14: Cruzo los dedos

16 2 0
                                    

    «¿Peor día pude haber escogido para embriagarme?»  La respuesta es no, escogí un día antes de mi cita con Dom para embriagarme y tener sexo en un horrible sofá con mi ex, pero esa soy yo, Samantha que cuando se pone caliente se le apaga la cabeza. Justo cuando creía que era un poquito más inteligente que los demás y la cago.

    Abro la botella de electrolitos, el taxi ababa de dejarme en casa, no quiero parecer tener resaca hoy, tampoco quiero sentirme en resaca, creo que hoy voy a consumir muchas pastillas. Después de la aspirina, quiero acostarme, pero mi cuerpo no da para ir hasta la cama, por lo que me acuesto en el sillón boca abajo sin preocuparme de mucho, rápidamente me quedo dormida.

    Eran alrededor de las ocho de mañana cuando salí de la casa de Nick, no sé cuanto tiempo he dormido sólo sé que mi celular está sonando y es horrible, ni siquiera me levanto, saco la mitad de mi cuerpo por la orilla hasta alcanzarlo.

    —¿Álo?— contesto volviendo a cerrar los ojos.

    —Hola. ¿Quieres salir a almorzar o tengo que estar temprano en tu departamento para ayudarte?

    «Ah, Valery».

    —No sé, yo... ¿Qué hora es?

    —Las diez.

    —No yo no, acabo de despertar y tengo que trabajar algunas cosas.

    —No me digas que anoche te fuiste de fiesta.

    —¡No! No lo hice.

    —Ay— resopla —. Trata de comer algo, estaré contigo como dentro de dos horas. No trabajes tanto.

    —Bien, hasta luego, Val.

    —Cuídate, Sam.

    Cuelgo y dejo el celular contra mi cara, no me quiero levantar, pero en serio tengo que adelantar algunas cosas para esta semana, no puedo simplemente olvidar mi trabajo. Con un quejido me pongo de pie y voy hasta la cocina, tomo una barra energética y un PowerAde, y subo las escaleras para ir al segundo piso, directo al  estudio donde trabajo.

    Se supone que este lugar iba a ser mi estudio de arte para cuando dibujara o pintara, puse algunas cosas, pero no lo he usado para eso, no tengo mucho tiempo libre para dibujar y la verdad debo estar muy oxidada porque hace mucho no practico. En vez de eso metí una computadora y ahora en mi oficina en casa.

    «¿Dónde carajos dejé mis lentes?» Por suerte aquí tengo unos de repuesto. Enciendo la computadora y lo primero que hago es poner un playlist, nada moderno y extravagante, generalmente escucho alguna banda de rock romántico. Reviso lo que Simon programó en mi agenda y me pongo a trabajar; cuando me pongo a hacer cosas y escucho música mi mente fluye, no sé como pero saca ideas de lo más profundo y las materializa, es muy beneficioso para un empleo creativo como el mío.

    —¡Ey!— siento que me jalan un audífono.

    —¡Valery!— grito al darme cuenta que es ella —¡Me asustaste!

    Estaba totalmente concentrada y Val me ataca por la espalda.

    —Toqué, pero tu no me escuchaste así que entré.

    —¿Ya son las doce?

    —Las doce y media.

    —Bien, déjame cerrar todo esto y ordenamos algo.

    —No... Tú te vas a bañar porque andas con ropa de oficina un sábado a medio día, mientras yo te voy a cocinar algo.

    —No tengo ingredientes para cocinar nada— aviso cerrando todas las ventanas de mi computadora.

Lo bueno de NO enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora