Ella

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Llevaba tres semanas aprendiendo a comportarme como un humano. Las lecciones dieron resultados y Grace me confió poder ir al supermercado yo solo, con una lista que debía escribir y abastecer por mí mismo.

Al llegar tomé un carrito y empecé mi búsqueda.

-Galletas, cereales...-

-¡Hola!- el tono de esa voz hizo que la lista cayera de mis manos. Natalia ayudó a levantarla del suelo, disculpándose por haberme hecho tirarla.

-No pasa nada, la llevaba mal tomada, es todo- mi cuerpo empezó a sentir ese cosquilleo de nuevo y las ganas de vomitar me invadieron. Natalia se acercó a mí.

-¿Apenas vas a comprar? Qué bien, podemos hacer juntos la compra, si no te importa, claro.

-En absoluto- ¿Ir de compras con ella? El sólo hecho de que me recordara y supiera quién soy era más que suficiente, estar con ella aunque sólo fuera por poco tiempo, era un sueño hecho realidad.

-¿Cuándo llegaste? Yo me mude hace poco, no sabía que Grace tenía familia- su dulce voz tranquilizaba mis oídos pero a la vez me ponía muy nervioso. Ella tenía ese efecto tan peculiar en mí.

-Llegué hace tres semanas. La Noche de Brujas la pasamos en Salem, y al día siguiente regresé con ella- Natalia parecía asombrada, era normal, Grace no solía hablar mucho con las personas acerca de su vida. Ella ya tenía una hermana con la que platicar todos los días, no necesitaba a nadie más.

-No sabía que Grace fuera una bruja legitima, aun no entiendo porque nada de lo que me dio funcionó, pero en fin, creo que en cierto momento agradezco que no haya servido- ella cargaba una canasta con muy pocas cosas: una barra de pan, una caja de tés, jamón y lo que parecían artículos femeninos. Aun hay muchas cosas que debía aprender.

-No gustas poner tu canasta en el carrito

-¿No te importa? En realidad no pesa pero, creo que estorba si ya vamos dos personas- negué con la cabeza y ella depositó su canasta en el carrito. Separando sus compras de las mías. Yo aún no llevaba más de tres artículos; lechuga, queso y salchichas de tofu.

-¿Cómo sigue tu padre?- ella me miró atónita

-¿Cómo sabes de mi padre?

-En realidad es un pueblo pequeño, me saqué ese as de la manga, en realidad- todo se sabe y por ahí escuché que tu padre aún sigue enfermo

-Lleva más de un mes así, su problema cardiaco empeoró a raíz de la muerte de mi madre. Yo estaba lejos y no sabía qué le estaba pasando, pero creo que fue bueno venir a acompañarlo, a veces lo único que necesitas es la compañía de alguien para sentirte mejor. Sé que mi padre era un viejo amargado, solitario y prácticamente me entregó a un hombre, pero en mi corazón existe el perdón. Todos nos equivocamos alguna vez.

-Espero, de verdad, que se cure pronto. En el fondo se ve que es buena persona- Natalia me sonrió. Durante cinco segundos sentí que mi alma se iba de mi cuerpo y volvía llena de júbilo. La amaba, no sabía por qué, pero lo hacía.

Seguimos haciendo nuestras respectivas compras y nos dirigimos a pagar.

Contar era otra de las cosas que tuve que aprender para mi transición. Tenía nociones de lo que os humanos hacías, del lenguaje y los números. Pero en realidad yo nunca hablé y las matemáticas no eran algo que me agobiaban, como hasta ahora. Grace podía concederme, tal vez, ese don para hacer cosas básicas de humano pero, o quería que las cosas me costaran o quizá podía devolverle a un ratón la vida, pero no implantar conocimientos en el cerebro y menos si antes había sido un simple gato.

Pagué como pude, nervioso ante la mirada inquisitiva de Natalia, pero lo hice con éxito. Creo que al final valieron la pena tantos esfuerzos. Ambos salimos del lugar.

