23: El plan B

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    Algunas veces la vida no es como la planeamos, de hecho siempre hay cambios, obstáculos, cosas de ultimo momento que nos obligan a tener que movernos de una forma que no queremos ni haríamos, arruina nuestro plan A

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    Algunas veces la vida no es como la planeamos, de hecho siempre hay cambios, obstáculos, cosas de ultimo momento que nos obligan a tener que movernos de una forma que no queremos ni haríamos, arruina nuestro plan A. Pues lo que yo mando a la mierda el obstáculo, mando a la mierda el plan A y empiezo a construir el plan B, porque no tengo tiempo para quedarme llorando porque las cosas no salieron como yo quería.

    —¡¿Cómo qué estás en el hospital?!

    —Me caí de las escaleras esta mañana cuando iba de salida.

    «Carajo, sabía que no debía contestar esa llamada en el elevador»

    —¿Es grave?

    —Me acaban de hacer una radiografía, creo que me rompí la pierna.

    —O sea que no vas a llegar.

    —No.

    —Carajo. ¿Y ahora qué voy a hacer?

    —Puedes solicitar a uno de los pasantes del piso.

    —No hay muchos en este piso, Simon, además, odio a los pasantes y lo sabes— las puertas se abren y yo junto con las demás personas en el ascensor salimos —. ¿Ahora quién traerá mi café?

    —Vas a tener que conseguir a a alguien más. Yo, debo irme.

    —Bien, que te mejores— digo cansada.

    —Suerte.

    —Igual. Te enviaré chocolates o lo que sea que se hace por las personas enfermas— cuelgo.

    ¡Diablos! Me quedé sin asistente, así que básicamente me quede sin la persona que hace todas las tareas tediosas que yo no quiero hacer. ¿Qué voy a hacer? Yo necesito concentrarme en lo importante mientras Simon contesta la llamadas de la gente que yo estoy ignorando.

    Estoy jodida, jodida... A menos que... No, eso me dejaría aún más jodida... ¿Pero qué alternativa tengo? Es decir, ¿quién es la única persona en esta oficina que soportaría mis exigencias laborales y de hecho estaría aparentemente encantado de trabajar junto a mí? Ahg, carajo, Nick.

    Dejo la carpeta y mi bolso en mi oficina y de inmediato me dirijo a la oficina de Silas, diría que situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, pero yo no estoy desesperada, estoy decidida.

    —Silas— digo sonriéndole.

    —Samantha, ¿cómo estas esta mañana?

    —Bueno, podría estar mejor, te lo confieso— le digo acercándome a su escritorio de madera y apoyándome en él —. Me hace falta un asistente de remplazo y he escuchado que tú tienes unos pasantes de sobra...— insinuó para que me entienda.

Lo bueno de NO enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora