No todos los cuentos son de amor.
No todas las princesas esperan a su príncipe azul.
No todos los príncipes son perfectos.
No todas las villanas son las antagonistas.
No todos los cuentos tienen un final feliz...
Y Samantha lo aprendió.
~ACTUALIZACI...
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Sam
Camino hasta las tres chicas que me estaban llamando con la mirada, bueno, no exactamente eso, estaban curioseando lo que yo hacía con Nick.
—Chicas— las saludo.
—Samantha, Samantha— empieza Laura, sé lo que van a decir, no soy tonta y ellas estuvieron viéndome de más cuando estaba con Nick.
—¡Nos dijiste que no vendrías con nadie!— reclama Jane.
—Y así fue, Valery lo invitó como mi cita en contra de mi voluntad.
—Pero ya cuéntanos, ¿quién es?, ¿dónde lo conociste?
—Es Nick, es un viejo amigo de la infancia— sedo ante su interrogatorio sólo para mantenerlas quietas y calladas. Al parecer a todo mundo le encanta la idea de que yo salga con alguien.
—Está muy guapo— todas asienten.
—Te lo regalo.
—Espera, ¿cuándo dices "en contra de mi voluntad" significa que no hay problema si alguien más sale con él?— pregunta Monique.
—¿Es en serio esa pregunta, Monique?— la miro seria.
«¿Es en serio la desesperación de esta mujer?». Y sobre todo, ¿para qué necesitan un hombre? Pareciera que sin uno en sus vidas no pudieran respirar. No entiendo y jamás entenderé a estas mujeres.
—Ya déjalo, Monique, no le vamos a arruinar esto a Sam, es la primera vez que trae a alguien— la regaña Jane.
—Técnicamente yo no lo traje— «Aunque pasé a recogerlo y ya lo había traído a casa antes» —. Él no es nad...
—Samantha— nos distrae mi madre saliendo de la casa —. Tus tías ya llegaron, ven— «Me lleva el diablo».
—Nos vemos— les digo.
—Y tú disfruta de la tarde con ese muchacho— ignoro su comentario, ahora hay algo más serio de lo cual preocuparme.
Mis tías, el dúo de la tortura, como yo las describo, las dos hermanas mayores de mi madre, dos señoras sureñas con la lengua más afilada que bisturí de diamante. Todas señoras de casa que se creen una combinación de la Madre Teresa de Calcuta y la Reina Isabel, o sea se creen perfectas.
Están sacando las maletas de la parte trasera del taxi, venían juntas en el, como una especie de secta satánica que no se puede despegar.
—Pensé que sólo vendrían para la boda— le reclamo a mi madre en susurros antes de que nos puedan escuchar.
—Si pero las invité a quedarse aquí hasta la boda— «Dos semanas con dos medusas» —¡Queridas!— exclama mi madre con los brazos estirados.