Noche de Brujas

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Halloween estaba a tan solo doce horas. Yo ya me sentía mucho más animado, pero aún así me había quedado intrigado por las palabras de Kurtz y de Bigotes. No era común que dijeran que estaba loco, y menos porque yo sólo tenía cuatro años de edad y ellos ya estaban cerca de los nueve años. Si alguien sufriría de demencia senil eran esos viejos gatos, no yo, mas no dejé que eso arruinara mi celebración.

Grace estaba preparando su maleta para irse a Salem y reencontrarse con su familia y sus amigos y recargarse de energías. Importante acto que deben realizar pues la magia deja agotadas a las brujas. La Noche de Brujas era la oportunidad ideal para revitalizarse.

Bertha también estaría ahí.

-Entonces, mi pequeño Ezra, te vas a quedar en casa de Bigotes. Por favor no quiero que te muevas de ahí hasta que yo regrese. Les he dejado preparada una deliciosa cena para que compartas con tus amiguitos, mañana, antes de irme, te la doy.

Mi viejita nunca dejaba de pensar en nosotros, y eso me hacía sentirme culpable. En mi interior la estaba traicionando, amando a alguien más.

Esa noche tuve un sueño extraño. Extraño porque no sueño hacerlo muy recurrentemente.

Cuando era un cachorro tenía sueños frecuentemente, pues había sido separado de mi madre biológica y eso me causaba estragos emocionales. Afortunadamente mi madre adoptiva, Grace, supo llenarme de amor y cuidados, que mi mamá gatuna no hubiera sabido llenar.

Pero ahora, cómo un gato adulto, era muy extraño que yo tuviera sueños. Y eso era lo que había pasado aquella noche:

Me encontraba sentando en un gran castillo, rodeado por un bosque, tan inmenso, que sólo era posible ver su final subido en lo más alto de la torre del mismo; un hombre adulto, pero no viejo, estaba a mi lado, en un gran trono de oro macizo.

La gente estaba ubicada a los lados de una larga alfombra roja, esperando. Las mujeres llevaban vestidos pomposos, de colores elegantes, y los hombres, trajes clásicos confeccionados a mano y pelucas blancas con rulos decorando sus sienes y moños formando coletas.

Yo, por mi parte, estaba nervioso, no sabía que iba a ocurrir.

Hasta que de pronto una bella doncella entró al castillo. Lucía harapienta, sucia y estaba acompañada de una mujer tan anciana, que apenas podía caminar al paso de la mujer. Pero a pesar de su sucia presencia, se podía notar en sus facciones que era hermosa; su cabello era una marea de fuego que parecía arder sobre sus hombros blancos de seda. Un vestido verde ceñido se ajustaba a su delicado y escultural cuerpo, y sus ojos grises miraban con tal intensidad que se parecían a las nubes que anunciaban la terrible tormenta que se avecinaba.

La multitud empezó a abuchearla y a aventarle objetos duros que la lastimaran. Yo intentaba oír lo que trataba de decirme, pero el ruido la gente no me dejaba escuchar.

Me desperté unas horas después, exaltado.

-¿Qué has soñado, Ezra? Que estas todo agitado- Grace se encontraba a mi lado, con cara de preocupación.

Yo no sabía cómo expresarle mi consternación ni el sueño tan extraño que había tenido. Un sueño tan humano que me parecía inconcebible. Así que me levanté maullando, tan desgarradoramente, que la tristeza se hizo visible en los ojos de Grace.

-Mi pequeño, creo que no podré dejarte esta noche-

Ahora, además de agobiado, triste, consternado y desorientado, me sentía culpable por hacer que Grace se perdiera su viaje anual a Salem. Oh my Cat ¿Por qué me estaba sintiendo tan extraño?

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