No todos los cuentos son de amor.
No todas las princesas esperan a su príncipe azul.
No todos los príncipes son perfectos.
No todas las villanas son las antagonistas.
No todos los cuentos tienen un final feliz...
Y Samantha lo aprendió.
~ACTUALIZACI...
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Recuerdo perfectamente la mañana en que me fui a la universidad, fue hace más o menos once años, justo al terminar el verano en que Sam le dio fin a nuestra relación, esa mañana me despedí de mis padres y tomé un tren hacia Boston.
Estaba muy nervioso, me sudaban las mano y veía todo a mi alrededor como esperando a perderme y tener que encontrarme yo sólo. Recuerdo haber pensado que todo sería más fácil si tan solo Sam estuviera a mi lado, como habíamos planeado durante años.
Y años precisamente, porque desde que conocí a Sam y durante todo el tiempo que pasamos juntos, nunca jamás pensé en la posibilidad de tener que separarme de ella. Pero así fue.
—Oh, necesitas ayuda, amigo— se digo a un chico que trataba de acomodar la pantalla de una de las luces del estudio, parecía que tenía problemas con solo dos manos y montado sobre una escalera.
—Gracias, hermano— me dice el chico y yo le sonrió antes de retirarme .
Dick acaba de llegar de su descanso del almuerzo y justo ya está en el camerino vistiéndose para la sesión, son las dos con quince y se supone que hace quince minutos terminó el descanso, Sam no es de llegar tarde, por eso me extra.
—Oye, ¿sabes donde están Samantha?— me pregunta Carter, el fotógrafo —Debe escoger si usamos las luces de colores o las quitamos.
Soy su asistente, se supone que debo saber en donde anda, pero no lo sé, no sé nada de ella a decir verdad —Está en camino— es lo que se me ocurre decirle.
Saco mi celular del bolsillo para confirmar la hora otra vez, podría llamarla para ver si todo está bien y decirle que la necesitamos, pero por desgracia o más bien por nuestro comportamiento de los últimos días, aún no tengo su número. «Genial, lo que faltaba». Bien, pensando con la cabeza fría, en el teléfono de la oficina debe estar su número registrado, si no está supongo que podría pedirle al recepcionista del piso que la llame por mí, de seguro el tiene su contacto por trabajo.
Salgo del set y voy al elevador, toco el botón para llamarlo, tras esperar por fin llega al piso y cuando las puertas abren, ahí está ella, despreocupada tecleando en su celular.
—¡Ya te iba a buscar!
—Un poco tarde, lo siento— rueda los ojos. Sale del ascensor volviendo a ver la pantalla de su móvil.
—Te necesitábamos.
—Nadie se va a morir porque yo llegue tarde— camina resonando sus tacones conmigo siguiéndola por atrás —. Aunque sé que nadie sabe hacer nada sin mí. ¿Dick ya está arreglándose?
—Sí.
Deja su bolso sobre el sofá para irse al camerino. No hablamos más, a acepción de cuando me pidió un café y una aspirina. Pasé el resto del tiempo en una esquina mirando el trabajo del fotógrafo principal siendo dirigido por la propia Sam.