Capítulo 15: Segunda oportunidad

126 19 23
                                    


                        CAPÍTULO XV

Los descansos de recreo siempre habían sido uno de mis momentos favoritos. Hasta ahora, que me encontraba sola, puesto que por alguna razón ninguno de mis amigos contestaba a mis llamadas. Maya se había ido a buscar comida, y yo me encontraba dibujando en mi cuaderno, trazando infinitas líneas huidizas seguidas de sombras y destellos de luz. —No sabía que dibujabas.

Me giré hacia la voz que había hablado a mi espalda. Lo reconocí como uno de los chicos que pertenecían a la banda de motociclistas que siempre molestaba con los motores a primera hora de la mañana.

—No sabía que fueses un acosador. Creía que alguien como tú tendría más cosas que hacer.

—¿Alguien como yo? —preguntó sonriendo, sentándose a mi lado. Oh, sus intenciones podían verse a kilómetros.

—Arrogante, egocéntrico, sarcástico y mujeriego —contesté en un tono desinteresado mientras aplicaba sombras y luces en la parte superior.

Apoyó los codos en la mesa que teníamos detrás, recostándose sobre su espalda. Yo continué dibujando mientras hablaba.

—Tienes un concepto de mí un poco estereotipado, ¿no crees? —me miró—. Pensé que tú no me dirías eso, viéndote a ti.

—Que yo esté acostumbrada a que me critiquen sin saber no significa que no piense lo mismo de ti.

Guardó silencio unos instantes.

—Pensé que eras diferente.

Solté una risa baja y continué dibujando.

—"Pensé que era diferente" —repetí burlona—. La protagonista única y diferente que es la única que comprende todo y lo pasa mal, ¿no? Que cliché.

El chico negó con la cabeza. Un mechón rubio le resbaló por la frente cuando me miró con un brillo de misterio.

—Podría hacer que cambiaras de opinión.

Volví a reír.

—Déjame adivinar, me mostrarás que no eres el típico chico malo y con corazón de hielo que todos piensan que eres y me mostrarás tu "yo" tierno y compasivo aunque con problemas de ira para que me abra de piernas para ti y me destroces para curarte tú. No gracias.

Suspiró.

—Creo que acabas de resumir millones de historias clichés a solo dos frases.

—Soy una experta en ello.

El chico quiso acercarse a mi, pero le lancé una mirada y mantuvo la distancia.

—Y por cierto, yo no te pediría que te abrieras de piernas.

—Como me vengas con el chiste de que lo haría yo sola, te juro que te arranco ese pero de Ken con una motosierra.

El chico rió por la amenaza. Su risa era la que todo chico malo atractivo tendría.

"Que idiota".

—¿Y bien? —pregunté— ¿Qué es lo que querías?

—Saber de la vida de mi vieja amiga Evans, como no.

Recordé aquel tiempo en el que yo era popular y ambos tuvimos una especie de interés hacia el otro. Ese roce había terminado cuando todo sucedió.

—¿Y....? —esperé, al ver su expresión, que dejaba claro que había algo más que no me decía.

—E invitarla a ir conmigo a la fiesta de esta semana.

Ladeé la cabeza y lo miré de arriba abajo. Sin duda era el estereotipo personificado del chico que hacía que todas cayeran a sus pies. Ojos azules, pelo rubio, mirada juguetona, buen cuerpo y chaqueta de cuero. Casi bufé. Él sabía lo que valía.

ExhalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora