No todos los cuentos son de amor.
No todas las princesas esperan a su príncipe azul.
No todos los príncipes son perfectos.
No todas las villanas son las antagonistas.
No todos los cuentos tienen un final feliz...
Y Samantha lo aprendió.
~ACTUALIZACI...
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NICK
Bajó la mano a mi entrepierna donde me apretó tomándome desprevenido mientras nos besábamos.
—¡Ey!
—¿Qué?— me pregunta con malicia.
—Juegas sucio
—Mmm...— me da un pequeño beso —No.
Para devolvérselo tomo sus muñecas y las pongo sobre su cabeza, me acerco a su cuello y le doy muchos ronquidos de cerdo que sé que tanto le molestan.
—¡No, Nick, no!— se ríe, le molesta pero en buen sentido.
—Deja de ser una tramposa.
Le suelto las muñecas.
Tuvimos suerte de llegar al hotel antes de que la lluvia comenzara, pues ahora puedo escuchar el ruido que hace el agua al caer, en segundos la lluvia se intensificó, pero a nosotros no nos importan estando en tal situación.
Toma los bordes de mi camisa y tira de ella —Quítatela.
Ella aprovecha pasando sus manos por todo mi abdomen hasta mis hombros. Levanto los bordes de su vestido por sus muslos y meto mi mano debajo de él, a través de la delgada tela de sus pantis puedo sentir la suavidad de sus labios.
—Me hubiera puesto la tanga bonita, no sabía que iba a follar— dice ella.
—No importa— le beso el cuello.
Subo totalmente su vestido para pasarlo por su cabeza, le quito toda la ropa, la quiero desnuda. Sus pezones erectos y excitados me llaman así que atrapo al primero entre mis labios húmedos hasta que está brillante, Sam se muerde el labio inferior aguantando lo que le provoco y luego paso al otro pezón. No aguanto el placer de morderle lo senos hasta dejarlos rojos y con las marca de mis dientes.
ー¿Tienes condones?ー le pregunto.
ーPásame mi bolsoー me encanta que ella siempre esté tan segura.
De pie frente a la cama bajo mis pantalones después de que me pasara el condón que deslizo en mi pene. Ella está acostada en la orilla de la cama.
ーVoltéateー le indico.
Me sonríe y obedece. ¡Dios! Su trasero en el aire es un espectáculo, igual que esos labios lubricados que mandan pulsaciones a mi pene. No resisto el meterle dos dedos entre esos labios rosados, mis dedos quedan untados.
ーMétemela ya.
Me pide en un jadeo. Pongo mi agarre en su cadera y me alineo con su entrada.
ー¿Sam, cuánto lo quieres?
ーMucho.
ー¿Sí?ー estiro una mano hasta acariciarle un pezón.