No todos los cuentos son de amor.
No todas las princesas esperan a su príncipe azul.
No todos los príncipes son perfectos.
No todas las villanas son las antagonistas.
No todos los cuentos tienen un final feliz...
Y Samantha lo aprendió.
~ACTUALIZACI...
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El quiebre de Sam ayer fue... Exactamente eso, un quiebre. Pero no tengo idea de por qué pasó, sé que se alimenta mal, sus bebidas favoritas son el café y el vino y pasa más tiempo trabajando del que pasa durmiendo o haciendo cualquier otra cosa, tal vez todas esas cosas acumuladas fue lo que le pasó a la mente de Sam. Eso o tal vez tuvo problemas con su novio.
«¡Ya basta! Prometiste que dejarías de pensar en eso» Lo prometí internamente a mí mismo, no es sano. Lo que hizo Sam estuvo mal y en cierto grado me siento como si yo la hubiera ayudado a hacerlo, aunque también siento que... Que también me hizo mal a mí.
Pero aquí la mayor victima es su propio novio, lo engaño conmigo y también coqueteaba con el otro rubio, el que trabaja aquí. El pensamiento me hace sacer un gran suspiro. Pobre chico.
Pero por eso me he prometido dejar el tema atrás, sé que no lo olvidaré probablemente nunca olvidaré lo que pasó porque cada momento que paso con ella tiendo a apreciarlo, pero quiero dejar ir el ser el amante de Sam.
Pensé, y aunque suene ridículo, pensé que éramos la pareja que antes de serlo eran amigos, y pensé que al acercarnos por el trabajo y lo demás estábamos volviendo a ser los amigos de antes, pero después involucramos el sexo, cosa que lo complicó todo. No estaba mal, al contrario, me encantaba, pero no de la forma en que ella lo hizo.
Ahora sólo quiero terminar con esto, pronto, tal vez en menos de un mes, Simon se recupere para volver y la boda ya habrá pasado para eso así que ya no tendremos motivos sólidos para pasar tiempo juntos, bueno, trabajamos juntos, claro, tal vez nos veamos pero no tendremos la relación que tenemos, que tuvimos. Creo que ese fue el plan inicial de Sam e incluso, por la forma en qué fingió ignorarme al principio diría que ella pretendía que fuéramos dos desconocidos.
Eso seremos.
—En serio no entiendo un carajo— murmuro.
Es cerca de medio día y he tratado toda la mañana de descifrar estas cuentas, balances y todas esas cosas de finanza que no entiendo pero por las cuales tengo que estar atenta para cuando me convierta en la editora.
Pongo el brazo en el escritorio y apoyo mi cabeza en mi mano. «Esto es una mierda». Por algo estudié comunicación y no finanzas. Acabo de darme cuenta de lo que... Hay alguien qué si estudió finanzas.
Está en su escritorio. Levanto el teléfono —¿Tú sabes leer un presupuesto, verdad?
—Ah... Sí.
—Ven, necesito algo.
Lo miro pararse y hacer el corto recorrido de su escritorio al mío.
—¿Sí?
—Mira esto— giro la pantalla para que la vea y justo se posicione a mi izquierda. Tiene que agacharse un poco para ver los números en Excel.