No todos los cuentos son de amor.
No todas las princesas esperan a su príncipe azul.
No todos los príncipes son perfectos.
No todas las villanas son las antagonistas.
No todos los cuentos tienen un final feliz...
Y Samantha lo aprendió.
~ACTUALIZACI...
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Doy una ultima mirada al horizonte, el sol está en su punto más alto, la vista en la ciudad es impresionante, en la mañana, al atardecer o en la noche, no puedo decidirme solo por un espectáculo. Voy al escritorio y continuó revisando el diseño con el que estaba antes de levantarme a estirar las piernas.
—Sam, Alex George de finanzas está buscándote— escucho a Simon por la línea.
Levanto la vista y a través del vidrio de mi oficina veo como mi asistente está con el teléfono en el oído y frente a su escritorio está el guapo rubio. «Sí, gracias Dios».
—Déjalo pasar— pongo el teléfono en su lugar. Veo como ese lindo trasero en traje pulcro abre mi puerta y la atraviesa sonriéndome encantadoramente —. Buenos días.
—Buenos días, señorita Samantha— se posa frente a mi escritorio.
—Oh, no es necesario que me llames así, dime Samantha o Sam.
—Sólo nuestros nombres, está bien.
—Toma asiento, por favor.
Quien nos viera pensaría que sólo somos dos colegas teniendo una simple charla, no un hombre y una mujer que se comen con los ojos. Lo veo, y el me ve, lo sabemos, ambos sabemos lo que queremos y estamos dispuestos a dar.
—No será necesario, sólo vine a ver si quisieras salir a almorzar conmigo esta tarde.
—Un almuerzo, me encantaría. Será la ocasión perfecta para conocernos ahora que trabajaremos juntos— acepto acariciando mi lápiz entre mis dedos.
—Exactamente, quiero conocerte ahora que vamos a trabajar, estrechamente— apoya las manos en mi escritorio y se inclina ligeramente hacia adelante. Cada palabra de su boca sale como un rose en la piel.
—Bien. ¿Entonces en donde quieres que no veamos?
—Puedo pasar por aquí por ti.
«Mmm, sí».
—¡Seguro!
—De acuerdo. No vemos, Samantha.
—Nos vemos, Alex.
Me guiña un ojo antes de emprender a la salida. Me muerdo los labios para tragarme la sonrisa que se esfuerza por salir.
En la infancia siempre se tiene una película favorita, ya sea una animada o cualquier otra, una que se trate de princesas o piratas, o príncipes azules y héroes, o la película que siempre te hacía reír a carcajadas; esa que viste un millón de veces siempre que te apetecía. Pero de pronto un día y sin decidirlo dejaste de verla, y no te diste cuenta de que el tiempo pasó, no lo planeaste, sólo sucedió y te lamentas por ello. Pero lo bueno es que el sentimiento de recuerdo y los buenos momentos te golpean con un regalo que te mandó el universo.