El inicio

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El día había llegado.

Grace preparó el estudio mejor que la otra vez pues, según ella, se necesitaba de mayor luz para poder guiarme a través de mi alma, mente y espíritu para saber cuál era mi conexión con Natalia.

Al entrar en la habitación un aroma a copal inundó mi nariz, no pude respirar aire puro después de ese momento; había alrededor de cincuenta veladoras blancas colocadas en forma de cruz para iluminar mi camino, el resto de la habitación se encontraba en penumbras. En el fondo se escuchaba música relajante, para ayudar a Grace a hipnotizar mis sentidos y sumergirnos a ambos en una profunda calma.

-Ezra, necesito que tomes tu lugar en el centro, ya sabes cómo. En unos momentos estaré a tu lado- me hinqué en el centro del circulo de veladoras blancas, escuchando la música que sonaba de fondo. Grace fue a la parte trasera del estudio y sacó un botecito con un líquido verde oscuro. Ella necesitaba cierta protección para su alma, pues no podía viajar con el espíritu de uno sino lo hacía. Uno simplemente no puede estar regresionando en vidas ajenas. El líquido verde era una mezcla de varios ingredientes extraños, típicos para una bruja: alas de libélula, ancas de rana, lengua de serpiente y lágrimas de sus enemigos.

En realidad los tres primeros no eran verdad...

-Ahora debes poner tu mente en blanco, y escuchar lo que tu alma tiene que decir- en ese momento Grace tomó mi mano. Yo tuve que concentrarme para poder blanquear mi mente. Inhala. Exhala. Respira profundo. Las palabras llenaban mis oídos, mientras la música sonaba de fondo.

De pronto todo me pareció lejano y una luz blanca llenó mi mente antes de sumergirme en un profundo sueño.

La luz blanca dio paso a una imagen.

Tara, Irlanda, 1545

El palacio estaba iluminado por antorchas. La ciudad se veía más oscura esa noche y las estrellas parecían haber sido robadas del cielo, no había más luz que la proveniente del castillo del rey Saith.

Un joven de no más de diecisiete años salió del castillo, aprovechando que el oscuro velo de la madrugada cubría sus hombros. Iba totalmente solo.

Aquel pequeño mozo era aventurero; se escapaba durante las noches de su hogar para poder ir en busca de las hadas y duendes que su nana le platicó existían en los oscuros y tenebrosos bosques que rodeaban el castillo, separándolo y protegiéndolo de los plebeyos que intentaban cruzar por sus estrechos caminos, mismos que conducían a pasajes secretos dentro del palacio.

Nana Margaret había sido una mujer singular y pieza clave en el desarrollo del joven pero su padre, el rey, consideró que esas historias le llenaron de tonterías la cabeza y le drenaron la valentía de la sangre. El creía que esas historias habían echado a perder a su hijo, y nana Margaret perdió la cabeza por ello... literalmente.

Ahora el niño se había convertido en un hombre fantasioso, indigno del trono del rey por su falta de agallas para asesinar a quien hiciese falta con tal de mantener erguido el apellido monárquico que había permanecido en su familia por cientos de años. Y, para desgracia del rey, el joven fue su único hijo.

Cuando Saith tuvo a su primer y único hijo, su corazón estaba lleno de gozo pues, además, había sido varón. Pero después de las largas luchas con su madre, la reina Maighdlin, Esdras fue criado por una nana.

Maighdlin se sentía desplazada cuando Esdras prefería por sobre ella a la nana Margarte, llevándola a una terrible depresión que terminó en suicidio. Saith se sentía terriblemente triste por la muerte de su amada y peor fue su desilusión cuando se enteró del método de crianza que Margaret usaba en el niño.

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