—¡Vas a decirme que también olvidaste esa noche?— quiero confirmar lo que ya sé y es que por más que quiera o tenga un motivo, no podría olvidarse de la vida que hizo junto a mí.
—No te quieras hacer el listo conmigo— arruga el entrecejo.
—No me hago el listo— sonrió, Sam me ignora.
Se quedó muda después de ver esas dos fotos, bebe cerveza, yo también conozco el viejo truco de embriagarte para no hablar, pasa una mano por su cabello, trata de normalizarse.
—¿Y qué hay después de estas?— trata de cambiar el tema.
—Sabía que lo ibas a evadir— comento sin mirarla.
—¿Qué significa eso?— pregunta evidentemente molesta, pero cuándo no lo está.
—Nada.
—Sí, sí significa algo— me exige.
—¡Okay! Significa que cada que toco el tema te reúsas a él, haces como que nunca existió algo entre nosotros, te pones de mal humor y lo ignoras como estas haciendo ahora— lo confieso, pero sonó más como un reclamo.
—¿Y qué se supone que tenía que hacer?— me responde de la misma manera —¿Recibirte con una caravana y gritar a los cuatro vientos que fuiste mi novio de secundaría?
—¡No, pero pudiste haberme saludado en el ascensor y no fingir que yo era una persona cualquiera!
—Eso no fue lo que paso. ¡Ni siquiera deberíamos tener esa estúpida conversación, Nick!— exhala y relaja su voz —¿Ya vez por qué no quería venir contigo?— niega con la cabeza y toma otra vez la lata.
—Pudiste haber...— trato de decir un poco más calmado pero ella no me deja hablar.
—¿Y eso en qué hubiera cambiado las cosas?— «En nada».
—En nada— admito —. Tú seguirías siendo la jefa y yo un pasante— «Y lo que tuvimos sólo existiría en estas fotos».
—Exacto.
Cierra los ojos y respira, no aparta la mirada y yo aprovecho el momento para detallar su rostro, veo sus lunares, hay dos que no estaban hace once años, los pómulos están algo más resaltados, pero sus labios delgados siguen como la ultima vez que los besé y no me puedo sacar de la mente la idea de volver a besarlos.
—Y no tiene caso— comento decepcionado.
Lo dos ya estamos algo ebrios, aún así seguimos tomando la cerveza clara. Se lame los labios.
—Creo que debería irme ya...
Tal vez es parte del efecto del alcohol o de los recuerdos que vuelven a la luz, pero no lo puedo resistir y la tomo de la mejilla para acercarla a mi rostro y plantarme en sus labios. Esperé que me rechazara, pero no, en vez de eso está tomando mi nuca y moviendo la boca al paso que yo dicté. «¡Dios, sí!» Separo nuestros labios al minuto de estar besándonos, pero mi mano no baja de su suave rostro, ni nos alejamos.
—Sam...
—Nick, vuélveme a besar— esta vez es ella la que se lanza a mí. Tal vez sí era el alcohol.
«¡Dios! ¡Me gusta estar colgado de sus labios!»
Me succiona, me muerde, juguetea con ellos, como en los viejos tiempos en el sofá de mi sala cuando empezábamos una guerra de besos; su lengua se frota con la mía e incluso por la desesperación con que lo hacemos nuestros dientes chocan. Después de tantos años había olvidado lo bien que se sentía tenerla así. Nos separamos, pero nuestros alientos seguían juntándose en el poco recorrido que le quedaban a nuestras bocas.
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Lo bueno de NO enamorarse
ЧиклитNo todos los cuentos son de amor. No todas las princesas esperan a su príncipe azul. No todos los príncipes son perfectos. No todas las villanas son las antagonistas. No todos los cuentos tienen un final feliz... Y Samantha lo aprendió. ~ACTUALIZACI...