-¿Te acompaño a casa? Puedo ayudarte con las bolsas, las mías no pesan mucho

-Las mías tampoco pero gracias, sería agradable tener algo de compañía- ambos caminamos hasta casa de Natalia. Yo sabía donde vivía pero la dejé guiarme.

El camino a casa fue en verdad corto. Grace y yo habíamos pensado una historia de mi pasado para utilizarla cuando fuera necesario, como a un personaje. Uno no podía llegar y decir "Hola, no te acuerdas de mí porque hace unos días tan solo era un gato y sacrifiqué mis siete vidas para estar contigo porque te amo ¿Cómo estás el día de hoy?", era absurdo pensarlo.

Así que, para los ojos de las personas, yo era sobrino de Grace, proveniente de Salem. Estudié una carrera en literatura y decidí convertirme en escritor. Me había mudado con Grace para cuidarla y comenzar una historia. Era una carrera fácil y algo con lo que tapar mi falta de conocimientos humanos.

Esa corta historia se la platiqué a Natalia mientras nos dirigíamos a su casa.

-¿En serio eres escritor? ¿Qué novelas has publicado?

La sangre se me heló. Grace me había dicho nombres para inventar pero los había olvidado, tenía que pedirle ayuda después.

-¿Qué te parece sí, me concedes una cita para el viernes en la noche y te llevo uno de mis ejemplares?- Natalia parecía un poco triste, supuse que no estaba de humor para citas aún, pero de todos modos no se negó.

-Me parece perfecto. ¿El viernes a las siete en La casa di Renata?

-Genial. A las siete entonces- le entregué sus bolsas una vez que abrió la puerta de su casa y yo me devolvía a la mía. El corazón me latía a mil por hora y yo ya estaba pensando en todos los posibles escenarios tanto buenos como malos que podían suceder.

Estaba tan emocionado que apenas noté un automóvil circulando a toda prisa por la avenida, mientras cruzaba la calle.

-Fíjate, imbécil, no tienes siete vidas- tuve que regresar a la acera y recuperar el aliento. Tenía razón, yo ya no tenía siete vidas y debía cuidarme de no perder la única que me quedaba, que era la única en la que tenía una cita con Natalia.

Llegué con Grace, un poco exaltado aún.

-Ezra, querido ¿está todo bien? Te ves pálido- no quería preocuparla por mi falta de prudencia. Ella ya había hecho mucho por mí, así que le mentí un poco. Ella era bruja, pero no podía leer la mente, al menos la mía no.

-Tengo una cita con Natalia el viernes ¿Podrías hacer un libro para mí?

-En realidad, Ezra, no voy a hacerlo- la última bolsa casi se me cae de las manos- Vas a hacerlo tú. Eres escritor ¿no es cierto?

-Muy a duras penas puedo escribir. Ni siquiera tengo una computadora o algo para poder inspirarme

-Ezra, ni siquiera sabes cómo utilizar una computadora- Grace puso cara de limón agrio y llevó las manos a los costados, en señal de frustración

-Bueno, yo sólo decía. ¿Cómo entonces se supone voy a escribir un libro de aquí al viernes?

Grace apareció frente a mí un cuaderno de pasta dura con un gato estampado en la portada y dos bolígrafos.

-Puedes utilizar mi estudio, si quieres, te prometo que obtienes mucha inspiración con los viejos cuadros de mis abuelas y tías- rio descontroladamente y a mí me agobiaba el hecho de tener que escribir un libro en dos días.

-Te propongo algo- dije a Grace, en un intento desesperado por obtener su ayuda

-¿Qué?

-Todos los días, después de ver a los demás, vendré a escribir cada una de las páginas de este libro, totalmente a mano- ella me miró, suspicaz- pero tu tendrás que imprimirme un libro convincente para darle a Natalia el viernes.

La bruja se me acercó. El corazón me latía rápido, esperando por la respuesta de aquella mujer. ¿Cuándo se había vuelto tan ruda?

Grace me extendió la mano.

-¿Cómo quieres que se llame tu libro?

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