Capítulo 24 : Siempre fui yo

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Perdón por este capítulo tan corto, estoy enferma en casa con fiebre porque la segunda dosis de la vacuna me dio reacción y no me apetece mucho escribir más. 

Caminé hasta el centro de la ciudad con la mirada perdida. No recordaba nada más, ni una sola tarea. Tan solo que debía decidir si contarle la verdad y ser egoísta o quedarme en el olvido de su mente para siempre mientras veía como mi chico tormenta rehacía su vida sin mi a su lado.

Era la decisión más difícil de mi vida. Todo podría torcerse si lo hacía mal. Y si aquello pasaba, de nada serviría que lo hubiese buscado por todo el mundo, porque él jamás volvería a mí.

—¿Evans?

La voz de Adam resonó a mi espalda cuando crucé el semáforo. Me giré hacia él con una sonrisa.

—Adam.

El chico sonrió y cruzó el semáforo, corriendo hacia mí.

—¿Qué haces por aquí? —pregunté.

—Volvía del centro de desintoxicación.

Asentí, algo nerviosa. Después de todo lo que había pasado, Adam había tomado la decisión de desintoxicarse como requisito para ser mejor persona y, a la vez, recuperar su amistad conmigo. Al fin y al cabo él era el único que no me había dado la espalda de aquel superficial grupo.

Caminamos hacia mi cafetería favorita. Al llegar, Adam se sentó justo en frente de mí y entrelazó sus dedos bajo su barbilla. Cuando alcé la mirada después de que nos trajesen la comida, me lo encontré observándome con una sonrisa. 

—¿Te gusta ese chico, cierto?

Metí una patata en mi boca y lo miré con el ceño fruncido. 

—¿Quién?

—El chico de la clase de arte. Kenneth. 

Me removí, incómoda. Su nombre se clavaba ahora en mi pecho como una lanza de metal cada vez que era mencionado. Nunca debí haberle hablado de él a nadie. No en estos momentos, cuando trataba de superarlo. 

—No me gusta.

—Venga ya, Evans —esbozó una sonrisita—. No soy tonto. Ya he visto cómo lo miras. 

—¿Y cómo lo miro? —pregunté inclinándome sobre la mesa. 

—Como me habría gustado que me mirases a mí. 

Me preguntaba si podía haber momento más incómodo que este en el mundo. Al darse cuenta de sus palabras y mi reacción, Adam cerró los ojos, apretándolos, y se recostó hacia atrás, hundiéndose en su mullido asiento. Yo hice lo mismo, deseando que la tierra que tragase. 

—Perdón, no debería de haber dicho eso. 

Apreté los labios y forcé una sonrisa mientras negaba con la cabeza. En ese momento sentía que cuarenta cámaras me apuntaban a la cara y todos nos miraban, pendientes de mi respuesta. Pero nadie nos estaba prestando atención. 

—No pasa nada. No tienes la culpa de que no supiese valorar lo que podría haber tenido. 

Ambos nos miramos en silencio, tensos. Adam había confesado sus sentimientos por mí meses atrás, pero debido a que yo todavía estaba enamorada de Kenneth, había intentado moldearlo inconscientemente para que fuese como él. Al darme cuenta de lo que estaba haciendo, decidí explicárselo y puse distancia entre nosotros, pensando que sería lo mejor para él. 

Tiempo después, Adam había vuelto a mi lado, asegurando que ya no sentía lo mismo que antes. Pero ambos sabíamos que eso no era cierto, ya que cuando un hombre se interesaba en mí, él se tensaba y terminaba alejándose del lugar en el que sucedía. 

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