosqueteros y rey de Sabi Sands, rugió con fuerza tomando por sorpresa a sus enemigos. ScarNose, líder de la infame coalición, respondió al rugido llamando a los suyos, pero los letales Mosqueteros ya se habían lanzado al ataque.

     Sikio tomó la delantera a sus hermanos. Arremetió con fuerza y crueldad. Las mismas que solían emplear T Mapogo. HipScar fue el blanco de su ira. El joven Mosquetero se lanzó sobre él. Juntos rodaron por el suelo. El iracundo cambiaformas se aferraba a su cuello en espera de alguno de los suyos. Hunter llegó rápido arrollando al enemigo con la potencia de un tren de mercancías. Sus poderosas fauces hicieron blanco en la débil cadera, herida en combates anteriores, del Majingilán. Éste gritó de dolor tratando en vano de desembarazarse de los gemelos Mosqueteros.

Scarface: El último Mapogo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora