SAM
Lo conocí en tercer año de primaria, yo traía unos horribles broches amarillos en el cabello y él hacía chistes ridículos. Nos hicimos amigos de inmediato. Nos compartíamos los crayones y el almuerzo, creo que así fue hasta el ultimo año de bachillerato.
—No, lo siento, no— le respondo, pero él sigue así plantado, a la mitad de mi oficina —. Creo que, que han pasado diez años.
—Once.
—Once años. ¡Wow! Eso es mucho tiempo.
—Tienes razón.
Bien, ya llegó a su punto, ya me obligó a admitir que si lo conozco, ya ganó ésta, ahora, ¿qué sigue haciendo aquí?, esta es mi oficina no un salón comunal.
—Bien, am, empezaré a trabajar en esto— me apresuro a tomar las fotos e ir a la mesa para dibujo que tengo en una de las esquinas.
—Oh, sí, sí— al fin se da cuenta que lo estoy echando —, te dejo para que trabajes— se dirige a la puerta y voltea una última vez —. Me alegra verte de nuevo.
«¿Y qué se supone que debo responder a eso?».
Levanto la mirada trato de sonreír y le asiento con la cabeza.
—Oye, ¿adivina qué conseguí?— me preguntó mientras yo metía libros a mi casillero. Él se recostó en estos con un porte galante.
—¿Una vida propia?— lo molesté.
—Jaja— rió falsamente —, no. Cierra los ojos — le hice caso —, ahora abre.
Grité de la emoción y salté encima de él enrollando mis piernas en su caderas y lo besé, lo besé con muchos pequeños besos por su cara terminando con un gran beso en sus labios. Eran unas estradas de concierto, una banda de la cual éramos muy fans venía a la ciudad.
—¡¿Cómo las conseguiste?!— pregunté con el corazón queriendo reventar mi pecho. Me bajo de él.
—La emisora local las estaba rifando, estuve pegado al teléfono como cuarenta minutos y de seguro mis padres me mataran cuando llegue el recibo telefónico, pero valió la pena.
—¡Gracias, gracias, gracias!
Lo volví a besar y pase mis manos por su pecho. Estaba muy emocionada, en serio amaba a esa banda. Claro que también amaba usar varias camiseras una encima de la otra y las botas estilo Serena Van Der Woodsen.
NICK
—¿Dónde estabas?— pregunta Charlie cuando llego al carrito de perros calientes que está frente al edificio.
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Lo bueno de NO enamorarse
Literatura KobiecaNo todos los cuentos son de amor. No todas las princesas esperan a su príncipe azul. No todos los príncipes son perfectos. No todas las villanas son las antagonistas. No todos los cuentos tienen un final feliz... Y Samantha lo aprendió. ~ACTUALIZACI...