20: Suena a Sam

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    «Me van a despedir

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    «Me van a despedir... Creo que me van a despedir» Pienso mientras voy a nuestro escritorio comunal a ahora sí, de una vez por todas, hacer mi trabajo en vez de molestar a mi jefa.

    —¿Dónde has estado? Ya asignaron las tareas del día— me dice Hilany, mi compañera —, Yan preguntó por ti.

    —Amm... Estaba en el piso de editores, ayudando a uno.

    —¿Estabas asistiendo a un editor?— se sorprende —¿A cuál?— curiosea.

    —A Sam... Samantha— corrijo rápidamente.

    —¿La señorita Smith?— se inclina sobre la mesa —¿Es cierto eso de que es una bruja con todos? Todo mundo lo dice.

    —¡¿Qué?!

    —¿No lo has escuchado? Todo mundo dice que es una molestia trabajar con ella, es perfeccionista y mandona, además no tiene ni una pizca de amabilidad, bueno es lo que he escuchado— «Bueno, si suena a Sam».

    —No... No creo, deben ser rumores... La verdad no he interactuado mucho con ella.

    —Okay, pero si algún día te mata con su mirada venenosa, no me digas que no te lo advertí.

    —Aja... Voy con la señora Yan, a ver qué me toca hoy.

    Toco la puerta de la señora Yan, pero de seguro ya me había visto venir, pues al igual que la mayoría de las oficinas en el edificio, está tiene paredes de vidrio, me indica que pasé y lo hago. No soy idiota, sé que tengo que cuidar este empleo y ahora estoy llegando tarde en menos de un mes de haber iniciado el trabajo.

    Ni siquiera tomo asiento me quedo quieto parado frente a ella —Buenos días, señora Yan. Quiero disculparme de ante mano por llegar tarde, no tengo escusas— «Aparte de haberme quedado recordándole a Sam nuestra noche de pasión».

    —Nick, si, si, lo sé— la señora Yan es en general amable, no demasiado, bueno siempre está ocupada así que es de esas personas que "cada quien su trabajo y estaremos bien".

    —Si me permite, podría quedarme a la salid...

    —¡Mieko, hola!— «¡Ay, Dios!» Sam, entrando a la oficina de mi encargada, con paso firme como si fuera modelo de pasarela —Vengo a molestarte para variar.

    Bromea y la señora Yan ríe, no sabía ni que su nombre es Mieko.

    —¿Si, Samantha, qué necesitas?

    —¡Ah, tú!— me mira Sam y cesa la conversación entre ellas dos —Me ayudaste esta mañana, lo siento, olvidé tu nombre.

    «¿Qué, qué está haciendo? ¿Por qué está aquí fingiendo que no me conoce otra vez? » Me mira con el rostro neutral, diría hasta qué amigable.

Lo bueno de NO enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora